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Las máquinas retiran camalote acumulado en la zona de La Pesquera. :: J. V. Arnelas
La Confederación Hidrográfica combate el camalote a las puertas de Badajoz

La Confederación Hidrográfica combate el camalote a las puertas de Badajoz

Las barreras, la maquinaria y los operarios impiden que la planta invasora penetre en el tramo urbano del Guadiana

MIGUEL VERÍSSIMO

Martes, 2 de agosto 2016, 07:55

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Una alfombra verde cubre el Guadiana. La imagen se ha vuelto habitual desde hace varios años, especialmente en zonas cercanas a Mérida, uno de los puntos más afectados por el camalote. Sin embargo, esta especie invasora aún no ha llegado a Badajoz. Se encuentra a las puertas y no consigue penetrar en las aguas de la ciudad gracias al combate de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG).

En la zona de La Pesquera, junto a la desembocadura del río Gévora, una enorme máquina sacaba ayer por la mañana el camalote del agua a palazos. Lo depositaba en el contenedor de un camión que lo vertía en la tierra, donde esta planta invasora de origen amanzónico se seca hasta morir.

El camalote se concentra en este punto gracias a una de las barreras que tiene colocadas la CHG por todo el Guadiana. Estos obstáculos -hay 5.000 metros de barreras repartidos por todo el río- impiden que el camalote avance aguas abajo hasta llegar a Badajoz. Además, concentra muchas plantas en el mismo punto, lo que facilita los trabajos de las máquinas, que a su vez se ven ayudadas por operarios que trabajan en barcas y empujan el camalote para que el cazo de una máquina pueda recogerlo.

En la actualidad, 60 personas trabajan en todo el Guadiana luchando contra el camalote. La mitad son personal de la administración y otras 30 son personas contratadas. Entre todos consiguen retirar diariamente del cauce del río un total de 1.100 toneladas de esta planta invasora.

Sin embargo, la lucha es desigual, ya que todos los esfuerzos de la CHG apenas sirven para contener el avance del camalote. «El sistema de crecimiento es por estolones. De un estolón sale otra planta y luego se separan. En un mes una planta origina 70 nuevas. En una semana la biomasa se dobla, es decir, si en el río tuviéramos 50.000 toneladas, en una semana tendríamos 100.000 y a la siguiente 200.000. El ritmo es tan bestial que por mucha máquina que nosotros metamos es imposible ganar», explica Nicolás Cifuentes, ingeniero de montes de la CHG.

El punto donde ayer trabajaban los operarios de la confederación, junto al azud de La Pesquera, estaba repleto de camalote en algunas zonas. Los esfuerzos de los trabajadores apenas tienen recompensa. «Esto lo limpiamos, pero en dos días lo volvemos a tener igual, o incluso en menos tiempo», señalaba Cifuentes.

Esta planta invasora apareció en el Guadiana por primera vez en 2004, concretamente a la altura de Medellín, en el río Ortiga, un afluente. Hubo una época en la que el camalote se comercializó como una planta ornamental, lo que pudo provocar que terminase en las aguas del río. «En 2005 creció bestialmente y hemos tenido episodios explosivos tremendos, el último en 2015», afirma el ingeniero de la CHG.

Sin embargo, el camalote no es la única especie invasora que puebla el Guadiana. El nenúfar mexicano y el helecho de agua son otras de las más comunes. La primera de ellas se suele confundir con el camalote. El nenúfar mexicano sí ha penetrado en las aguas del Guadiana a su paso por la ciudad de Badajoz, pero el camalote permanece de momento a las puertas, contenido por la CHG. «La gran diferencia es que el camalote flota libremente en el agua, toma los nutrientes y se va reproduciendo. El camalote va allá donde lo lleven la corriente o el aire -explica Cifuentes-. El nenúfar mexicano está agarrado al fondo del lecho y toma los nutrientes que hay en los lodos del río. Aunque tiene un crecimiento espectacular, no va a la velocidad que tiene el camalote».

En superficie, además, se pueden distinguir por las hojas y las flores, ya que mientras la floriscencia del camalote es de color violáceo, las flores del nenúfar son amarillas. «Desde el punto de vista ambiental nos preocupa muchísimo más el camalote. Yo entiendo que en el tramo urbano de Badajoz estén preocupados por el nenúfar, pero no tiene nada que ver con el camalote», afirma el ingeniero.

Actualmente en la zona de La Pesquera, además, se está produciendo un fenómeno denominado 'efecto cuna', consistente en que en la parte interior de las manchas de nenúfar mexicano crece el camalote. El nenúfar estabiliza el agua, la deja quieta y caliente, condición que aprovecha el camalote para extenderse. Este efecto hace más complicada la extracción de esta planta, puesto que las raíces del nenúfar atascan las hélices de las máquinas.

Según el ingeniero Cifuentes, la CHG se ha puesto en contacto con organismos de otras partes del mundo, como Sudáfrica, que también sufren la plaga del camalote y la única solución que se contempla es la contención, extrayendo plantas mediante máquinas. «Afortunadamente aquí tenemos algo de invierno, lo que lo ralentiza, si no esto sería un desastre», concluye.

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