Helga de Alvear: un espíritu germánico tamizado por el sol español
Dotada de una fuerte personalidad y muy directa, la galerísta alemana rompía el hielo a base de socarronería y sinceridad
Por su origen alemán y por su importante peso en el mundo del coleccionismo es fácil imaginar a Helga de Alvear, una de las ... galeristas más destacadas de Europa, como una persona dura e inflexible. Lo cierto, y esto lo subrayan las personas que estaban a su lado, es que Helga atesoraba carácter y sensatez, sabía a donde iba, pero se permitía también ser irónica, disparar balas de humor en cualquier momento, decir lo que pensaba y, sobre todo, no ser solemne ni siquiera para expresar cosas importantes. Su toque 'easy going' se traducía también en su ropa, muy deportiva y cómoda, sin concesiones superfluas al glamour.
Eso y la generosidad, que se tradujo por ejemplo en la donación de un millón de euros durante la pandemia al equipo del investigador Luis Enjuanes en la búsqueda de vacunas contra el coronavirus, define en tres brochazos su carácter.
Helga de Alvear nació en el año 1936 en Kirn Nahe, Alemania. «Era muy pequeña cuando empezó la Segunda Guerra Mundial. Teníamos que hacer gimnasia con máscaras de gas», recordaba en una entrevista hecha por este periódico en 2019, en donde se manifestaba claramente en contra de las corrientes políticas radicales en ascenso. «He vivido la Segunda Guerra Mundial, es imposible que me guste la ultraderecha».
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Procedente de una familia industrial germana llegó a España con 21 años para aprender español y aquí conoció a su marido, el arquitecto Jaime de Alvear, de quien se enamoró y con quien tuvo tres hijas. De él, que falleció en 2010 tomó su apellido, dejando de lado el Müller, que en español, bromeaba, sonaba a «mula». «Como me enamoré me gustó todo de España», reconocía en esta charla la galerista que iba, en realidad, para música. «Yo quería ser pianista, pero mi padre me dijo que de eso no se podía vivir. Y dije, pues entonces idiomas. Me iba a los museos, a las óperas y así poco a poco he ido aprendiendo. Luego llegó la Feria de Basilea y Juana Mordó», recordaba en otra publicación de este diario. De Alvear empezaría a trazar su trayectoria en el mundo del arte en los años 80, que haría sólida con la apertura en 1995 de una galería con su nombre en las proximidades del Museo Reina Sofía de Madrid.
Compradora compulsiva de arte, como ella misma reconocía («soy una viciosa», declaraba entre risas), de corazonadas e ideas muy claras, lo cual no evitó, según también dijo, adquirir «alguna tontería», Helga reunió unas 3.000 obras que quería mantener unidas como fuera. Lo logró en Extremadura, en Cáceres, en un largo camino que duró casi 20 años. En 2010 se inauguró la primera fase de la Fundación y once años más tarde, el 25 de febrero de 2021 la ampliación, el actual Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, con la presencia de los Reyes de España. Ese día, los previos y los que siguieron repetía frases que eran como pellizcos para constatar que no estaba viviendo un sueño. «Encantada», «maravillada», «muy contenta», eran su mantra.
A pesar de que en los últimos tiempos su movilidad había empeorado, era habitual que estuviera en las inauguraciones de las exposiciones temporales. En ya pudo vérsela en silla de ruedas, levantándose unos instantes para transitar los espacios expositivos y posar para las fotos.
La muerte por infarto de José María Viñuela, conservador del Museo, artífice del proyecto y su mano derecha, en el año 2022, instantes antes de una inauguración, hizo mella en el ánimo de De Alvear, que lamentó en público que José María «se hubiera marchado».
A Helga se le reconoció en vida su trabajo con la Medalla de Extremadura en 2007 o la Medalla de Oro en Bellas Artes en 2008. Este diario la reconoció como 'Extremeña de HOY' en 2010. El último premio fue la Medalla al Mérito Cultural de Portugal, que le fue entregada en su museo hace un año. Fue el último acto público al que acudió.
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