PP y Vox llevan al límite la negociación del pacto para gobernar Extremadura
Los de Abascal exigen entrar en el Ejecutivo regional y los populares lo rechazan y les ofrecen solo la Presidencia de la Mesa de la Asamblea
Ana B. Hernández
Martes, 20 de junio 2023, 07:15
Pactar la gobernabilidad de Extremadura parece que está resultando más difícil de lo que ganadores y perdedores vaticinaron el 28-M. Esa noche, cuando los ... resultados pusieron sobre la mesa que los números daban a PP y Vox para liderar un vuelco político en la región, aunque el PSOE hubiera sido el partido más votado, los primeros celebraron la victoria y los segundos lamentaron la derrota. Porque nadie dudaba de que la etapa de Guillermo Fernández Vara como presidente extremeño había llegado a su fin.
Aunque con más votos que el PP, socialistas y populares empataron a 28 diputados. Unidas por Extremadura (integrada por Podemos, Izquierda Unida y Alianza Verde) mantuvo los cuatro con los que contaba en la legislatura anterior y Vox, sin representación hasta entonces en la Asamblea, irrumpió con cinco diputados. Por eso, en un Parlamento con 65 escaños, solo los 28 de PP y los cinco de Vox alcanzan los 33 en que se sitúa la mayoría absoluta.
Con los números en la mesa, por tanto, se daba por hecho un acuerdo entre los líderes de ambas formaciones en la región, María Guardiola y Ángel Pelayo Gordillo por parte de PP y Vox, respectivamente, para alcanzar un pacto de gobierno. Les unía a ambos su deseo y ganas de echar al PSOE de la Junta y abrir así una nueva etapa que pusiera en marcha, según han venido diciendo desde ambas formaciones, otra forma de hacer política. Por segunda vez en la historia de la democracia el PP tenía la opción de gobernar Extremadura, tras la legislatura de 2011 a 2015, en la que José Antonio Monago presidió la Junta, y parecía fuera de toda lógica que los populares no contaran con el respaldo de los de Santiago Abascal para ello.
Tal vez por eso PP y Vox decían que no tenían prisa por alcanzar el acuerdo y quizás, por el mismo motivo, la negociación comenzó tarde. O acaso fue porque el clima cordial que se requiere para emprender una negociación no era tal en Extremadura. Más allá del cruce de declaraciones entre Abascal y Guardiola antes y durante la campaña electoral a cuenta de las 'líneas rojas' que el líder de Vox decía que imponía la presidenta del PP extremeño, su defensa a ultranza de un gobierno en solitario, no gustó a la formación de ultraderecha. Mucho menos que lo mantuviera cuando los resultados electorales pusieron de manifiesto con claridad que necesitaba el apoyo de Vox para convertirse en la primera mujer en estar al frente de la Junta de Extremadura.
Vox entendió el posicionamiento de Guardiola como un ninguneo y por eso lo primero que Abascal le pidió fue que dijera con claridad y de manera pública que estaba dispuesta a pactar con Vox. «Cuando escuchemos un poco de respeto a nuestros votantes estamos seguros de poder iniciar una negociación», declaró el líder de Vox.
Guardiola pidió primero al PSOE que se abstuviera en la sesión de investidura para que ella pudiera ser presidenta. Pero cuando el PSOE le lanzó la misma petición, tras recordarle que era el partido que había ganado las elecciones y su presidente nacional abogaba por que gobernara la lista más votada, el PP llamó a Vox.
El primer encuentro presencial entre los equipos negociadores de ambos partidos tuvo lugar casi dos semanas después del 28-M. El 9 de junio, según PP y Vox, las dos formaciones hablaron exclusivamente de medidas políticas y no de reparto de sillones porque el objetivo era un acuerdo programático. Éste ha sido siempre el de María Guardiola, que antes de las elecciones y después e, incluso, con el inicio de la negociación con Vox en marcha, ha mantenido que no gobernaría en coalición.
Desde la formación de ultraderecha, por el contrario, se explicó ya entonces, tras ese primer encuentro, que el objetivo inicial en esa primera fase de la negociación era el acuerdo programático, pero que después habría que buscar la manera de que sus diputados tuvieran capacidad para controlar la ejecución del acuerdo, sin reclamar abiertamente hasta entonces estar en el Ejecutivo extremeño.
El pacto de Valencia
Pero tras ese primer encuentro en la región llegó el acuerdo exprés de la Comunidad Valenciana, en la que PP y Vox alcanzaron un pacto de gobierno siguiendo la estela de Castilla y León, la comunidad en la que se estrenó el primer bipartito de derecha en el país.
Un acuerdo que en uno y otro caso se concretó en la cesión a Vox de una vicepresidencia y tres consejerías, porque en uno y otro caso el PP necesitaba el voto a favor a de los diputados de la ultraderecha para gobernar estas regiones.
Aun así, ambos partidos aseguraron que cada territorio tiene sus peculiaridades y que lo ocurrido en uno no afectaría a otro. Lo dijo el pasado miércoles, un día después de que se anunciara el pacto de Valencia, el líder de Vox en Extremadura. Preguntado por si ese acuerdo pudiera motivar otro similar en la región, Ángel Pelayo Gordillo insistió en que «cada comunidad autónoma tiene sus peculiaridades y Extremadura tiene las suyas».
El mismo día la presidenta de los populares extremeños aseguró que «cuando cerremos el acuerdo con Vox se verá si mantengo o no mi palabra», esto es, su compromiso de que no gobernaría en coalición con los de Abascal.
Pero el pacto de la Comunidad Valenciana parece que sí ha influido en la región. Por el momento, esa misma semana estaba previsto que se hubiera celebrado el segundo encuentro entre los equipos negociadores para avanzar en Extremadura, pero finalmente no se produjo. Tal vez por ello, cuando se cumplió una semana del primero, el pasado viernes, María Guardiola reconoció públicamente que la negociación emprendida con Vox no había avanzado «absolutamente nada» y dejó claro su deseo de alcanzar el acuerdo, su disponibilidad las 24 horas de cada día para volver a sentarse a la mesa y continuar con las conversaciones.
Según dijo también, tras ese primer encuentro, se quedó en que sería Vox el que llamaría de nuevo al PP para seguir con la negociación. Y en un fin de semana marcado por la constitución de los ayuntamientos, esa segunda cita no se ha producido hasta la mañana de este lunes, víspera de la constitución de la Mesa de la Asamblea y primer órgano en el que el pacto de gobierno debe concretarse. Porque si el acuerdo entre Vox y PP sigue sin llegar y no suman sus votos, será el PSOE el que se hará con su control.
Precisamente, la Presidencia de la Mesa de la Asamblea es el único cargo que el PP ha ofrecido a Vox en un acuerdo de gobierno en el que recoge también quince medidas programáticas sobre los asuntos en los que ambos partidos están en sintonía.
El reparto de sillones
Pero Vox no ha aceptado ese acuerdo por la gobernabilidad de Extremadura y ahora sí, de manera clara, ha dicho que el pacto pasa por su presencia en el Ejecutivo regional. Primero el portavoz político de Vox, Jorge Buxadé, en rueda de prensa, y después el partido en la región, a través de un comunicado.
La formación de ultraderecha ha renunciado a solicitar la Vicepresidencia de la Junta, como ha logrado en Castilla y León y la Comunidad Valenciana, pero exige estar al frente de algunas consejerías, aunque no ha concretado ni cuántas ni cuales. Por eso ha rechazado el acuerdo planteado por el PP, según el cual «la presidenta del Partido Popular de Extremadura ostentará libertad para la confección del gobierno de la Junta de Extremadura». Y aunque en el mismo acuerdo también recogen los populares que Guardiola se someterá a un «seguimiento periódico del cumplimiento de los compromisos que las partes asumen mediante el presente acuerdo», a Vox no le ha parecido suficiente.
Ambos partidos aseguran que siguen con la mano tendida para conseguir el pacto. Ambos entienden que han demostrado con sus cesiones que realmente lo quieren, Vox renunciando a la Vicepresidencia del Gobierno y el PP dándole la Presidencia de la Mesa, pero no parece suficiente. El meollo está en el gobierno de coalición. El que no quiere María Guardiola. El que reclama Vox.
Por eso, por el momento, a pocas horas de que comience la constitución del Parlamento extremeño, no hay pacto entre los dos partidos que pueden sumar la mayoría absoluta para gobernar Extremadura. Porque aunque el acuerdo programático es posible, a pesar de los matices notables en algunas medidas, especialmente las relacionadas con la violencia machista, el reparto de sillones está llevando al límite la negociación entre las dos formaciones.
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