La okupa: «Estoy embarazada y no me dan un piso»
Una mujer entre 20 y 30 años permanece en la vivienda a la que no pudieron acceder cuatro estudiantes de Badajoz este fin de semana
Una mujer entre 20 y 30 años, con el pelo negro recogido, vestida con vaqueros y camiseta deportiva, entra en el piso al que no ... pueden acceder ni su propietario ni los cuatro universitarios que tenían alquilada la vivienda para este curso en Badajoz. No quiere vídeos, ni fotografías, pero la joven termina de subir las escaleras de la primera planta cuando un equipo de HOY está llamando a su timbre este jueves por la mañana.
Mira con seguridad, se dirige a la puerta, no se para, abre y al ofrecimiento de que dé explicaciones a por qué ha okupado un piso que no es suyo contesta: «Estoy embarazada y no me dan un alquiler». Y cierra.
El bloque se encuentra en las inmediaciones del Hospital Perpetuo Socorro, entre la avenida de Damián Téllez Lafuente y la colonia de viviendas militares, en una calle tranquila. Solo la llamada del cartero al telefonillo o el ruido de algún vehículo que cruza la calle sobresalta la calma de quienes andan con confianza por unas aceras estrechas, pero seguras.
En cambio, los propietarios que comparten finca con los okupas tienen miedo. Uno de ellos ya ha instalado alarma de seguridad y otro la ha contratado hoy mismo, de manera que tiene cita con la empresa a las 14.30 horas. «Eso da tranquilidad porque te conecta con la Policía Local y da consuelo», dice una mujer. «Yo es que son 50 euros al mes de mantenimiento y me lo estoy pensando porque es mucho», dice otro poco después en un año marcado por la incertidumbre económica.
Una pareja de la Policía Nacional ha visitado esta mañana el bloque, pero los vecinos no saben más. Desde el cuerpo indican que los agentes acudieron al aviso que dieron los estudiantes el sábado, pero también apuntan a que nadie ha presentado una denuncia en comisaría. Los afectados, sin embargo, han podido acudir directamente a la vía judicial para reclamar el desahucio.
Ningún residente quiere dar su nombre por temor a represalias, pero todos muestran su preocupación y descartan moverse de casa en los próximos días. Incluso alguno que estaba apurando el verano en su pueblo ha vuelto alertado por los vecinos y las noticias.
La comunidad de propietarios ha colocado carteles en los ascensores pidiendo que se cierren las puertas después de entrar al portal y que se tenga cuidado de no abrir a ningún desconocido. «Me impresionó llegar al bloque y encontrarme con esos carteles, que para mí no son habituales. Hasta el casero me ha llamado para pedirme que por favor no abra a nadie», dice una inquilina recién llegada. El bloque, de cuatro pisos por planta y ocho alturas, tiene al menos otros cuatro pisos de alquiler para estudiantes.
«Se han metido en un buen piso, de cinco dormitorios, de los más grandes del bloque», señala uno de los vecinos más antiguos. Los okupas, una pareja, mantienen las persianas bajadas durante el día y las ventanas cerradas. A veces las abren por las noches y encienden las luces. La vivienda apenas registra movimiento y los usurpadores no generan ruido ni protagonizan altercados. «Solo que están ahí encerrados», explica otro vecino.
Los propietarios del resto de viviendas consultados por HOY andan entre la estupefacción y la sorpresa. «Llevamos aquí viviendo toda la vida, tranquilamente, y ahora de repente nos encontramos con esto. Esta es una zona tranquila de Badajoz donde no hemos tenido ni un robo en todos estos años», argumenta uno de los vecinos a otro en el rellano de la escalera.
No recuerdan el año exacto de la mudanza, pero sí inciden en que la media de edad de los primeros residentes oscila entre los 75 y los 80 años. Algunos vivían solos hasta que las familias han decidido que algún nieto mayor se vaya con ellos para que estén acompañados. «Esto no puede ser, no podemos estar en casa acojonados sin salir porque no sabes si cuando vuelvas te vas a encontrar a otro dentro de tu casa», señala uno de ellos.
A pesar de la intranquilidad, todos esperan que la situación se solucione de forma pacífica. Aun así, algunos hablan de buscar una solución entre todos. «Algo tendremos que hacer porque no nos vamos a ir los demás», dice un hombre de unos 80 años.
La mayoría de los vecinos han sabido de la okupación este fin de semana, cuando ni los estudiantes ni el propietario lograron acceder la vivienda. Muchos de ellos se preguntan cómo han podido descubrir que los universitarios estaban fuera de la ciudad ni cómo lograron abrir la puerta sin alertar al resto de pisos. «Esto es muy extraño», comentan justo antes de seguir cada uno con su tarea este jueves por la mañana.
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