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Una manifestación de activistas climáticos en Bélgica, con motivo de la COP26 que se celebrará en Glasgow. REUTERS
Los dos difíciles retos de la Cumbre del Clima

Los dos difíciles retos de la Cumbre del Clima

La gran incógnita de la COP26 será si se logra consenso real para regular el mercado de carbono y ejecutar un «fondo verde»

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Miércoles, 27 de octubre 2021, 19:17

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Se acerca otra Cumbre del Clima para que los Gobiernos ratifiquen sus compromisos para frenar el cambio climático antes de que produzca grandes catástrofes humanitarias. Como un gran saco multinacional donde caben temas de distinta índole relacionados con el desarrollo y el medio ambiente, en esta Conferencia de las Partes, COP26, que se celebrará en Glasgow, se refrendarán posiciones sobre adaptación a las consecuencias del calentamiento global, contaminación, indigenismo, feminismo, mitigación, financiación pública y privada, mares, papel de la sociedad organizada, renovables... incluso pandemia. En la anterior COP, celebrada en Madrid hace dos años, se clamó por aumentar la «ambición» para disimular la falta de acuerdos en los dos temas claves que elevan la temperatura interna de los salones de debate: la regulación transparente del mercado de carbono y los «fondos verdes». Aquella ambición, 24 meses y una pandemia después, ha demostrado su escaso recorrido.

Los científicos han reportado, Naciones Unidas mediante, que el objetivo de que la temperatura aumente como máximo un 1,5ºC (con respecto a la era preindustrial) para finales de siglo no se cumplirá. La previsión ya va por 2,7ºC. Se emiten, y emitirán, más gases perniciosos a la atmósfera, un 16% más para 2030, a pesar de que 143 países han actualizado sus compromisos. Algunos, como los miembros de la Unión Europea, han fijado metas «acordes con la ciencia». 'Hay que escuchar a los científicos' se ha convertido en un mantra de pasillo en estas citas.

Pero gigantes como China, Brasil, India suelen ser grandes incógnitas y se duda que los mecanismos de supervisión pautados para 2023 sean efectivos o ciertos. Por su parte, España ha hecho los deberes, defienden desde sectores del Gobierno, con leyes recientes y promesas de revisión al alza de la reducción de emisiones (ahora, en 55% en la red de emisiones para 2030) o de mayor impulso a la transformación energética. Como se vio en Madrid, bajo la batuta de la vicepresidenta de Transición Ecológica Teresa Ribera, España tiene un papel protagonista en las negociaciones.

Trampas de carbono

En Madrid se pedían acciones concretas, que sin embargo ya se habían estipulado que se tomarían en la siguiente cumbre, que empezará el 1 de noviembre después de aplazarla un año. En especial urge especificar qué mecanismos regularán el mercado de carbono con transparencia. Esto es, las cuotas y sanciones de cada país, con una supervisión que evite que «hagan trampas jugando al solitario», como indica una fuente relacionada con la misión española que acudirá a esta cita.

A este capítulo se le conoce como el artículo 6 del Acuerdo de París, ese gran marco que ratificaron 192 países. Ha sido siempre el debate de mayor fricción. En la COP25 se prefirió dejarlo fuera del convenio, para poder dar una imagen de compromiso mundial. Estuvimos cerca, dicen los negociadores, que reconocen que llegar a la solución ahora es urgente.

En Glasgow, la posición de España será que este punto debe suscribirse siempre que acelere las medidas contra el cambio climático. Si para llegar al consenso se revisa a la baja, España preferirá no suscribirlo. Para 'aguar' la 'ambición' mejor decir que no es necesario, en estos momentos, concretar una regulación del mercado de carbono. ¿Podría suceder que no haya consenso con el artículo 6 y se cierre otra vez un acuerdo de Glasgow en el que no se incluya este punto? Podría suceder, dice una fuente. La posición, y el mensaje, es claro: se cerrará siempre que responda a la «ambición» que suele invocar Ribera.

Dinero verde

El otro punto de fricción está en la financiación. Específicamente en el «fondo verde», que es el gran mecanismo con el que los países ricos pagarán la adaptación y la mitigación de los países sin recursos. Se había fijado que cada año se aportarían 100.000 millones de euros a partir de 2020. El objetivo está lejos de alcanzarse y tampoco hay planes precisos de gastos, más allá de crear «infraestructuras verdes» o crear «resiliencia». Los países en desarrollo, que exigen estos desembolsos sin ambages, piden más dinero para adaptarse, otros para mitigar los daños y las pérdidas.

La financiación será un bloque específico de la Cumbre del Clima, y la transparencia del gasto aquí, al igual que en el caso de las emisiones de carbono, será parte del debate. España, dice una fuente, ya ha realizado su aportación a estos fondos y trabaja en los anuncios respectivos. Europa, asegura, es la primera en financiación climática internacional. A pesar de los retos, esta cumbre debe ser trascendental y cerrar las brechas climáticas y sociales, dice una fuente del equipo español, sobre esta reunión que estará «liderada» por el primer ministro Boris Johnson, que será el nuevo «champion», como se conoce en el argot al que lleva la batuta de la negociación.

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