Míriam Al Adib
La ginecóloga Míriam Al Adib advierte en su último libro de los riesgos del acceso temprano de los menores a la pornografía
El primer contacto con material pornográfico se produce cada vez a edades más tempranas, en ocasiones a los ocho años. No tiene por qué ser ... una búsqueda intencionada, la mayoría de las veces es el resultado de una exposición accidental a través del móvil o las redes sociales. La ginecóloga y divulgadora Míriam Al Adib aborda esta verdad incómoda junto con Diana Al Azem, docente y CEO de Adolescencia Positiva, en su último libro 'Cuando la cigüeña empezó a ver porno'.
La idea surgió cuando ambas trabajaron juntas en un proyecto europeo relacionado con el caso de los falsos desnudos (montajes fotográficos con el rostro de chicas menores de Almendralejo) que afectó a la hija de la propia Al Adib. De aquella experiencia nació la iniciativa 'Que no te lo metan', presente en redes sociales y enfocada a impartir talleres sobre educación sexual a familias y adolescentes. El libro, afirma la autora, es una extensión natural de este trabajo.
«Diana ve cosas en las aulas y yo veo cosas en la consulta que nos preocupan mucho», explica. Esa doble mirada —educativa y sanitaria— estructura el contenido del libro, escrito a cuatro manos y orientado a ofrecer recursos ante un fenómeno cada vez más frecuente: la exposición temprana de los menores al porno.
La primera imagen de sexualidad que llega a los niños está marcada por estereotipos, violencia y ausencia de consentimiento. «Lo primero que ven no es real, el cerebro todavía no está formado para entender una relación sexual sana», advierte.
Las consecuencias, según la ginecóloga, son múltiples. Existe una desconexión entre la ficción pornográfica y la realidad, lo que dificulta integrar aspectos básicos de la salud sexual. Además, la repetición de patrones de dominación y cosificación de la mujer genera vulnerabilidades en las relaciones afectivas y en la percepción de los propios límites. Algunas jóvenes no identifican como agresión o violación situaciones que sí lo son, al haber normalizado dinámicas de consentimiento inexistente: «Creen que si se puede entender que han dado pie, tienen que aguantar las consecuencias».
La falta de educación sexual de calidad, sumada a la exposición al porno, en el que no aparece nada relacionado con el uso de métodos anticonceptivos, no solo afecta a las relaciones interpersonales, sino que contribuye al aumento de las infecciones de transmisión sexual entre los jóvenes. «Si antes los bebés venían de la cigüeña, ahora es el porno el que les educa», afirma Al Adib.
La educación sexual empieza en la cuna
La autora defiende que la educación sexual comienza desde la infancia y no se limita a una conversación concreta. El entorno de apego, la seguridad emocional y la confianza para preguntar son elementos clave en la formación afectivo-sexual.
«Cuando los niños preguntan, ese es el momento de oro para educar», sostiene. Las respuestas deben ser claras, adaptadas a la edad y libres de mitos como el de la cigüeña, que ocultan información esencial.
El problema es que el déficit de educación sexual no afecta solo a los menores, y Al Adib apunta que su generación tampoco la recibió. Para ella, la falta de formación de madres y padres dificulta cualquier intento de acompañamiento real. Mitos, tabúes y prejuicios continúan instalados en la población adulta, lo que contribuye a mantener una desconexión notable entre familias y adolescentes. «Mientras el 90% de los jóvenes consume porno, el 90% de los padres cree que sus hijos no lo hacen», manifiesta esta experta.
A este escenario se suma el papel de las redes sociales, donde la hipersexualización es un reclamo habitual. Al Adib critica abiertamente el impacto de los algoritmos en plataformas como TikTok: «Favorecen contenido cada vez más sexualizado porque buscan retener a los usuarios». Esta lógica, asegura, contribuye a que la autoestima de los adolescentes quede ligada a la exposición de su cuerpo o a la aprobación ajena.
La autora considera imprescindible exigir responsabilidades a las grandes tecnológicas y regulaciones que protejan a los menores. «Este libro lo presentamos en el Ministerio de Juventud e Infancia y la ministra aseguró que se realizarían acciones relacionadas con este ámbito».
Además de la promoción del libro, Míriam Al Adib está trabajando en una tesis doctoral que aborda los sesgos de género en la medicina, un tema que la ginecóloga reivindica desde hace años. Uno de los temas que aborda es el impacto de la vacuna del Covid en el ciclo menstrual. «Estoy deseando que se publique el último estudio», afirma, convencida de que avanzar en este campo supone un paso más en la visibilización de la salud femenina.
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