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Un hombre pasea por el desierto de Atacama antes de practicar 'sandboard'. Turismo de Chile.
San Pedro de Atacama, naturaleza de extremos

San Pedro de Atacama, naturaleza de extremos

Chile ofrece a los visitantes un escenario extraterrestre en la región de Antofagasta

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Jueves, 4 de julio 2019, 11:14

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Existe una lugar en lo más alto del planeta rodeado por el desierto en que se puede pisar la Luna, deslizarse sobre sal y ver montañas rosas. No es un cuento, sino San Pedro de Atacama, un lugar de naturaleza extrema en el noreste de Chile que puede sorprender hasta a los trotamundos con más kilómetros a sus espaldas.

Lo primero que sorprende del lugar es que el pueblo que sirve de base está a 2.400 metros de altura, pero el calor sólo abandona cuando llega el invierno boliviano con sus inesperadas lluvias. Allí, en ese lugar bautizado San Pedro de Atacama, la calma impera entre sus habitantes y el reloj se detiene con la calidez del clima y la presión de la altitud. Pero también porque desde allí se puede ver a un paso el desierto más árido del mundo, un lugar inexplicable por el que hasta los intrépidos pilotos del raid Dakar han tenido respeto.

Para los turistas, la oferta de artesanía, historia ancestral (Pucará de Quitor y la antigua aldea de Tulor) y tradiciones locales se une a la de los variados tour por la región de Antofagasta alrededor de esa meseta andina. Echar un vistazo fuera es ver el desierto sin horizonte, géiseres activos (El Tatío), lagunas de intensos colores (Laguna Verde -en territorio boliviano-), volcanes gigantes que se pueden escalar (Licancabúr y Láscar) y un deslumbrante salar de más de 100 kilómetros. Para explorar la zona se puede elegir la bicicleta y comprobar el estado físico del visitante, deslizarse por la arena practicando 'sandboard', relajarse en las aguas termales que facilita la naturaleza (Baños de Puritama) o mirar las brillantes estrellas del hemisferio sur en un cielo descontaminado.

La joya del lugar es la reserva nacional Los Flamencos (llamado así por la presencia de flamencos andinos), donde hay un espacio extraterrestre: el Valle de la Luna. Quienes han podido acudir a esa depresión natural se sienten privilegiados. Las formaciones rocosas inusuales ayudan a sentirse como en otro planeta rodeados de una naturaleza inusual que unir a esas montañas vertebradas con el rosa como si se tratara de arterias para dar vida al lugar. Cualquiera de las opciones puede dejar sin aliento al visitante.

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