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Alfonso Gallardo: «No he tenido desengaños en los negocios. Unos salieron, otros....»
A sus 93 años recibe otro reconocimiento en Jerez con el estreno de una calle con su nombre y asegura estar feliz por su trayectoria profesional
En Jerez de los Caballeros (9.112 vecinos, comarca de la Sierra Suroeste) sucedieron este sábado dos hechos inéditos. El primero, que Alfonso Gallardo Díaz ( ... 20 de febrero de 1932), el símbolo industrial del municipio y de Extremadura en gran parte de las últimas tres décadas, estrenó calle. El Ayuntamiento cambió la calle Lecheros, con más de 400 años en el viario jerezano, por la de Alfonso Gallardo. Es la calle donde nació, en su número 30. El segundo hecho excepcional que ocurrió fue que Gallardo aceptó por primera vez una entrevista con un medio de comunicación. Fue con el diario HOY. Ruedas de prensa dio, no muchas, pero dio. «Lo suyo siempre ha sido más de trabajar y trabajar, no de hablar», le defendía un íntimo amigo.
–¿Qué siente al estrenar su nombre en el callejero de Jerez?
–Una satisfacción grande y una alegría por mi pueblo.
–Cuando comenzó a recoger chatarra siendo adolescente, ¿se imaginaba algún día que acabaría siendo un gran empresario?
–No. Lo único que he pensado siempre es en trabajar y en atender a mis hijos, que son mis obreros. No he pensado en otra cosa. Ni en premios ni en nada más.
–Va a cumplir 94 años. ¿Cuánto tiempo ha estado trabajando?
–Desde que tengo uso de razón. Desde los siete años. A esa edad, compraba y vendía palomas y me las criaba mi padre. Ya de joven me puse a comprar chatarra.
–¿Qué es lo más satisfactorio que ha vivido en su trayectoria empresarial?
–No ha nada que pueda sobresalir. Todo ha sido precioso.
–¿Todo?. Ha vivido grandes conflictos laborales con los trabajadores, los mismos que cuando dejó el grupo, en 2019, se concentraron ante su casa y le ha aplaudieron a rabiar.
–Todo precioso. Nada. Todo precioso, digo.
–Pero con los que llama sus hijos, los trabajadores de sus empresas, ha tenido encontronazos sonados en las negociaciones por los convenios. Incluso usted hizo cierre patronal en alguna ocasión.
–Bueno, algún encontronazo sí ha habido. Pero muy poquitos. Bueno, más bien desencuentros con algunos de ellos, representantes de ellos pero por lo demás, mi relación ha sido buena, buena, buena con mis trabajadores. Ellos han sido mejor que yo, siempre. Gracias a ellos hemos hecho lo que hemos hecho.
–¿Es más fácil ser empresario en Extremadura en esta época, en el siglo XXI, que cuando usted empezó, en pleno franquismo?
–Los negocios son siempre los negocios. Hay que tener la misma idea. La de comprar bien y vender mejor.
–Ha hecho mención expresa en su brevísimo discurso de agradecimiento al expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
–Es que ha sido un presidente que ha hecho mucho por Extremadura. Mucho. Y por el grupo mio. Conmigo ayudó todo lo que pudo. Como he dicho, antes de pedir los permisos ya los teníamos en la mano. Aunque también me puso firme más de una vez para que hiciese las cosas como Dios manda.
–¿Se siente querido por todo el pueblo?
–Desde luego, creo que más de lo que me lo merezco.
–Como empresario he tenido desengaños, proyectos fallidos (como el de la refinería). Con reconocimientos como el de ayer y otros galardones, ¿se olvida de esos desengaños?
–No he tenido deseñgaños nunca. Esto es así. Unos han sido mejor, otros peor, otros... (silencio). Pero no han sido desengaños. Yo no siento eso.
–¿Le gustaría recibir la medalla de Extremadura?. Es el único gran reconocimiento que no tiene hasta ahora.
–La medalla de Extremadura, muy bien. Pero yo la único para la que la querría es para llevársela a la Virgen del Rosario, para llevársela a la iglesia de Santa Catalina.
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