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Recreación visual de cómo sería la azucarera que se instalase en ExpacioMérida, zona industrial pegada a la A-66. :: HOY
La conexión árabe de la azucarera con el dueño del matadero de Olivenza

La conexión árabe de la azucarera con el dueño del matadero de Olivenza

La región compite con Reino Unido para acoger la gran planta europea del grupo Al-Khaleej Sugar

Celestino J. Vinagre

Viernes, 30 de junio 2017

El dueño del matadero de Olivenza ha jugado un papel importante para que el grupo dubaití Al-Khaleej Sugar se fije en Extremadura para su proyecto de planta azucarera. El empresario español de origen jordano Ahmad Al-Kathib, galardonado recientemente por la Junta con el título 'Legado de Extremadura', ha ejercido de contacto con el grupo empresarial de Emiratos Árabes Unidos, que antes de pensar en Extremadura lo hizo en Castilla y León, la gran potencia nacional de la remolacha. Pero en la comunidad vecina no encontró respaldo para su gran planta azucarera, ya que allí ya funcionan cuatro fábricas dedicadas a la transformación de este cultivo.

La empresa árabe maneja ahora dos ubicaciones para iniciar las obras el próximo año: Extremadura y Reino Unido. Si se decanta por la primera opción, el sitio elegido sería Mérida. Por este motivo ha iniciado la tramitación administrativa para conseguir los permisos ante la Junta. En concreto, la solicitud de autorización ambiental integrada y el estudio de impacto ambiental del proyecto. Está auspiciado por la empresaria Hassa Jamal Al-Ghurair, de Emiratos Árabes. Es hija de Jamal Majid Al-Ghurair, fundador y director general del grupo Al-Khaleej Sugar. Ese grupo cuenta en Dubái con la mayor fábrica de azúcar del mundo.

Desde mediados del año pasado, la posibilidad de una gran azucarera en Extremadura se está moviendo por los despachos de la Administración extremeña y también del Ayuntamiento emeritense. Representantes del sector agrario extremeño han recibido también información.

La consultoría extremeña Arram ha asumido la gestión de una iniciativa empresarial mayúscula. La nueva planta supondría una inversión al menos 400 millones de euros y generaría 200 empleos directos. La fábrica podría llegar a procesar hasta los 5,4 millones de toneladas de remolacha al año, con las que se producirían unas 864.000 toneladas (Tn) de azúcar blanca. De azúcar moreno podría procesar 900.000 Tn al año y obtener unas 882.000 de esa variedad.

Si se hace en España sería en el parque industrial ExpacioMérida, al lado de la A-66 y a unos cinco kilómetros de la capital de Extremadura. La azucarera necesita 59,3 hectáreas en una primera fase, terreno disponible ahora mismo en la capital regional toda vez que ExpacioMérida tiene 207 hectáreas.

El grupo Al Khaleej no tiene tomada la decisión de dónde colocará su gran fábrica europea. Se conocerá en todo caso en pocos meses, después del verano. Existen varios factores claves a la hora de decidirse.

Entre ellas, los costes energéticos, la fiscalidad y la agilidad administrativa a la hora de tramitar y culminar todo el proceso burocrático.

Los costes de la energía y la legislación eléctrica de Gran Bretaña son más favorables para una empresa que se instale allí que en España.

«Haremos todo lo que esté en nuestra mano y nos permita la ley para que la planta se instale aquí»

antonio rodríguez osuna, alcalde de mérida

En cuanto a los impuestos, son menores en territorio británico. En ese país, por ejemplo, se permite no pagar el IBI durante los primeros siete años y el tipo nominal medio del impuesto de sociedades (el que pagan las empresas por su actividad) es del 19% mientras que en España es del 25%. Hay diferencias pero no insalvables. En España, con bonificaciones y otros conceptos se puede reducir ese impuesto a un tipo del 11%. Y los ayuntamientos pueden negociar, con permiso de Hacienda en algunos casos, bonificaciones elevadas de tributos locales.

En cuanto a la duración de los trámites, el grupo árabe da prioridad a tener los permisos en el menor tiempo posible. En Extremadura, si no hay sobresaltos, deberían estar antes de final de año. En Gran Bretaña se habla de un proceso más tortuoso de hasta dos años.

«Haremos todo lo que esté en nuestra mano y nos permita la ley para que la planta se instale aquí», señaló el alcalde emeritense, Antonio Rodríguez Osuna. «Venimos trabajando desde hace tiempo con el proyecto. Lo apoyamos pero la decisión final no es nuestra. Es una iniciativa privada», dijo Begoña García Bernal, consejera de Agricultura.

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