Los vecinos de Vara lo despiden entre aplausos
Todos tienen alguna vivencia o anécdota con el expresidente de la Junta de Extremadura, «aquí nunca quiso guardaespaldas, te lo encontrabas en el supermercado como uno más», decían de Vara
Las patrullas de la Guardia Civil en el acceso a Olivenza desde primera hora de este lunes ya indicaban que algo relevante tenía lugar en el pueblo. El funeral por el expresidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, era a las once, pero desde cuatro horas antes el centro de la localidad ya bullía con el dinamismo propio de un inicio de semana y la tensión propia de la llegada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A su dispositivo hay que añadir los de cuatro de sus ministros (Luis Planas, Félix Bolaños, Carlos Cuerpo, María Jesús Montero e Isabel Rodríguez) y su seguridad correspondiente. Y allí, en una calle peatonal empedrada al estilo portugués, frente a una farmacia y tres árboles, se ha formado una especie de cónclave con una variada representación del Gobierno y el partido socialista, pero también de sindicatos, universidad, empresas y otros partidos políticos. Casi todos han ido colgando en sus perfiles de redes sociales sus fotos con Vara y un mensaje relacionado con su bonhomía. Hoy lunes, cada uno compartía cómo le fue con él.
En la Plazuela de la Magdalena y con las campanas doblando de fondo, todas las sensaciones de quienes lo conocieron se han hecho conversación en los corrillos de personas relevantes, en traje o corbata negra, a primera hora de un caluroso lunes de octubre, justo el día en que Vara debía cumplir los 67. Allí se ubica la iglesia de Santa María Magdalena, mandada construir en el siglo XVI, de estilo manuelino y cuyas columnas retorcidas han sido testigos esta mañana del afecto, por no decir devoción, que los oliventinos le tienen a Guillermo, como le dicen allí. A las puertas de esta iglesia, una de las más bellas de la región, los vecinos también han hablado de sus anécdotas con él a los medios locales y nacionales desplazados, de lo que les unió al expresidente y de su naturalidad al pasear por el pueblo. «Al principio, cuando se convirtió en presidente, le pusieron guardaespaldas y luego él se negó a tenerlos encima todo el día cuando estaba en Olivenza», relataba un paisano. «Te lo encontrabas en el supermercado como uno más con sus pantalones cortos», añadía la vecina. «Yo jugué con él al fútbol sala, Guillermo era lateral derecho». Todo el mundo puede compartir alguna vivencia o anécdota con el que ha sido parte de la historia de la ciudad, un médico metido a político que ha defendido un partido socialista e iba a misa todos los domingos, como también han recordado esta mañana quienes compartían con él esa fe.
Antes de que empezara el acto, con tanto policía nacional y guardia civil armados y uniformados, los oliventinos se han mantenido a una prudente distancia de seguridad de la iglesia, pero media hora antes de la misa un miembro de seguridad ha ofrecido a los vecinos pasar al interior del templo, ya que la idea de la familia era sentirse arropados por el pueblo. Muchos de ellos han accedido. Con todo, varias decenas de personas, más de doscientas, han preferido quedarse fuera y han sido quienes han iniciado un sentido aplauso cuando han hecho aparición los dos coches de la funeraria. Uno ha traído el féretro que han portado su hijo y varios amigos del fallecido, el otro solo con coronas de flores. Hasta 16 han decidido llevar al interior -más era inviable según los protocolos de seguridad- de las más de cien que han llegado, afirman desde la empresa Funevel, que ha tenido que recibir ayuda desde sus compañeros del tanatorio de Badajoz donde tuvo lugar el velatorio ayer domingo. A la salida, antes de que la familia se dirigiera al cementerio en un acto ya más íntimo, el aplauso ha vuelto a resonar en el centro de Olivenza durante varios minutos.