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Familiares del anestesista impiden que los periodistas graben imágenes del médico cuando llegó al juzgado. Iván Arlandis

La madre de la niña de cuatro años salvó la vida de su hija al no hacer caso al anestesista y llevarla al hospital

Las investigaciones revelan una cadena de decisiones cuestionables y una falta de supervisión crítica en la clínica dental donde sedaron a las menores | Las dos pequeñas salieron adormecidas, una en carrito y la otra en brazos, sin haber pasado el tiempo de observación necesario

Javier Martínez

Valencia

Viernes, 5 de diciembre 2025, 12:30

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Una supuesta mala praxis del anestesista causó la muerte de la niña de seis años en Alzira y estuvo a punto de provocar el fallecimiento de la otra menor, según se desprende de las investigaciones policiales y las declaraciones de los padres de las dos víctimas. Las pesquisas realizadas por los agentes del Grupo de Homicidios revelan una cadena de decisiones cuestionables y una falta de supervisión crítica en la clínica dental Mireia.

Ambas niñas salieron de la clínica adormecidas, una en carrito y la otra en brazos, sin haber pasado el tiempo de observación necesario para un procedimiento de sedación intravenosa, lo que constituye un posible delito de omisión del deber de socorro.

El relato de los hechos es aún más estremecedor al conocerse que el médico, tras enterarse de que la niña de cuatro años tenía fiebre y respiraba con dificultad, se limitó a hablar por teléfono con la madre de la menor para darle unas recomendaciones.

La niña había vomitado dentro de la clínica tras la sedación intravenosa y su estado empeoró cuando llegó a casa, por lo que su madre llamó al centro privado. Estaba muy preocupada porque su hija respiraba con dificultad y la fiebre no bajaba. La dentista le dijo que informaría de inmediato al anestesista, pero este ya se había marchado.

Tras ser localizado e informado de los indicios de intoxicación, el especialista habló por teléfono con la madre y le indicó que podía esperar una hora para ver si los síntomas remitían, y si no mejoraba el estado de la menor debía de llevarla a un hospital. Pero felizmente, la intuición maternal prevaleció sobre la indicación médica, y la madre, desoyendo el consejo, trasladó de inmediato a su hija al Servicio de Urgencias del Hospital de la Ribera.

La rápida actuación de una madre preocupada y los esfuerzos médicos salvaron la vida de la pequeña. La Policía realizó esta reconstrucción de los hechos tras tomar declaración a los padres de la niña, el especialista y la directora de la clínica.

Además, el centro médico de Alzira no contaba con la autorización para realizar sedaciones por vía intravenosa, un hecho que agrava aún más la situación legal de la propietaria de la clínica, que también fue detenida por la Policía. La magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Alzira, que investiga el caso, acordó el jueves la libertad del anestesista, aunque con medidas cautelares, al considerar que no hay riesgo de fuga ni de destrucción de pruebas.

Según las investigaciones, el médico acusado de homicidio, lesiones, hurto y omisión del deber de socorro habría actuado con una negligencia temeraria, presuntamente, que causó la muerte de una de las niñas y puso en riesgo la salud de la otra.

Otra decisión cuestionable que podría haber evitado la muerte de la niña de seis años es que no avisaran a sus padres de que la otra menor tenía problemas respiratorios y fiebre, dos síntomas preocupantes de intoxicación, tras ser sedada poco antes con el mismo fármaco denominado midazolam.

Este medicamento utilizado por los anestesistas ralentiza la actividad del cerebro para facilitar el relajamiento y el sueño. Una simple llamada por teléfono podría haber alertado a los padres de la menor para que la llevaran con urgencia al Hospital de la Ribera antes de que sufriera el paro cardiorrespiratorio.

Además de la supuesta mala praxis del especialista en anestesiología y la directora de la clínica, la tragedia podría estar vinculada también a una intoxicación, posiblemente relacionada con la trazabilidad del fármaco anestésico administrado a las dos niñas. Este fármaco lo sustrajo del hospital público donde también trabajaba, según confesó a la Policía y a los inspectores de la Conselleria de Sanidad.

El caso de la niña fallecida en Alzira ha conmocionado a la opinión pública, pone en tela de juicio los controles sobre las clínicas privadas y los quirófanos de los hospitales públicos, y evidencia la falta de inspectores en la Conselleria de Sanidad.

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