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Firma una media de 300 sentencias al año, con un tiempo medio de respuesta de apenas 45 días. El 19,25% de sus fallos son recurridos y su número de escalafón en la magistratura es el 3.395. Pero ninguna de estas cifras, y menos ... un porcentaje, hablan de la razón por la que Beatriz Biedma Riojano (Córdoba, 1977), la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, se ha convertido estos días en una de las juezas más mediáticas del país por el caso Azagra.
Su llegada a la 'alfombra roja' de la judicatura no es una elección personal sino que fue decidida por el programa informático que realiza el reparto de casos entre los cuatro juzgados de instrucción que funcionan en Badajoz. Fue así como la denuncia presentada por Manos Limpias contra David Sánchez Pérez-Castejón, el hermano del presidente del Gobierno, llegó al juzgado de Beatriz Biedma, la magistrada que determinó que había indicios suficientes para abrir diligencias de investigación.
Esa decisión y varios autos posteriores alcanzaron su culmen cuando el pasado 9 de enero tomó declaración al hermano de Pedro Sánchez, a quien explicó de forma sencilla que aunque el absentismo laboral no es un delito, ella tiene la obligación de investigarlo porque podría ser un indicio de que ha recibido un trato de favor en el puesto de trabajo que desempeña en la Diputación de Badajoz.
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El vídeo que muestra esa toma de declaración permite saber que Beatriz Biedma conserva su acento cordobés, que habla con educación al procesado y que se ayuda de dos ordenadores portátiles y de notas escritas a mano para dirigir el interrogatorio. Pero esa grabación no cuenta quién es en realidad la jueza que pregunta.
Sí lo hace su currículum, donde figura que antes de llegar a Badajoz trabajó en los juzgados de instrucción de Torrox (Málaga), Valencia de Alcántara (Cáceres) y Almendralejo (Badajoz). donde permaneció entre 2007 y 2011. Allí recibió la Medalla al Mérito Policial. Desde entonces, ya como magistrada, es la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, donde ha tenido que afrontar procedimientos de todo tipo. Los más sencillos, tal vez, sean los juicios por delitos leves a los que debe dar respuesta en sentencias que no se demoran en el tiempo. En ellos se resuelven, por ejemplo, los insultos que se lanzan los vecinos en una comunidad. Nada que ver con los delitos violentos que también instruye.
Ella era la juez de guardia cuando el pasado 30 de diciembre un vecino de Badajoz murió acribillado a tiros frente a la urbanización de Tres Arroyos, a pocos kilómetros del casco urbano. Desde entonces dirige la investigación que busca resolver la segunda muerte a disparos que se produce en Badajoz durante los últimos diez meses, las dos relacionadas con un clan familiar que fue condenado por narcotráfico.
En otras ocasiones los procedimientos afectan a derechos fundamentales como la integridad sexual. «Precisamente ahí ella se siente muy útil, le gusta hacer justicia ante situaciones tan dramáticas como los abusos sexuales que sufre un menor».
Ella fue también la magistrada que instruyó el caso de Pablo Sierra, un universitario de Badajoz que permaneció desparecido durante días y que fue buscado con desesperación hasta el hallazgo de su cadáver en el fondo del río Guadiana.
«Yo creo que es la jueza que más registros y más escuchas autoriza en Badajoz. Es una mujer que le pone mucho empeño a lo que hace», confirma una persona muy próxima a ella.
Aunque no solo los delitos sexuales y de sangre acaparan su atención. Biedma instruyó la causa en la que se investigaron hace años las publicaciones realizadas por un grupo de personas acusadas de utilizar las redes sociales para difamar al alcalde de Badajoz (PP) y a funcionarios municipales con el objetivo de promover una moción de censura. En su primer auto, la magistrada consideró que debía prevalecer la libertad de expresión, pero la Audiencia Provincial de Badajoz ordenó proseguir la instrucción y la causa desembocó en un escrito de acusación en el que se proponen penas de hasta 13 años de cárcel. Pronto se celebrará el juicio.
«Tengo una inmejorable opinión de esta magistrada, aunque justamente ahora mismo estoy recurriendo una sentencia suya. Es una de las mejores magistradas, muy razonable, muy sensata, atiende a todas las partes y no se deja guiar por lo que parece sino que va al fondo de los asuntos», destaca José Duarte, abogado penalista en Badajoz.
Precisamente él pidió amparo al Tribunal Constitucional en el año 2019 después de considerar que esta magistrada no dio respuesta al habeas corpus que solicitó tras la detención de un cliente suyo acusado de golpear a varios agentes de la policía. El abogado consideró que ante una petición de este tipo la jueza de guardia debería haber comprobado de forma inmediata si era cierta su queja entrevistándose con el detenido. «Ella acordó el ingreso en prisión y cuando yo planteé al Constitucional que debía haberse entrevistado inmediatamente con el arrestado me dieron la razón», recuerda este letrado, que a pesar de los desencuentros que mantiene en ocasiones con los magistrados, también con Beatriz Biedma, confía plenamente en la ecuanimidad de esta magistrada. «Tiene muchísima personalidad, si tiene que pisar un callo para mantener su criterio no tiene problema en hacerlo».
También en el Ministerio Fiscal confían en su profesionalidad. Desde su llegada a la carrera judicial ha instruido decenas de casos y «siempre se ha mostrado una mujer muy comprometida a la que le gusta tener todo bajo control», confirma un fiscal que la conoce desde hace años. «Siempre ha tenido buena sintonía con la Fiscalía», añade.
Casada, madre y vecina de Badajoz, Beatriz Biedma sigue manteniendo un contacto estrecho con su Córdoba natal, la ciudad en la que estudió Derecho y en la que se preparó para el asalto a la carrera judicial. Con apenas 25 años ya había aprobado, los dos exámenes a la primera.
Y aunque sus padres no han tenido relación con el mundo de la justicia, su familia sí ha contado con jueces y fiscales, y tiene una hermana que ejerce la abogacía. Tal vez por eso le llamó la atención la profesión de juez, que vive «con verdadera vocación».
En su vida privada es muy discreta y apenas hay referencias suyas en las redes sociales. No le gusta el fútbol pero sí todo lo que tenga que ver con la cultura. Resulta habitual verla en el cine o en el teatro, y acostumbra a escuchar programas culturales.
Por su trabajo, tiene buena relación con la Policía Nacional y con la Guardia Civil, pero no asiste a sus actos para mantenerse alejada de las cámaras, una manera de entender la vida que se vio sacudida cuando se convirtió en la magistrada que investiga al hermano de Pedro Sánchez.
Desde entonces, la jueza de instrucción que debe decidir si sienta en el banquillo a David Sánchez o archiva su caso, trata de manejar el procedimiento con la misma profesionalidad que los centenares de casos a los que ha dado respuesta en los últimos 22 años. «Yo pienso que a ella le da un poco de rabia que se ponga tanto interés en un caso como este y sin embargo pase inadvertido el importante trabajo que realizan los jueces a diario para conseguir una sociedad más justa. Pero el mundo está montado así», resume una persona que, como le ha ocurrido a Beatriz Biedma, se ha cruzado durante los últimos días con más periodistas que en toda su vida anterior.
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