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J. M. Romero
Opinión

Un hombre bueno al servicio de su tierra

María Guardiola Martín

Presidenta de la Junta de Extremadura

Domingo, 5 de octubre 2025, 17:35

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Se fue Guillermo Fernández Vara con Extremadura en su corazón. Trabajó por esta tierra. Creyó en ella. Y dio sus mejores años a su gente y a sus pueblos. Fue, sin duda, un servidor público en el sentido más noble de la expresión: alguien que entendió la responsabilidad pública como entrega a los demás.

Nos tocó rivalizar en el terreno político, pero nunca traspasó las fronteras del respeto. Aprendí de él. De un hombre pausado y didáctico, cercano y perseverante. Tenía la región en la cabeza: sus calles y plazas, sus carencias y sus virtudes. Dibujaba un mapa con la voz, y en cada conversación, en cada reflexión, estaba presente su amor por Extremadura.

El de Guillermo fue el tiempo del respeto institucional, de rebatir sin ruido, de la palabra sosegada y del acuerdo posible. Fue el referente de un socialismo moderado, de aquel que busca el bien común sin necesidad de alzar la voz para que lo escuchen. Hay valores que van más allá de las siglas: el decoro, la seriedad y la constancia. Su tiempo fue un tiempo diferente y se ganó la autoridad desde el respeto.

Por encima de la política y de las ideas, siempre están las personas. Y Guillermo lo recordaba a cada paso. Me animó durante los incendios forestales de este verano, cuando la preocupación por nuestra región nos volvió a conectar. Lo hizo con comprensión y afecto. Sin estridencias, desde el lado humano que nunca perdió. Esa cercanía marcaba la diferencia. Guillermo Fernández Vara era capaz de salir al encuentro y de tender la mano en los momentos más duros. Sabía que la política solo tiene sentido si sirve para unir.

Fue un hombre afable y sencillo. Me hablaba con orgullo y emoción de su familia. De sus hijos y de sus nietos, que eran su alegría. En su voz había ternura cuando los mencionaba, y ese gesto tan humano explicaba mucho del hombre que fue. Quien ha querido y ha sido querido de verdad, sabe entender a los demás.

Quiero abrazar a su esposa, a sus hijos y a todos los que hoy lloran la pérdida de un buen hombre. Estamos juntos en el adiós. Siempre fue más grande lo que nos unía que lo que nos distanciaba: el bien de Extremadura. Cuando alguien entrega tanto de sí mismo a los demás, su ausencia se siente honda, como la de un ser cercano, como la de alguien de casa. Y Guillermo fue eso para muchos. Una presencia constante. Una voz que aportaba equilibrio en los momentos difíciles.

Sabía que el progreso no se construye desde el enfrentamiento sino desde la empatía. Desde la convicción de que todos queremos lo mismo: una Extremadura más justa, más próspera y más humana.

Me quedo para siempre con su sonrisa, su buen trato y su profundo amor por esta tierra. Para Guillermo la vida siempre fue una escuela interminable. Hoy los extremeños hemos perdido un referente, un maestro de la sencillez y de la dedicación. Un político comprometido con su tiempo y con el futuro de una tierra a la que ayudó a caminar.

Desde hoy, Extremadura le recordará por su presencia imborrable, por su legado y por su palabra.

Descanse en paz.

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