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En la proa del barco está la cinta cosechadora que recoge las masas de plantas invasoras.
Arranca la vendimia del camalote

Arranca la vendimia del camalote

Un barco cosechador entró ayer en el Guadiana para limpiar el tramo urbano del río

miriam. f. rua

Miércoles, 5 de octubre 2016, 00:36

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Nueve y media de la mañana en el embarcadero del club de piragüismo, junto al azud de La Granadilla por la margen izquierda. La luz a esa hora transforma el agua en un espejo que proyecta las imágenes invertidas de la vegetación flotante. En masas dispersas, el camalote y el nenúfar mexicano se entremezclan en un baile perverso que desafía el ecosistema de un Guadiana asediado por las plantas invasoras. Se reproducen a mayor velocidad de la que operarios y máquinas son capaces de eliminar, en un duelo en el que, de momento, pierde el hombre. Las temperaturas están de su parte favoreciendo su propagación.

Sin botadura se arrancó el motor perkins de 150 caballos del Manatí I, un barco de catorce metros de eslora que entró ayer por primera vez a faenar en el tramo urbano del Guadiana, a su paso por Badajoz, para empezar la vendimia del camalote.

No se parece a una embarcación de recreo. El barco que la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) acaba de incorporar a la última barrera antes de la frontera lusa es una cosechadora agrícola flotante, construida expresamente para segar, recolectar, almacenar y expulsar las plantas invasoras del río.

La virtualidad de la nueva maquinaria es su alto rendimiento: es capaz de almacenar en una sola carga más de seis toneladas de planta, lo mismo que una embarcación normal en toda una jornada.

Para ello dispone de dos cintas transportadoras. La primera, colocada en la proa, está articulada y rematada con unas cuchillas. La cinta baja, se sumerge un poco en el agua y con el movimiento va segando y recogiendo las plantas. De ahí pasa a la segunda cinta que la almacena y compacta en el compartimento de carga. Cuando se llena, con el funcionamiento inverso de las cintas transportadoras el barco descarga las plantas en la orilla.

«Con esto nos evitamos el trabajo que hacemos con embarcaciones y barreras de tener que aproximar el material hasta la orilla para recogerlo. Aquí es el barco el que va al eje del río a por la planta», explica Nicolás Cifuentes, ingeniero de la CHG. La desventaja es que necesita al menos ochenta centímetros de profundidad para navegar. Esto hace que no pueda acercarse a recoger las plantas invasoras que se acumulan en las orillas, un trabajo que tienen que hacer con el anfibio y con las embarcaciones normales.

El barco cosechador, que hasta ahora había estado trabajando en el embalse de Montijo, limpiará el tramo urbano de río entre el Puente Real y el azud. «El barco está hecho como última barrera de paso de material y por eso trabaja en el último tramo», explica Cifuentes. Con él se retirarán las grandes manchas de plantas, en las que aparecen mezclados el camalote y el nenúfar mexicano. Con el nuevo barco, la segadora permite ir cortando el nenúfar -que se enraíza en el fondo del lecho del río- y acceder al camalote enredado en él. Porque la prioridad de la Confederación en este momento es controlar la plaga de camalote y evitar que pase de un tramo a otro.

Control, no erradicación

Con las temperaturas que registra la ciudad, ahora mismo todo el trabajo de extracción de las plantas es una medida preventiva de control para evitar que siga avanzando aguas abajo. Cada día los operarios retiran 1.200 toneladas de estas plantas invasoras del río pero, como reconoce Cifuentes, «su capacidad de crecimiento es muy superior». «Cuando bajen las temperaturas, todo el camalote que recojamos será neto», añade, y será entonces cuando se pueda hablar de control y limpieza en profundidad del Guadiana. «Hay que ser realistas . Ahora mismo erradicar el camalote no lo tenemos en mente», concluye.

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