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El acusado sentado en el banquillo de la Audiencia Provincial. :: pakopí
La Fiscalía mantiene que el apuñalamiento mortal de Monesterio fue un homicidio

La Fiscalía mantiene que el apuñalamiento mortal de Monesterio fue un homicidio

El jurado dará hoy el veredicto, que puede ir desde la absolución que pide la defensa hasta el asesinato que solicita la acusación particular

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Jueves, 24 de enero 2019

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El 21 de noviembre de 2017, Ismael I. V, de 29 años, murió tras recibir una puñalada en el pecho que le atravesó el ventrículo izquierdo. Estaba en el paseo de Extremadura de Monesterio y el navajazo se lo dio José J. V, de 52 años, durante una discusión. Eran vecinos de toda la vida, pero llevaban un tiempo enfrentados porque el padre de José, el patriarca de una familia gitana, había exigido que la novia de Ismael se marchase de la localidad con sus hijos. Hoy, los nueve miembros de un jurado tendrán que decidir si lo que ocurrió ese día fue un asesinato, un homicidio, un homicidio con atenuantes o una muerte en defensa propia.

La condena dependerá de la versión de esos hechos que acepte el jurado. La Fiscalía mantiene la misma calificación que pidió en su escrito inicial. Tras las cuatro sesiones de juicio, la representante del Ministerio Público ratificó ayer que considera que se trata de un homicidio con el atenuante de trastorno en el control de los impulsos. Pide, por tanto, 12 años y medio de cárcel.

La fiscal hizo hincapié en que José amenazó a Ismael antes de los hechos. Puso como ejemplo un vídeo que se movió a través de las redes sociales en el que se veía al acusado diciendo que iba a «foguear» al joven. También insistió en los testimonios que vieron el enfrentamiento, aunque solo la pareja de la víctima presenció directamente el acuchillamiento. La representante del Ministerio Público negó la versión del acusado. José J. V. ha defendido en el juicio que, en el transcurso de la pelea, Ismael le quitó su bastón, con el que admitió que había tratado de golpear al joven, y le dio con él en la cabeza y en la espalda (sufrió una brecha y hematomas, según confirmaron los médicos). El acusado asegura que temió por su vida y, cuando estaba de rodillas, encontró la navaja en el suelo y se defendió con ella. La fiscal, sin embargo, aseguró ayer que el arma era del procesado. Indicó que la prueba es que tenía restos de ADN de José en el mango y, además, fue encontrada después del crimen en su casa. «Es paradójico que, si la navaja no es tuya, tengas tiempo de recogerla y esconderla», dijo la fiscal.

La autopsia, según el testimonio ayer de los forenses del Instituto de Medicina Legal, también confirmó que lo más probable es que la agresión se produjese con los dos hombres de pie y uno frente a otro. Asimismo, la fiscal rechazó que se trate de legítima defensa porque varios testigos observaron como José trató de apuñalar por segunda vez a la víctima, pero fue retenido por un hijo suyo.

La acusación particular que representa a los padres de Ismael, el letrado José María Cerón, pide 15 años por homicidio. Es una pena mayor que la de la fiscal porque no acepta que exista un atenuante. Este abogado rechazó ayer el informe del psicólogo solicitado por la defensa, que aseguró que tiene graves dificultades en el control de los impulsos, y dio mayor credibilidad al estudio que le realizaron durante un ingreso hospitalario, solo unos días antes de los hechos, que concluyó que sufría una depresión leve.

La segunda acusación particular, que lleva a cabo el letrado Fernando Fontán en representación de la pareja de Ismael, considera que se trata de un asesinato. «Lo tenía en la cabeza antes de ese día y no hay forma de defenderse de una puñalada en el corazón, no hay heridas defensivas. Eso es alevosía», aseguró ayer en sus conclusiones.

Fontán también recordó los testimonios de los guardias civiles que trataron con José tras el apuñalamiento. Testificaron que el acusado dijo frases como: «Es mejor tratar con los civiles que tratar con los curas» o «he hecho lo que tenia que hacer», refiriéndose al mandato de su padre de expulsar a esta familia de Monesterio.

«En defensa propia»

Por último, Enrique González de Vallejo, el letrado que defiende al procesado, insistió en que se trata de un caso de legítima defensa, por lo que pidió la absolución. «Fue una agresión brutal de una persona joven, fornida, de 1,89 de altura, que golpeó con un bastón a un hombre de 52 años. José tenía derecho a la vida y fue lo único que pudo hacer».

González de Vallejo también destacó que Ismael tenía restos de cocaína en sangre, por lo que podría estar más agresivo e insistió en que la navaja era del joven y se le cayó.

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