Que Extremadura es una tierra llena de oportunidades no lo duda nadie. No hay más que ver cómo cada día son más las grandes empresas ... que se muestran interesadas por instalarse aquí. Y, sin embargo, tengo la sensación de que algo está fallando, no sé si les pasa a ustedes. Son muchos los proyectos que se ponen sobre la mesa. Inversiones millonarias, miles de empleos, oportunidades de generar riqueza y empleo… parece que todo está a nuestro favor. Todo, claro, menos nosotros mismos. Y es que durante demasiados años Extremadura se dejó arrastrar por una corriente de ecologismo radical que se instaló en Europa y que nos llevó a entrar en la carrera por ver quién tenía más terrenos protegidos.
¿El resultado? Hoy casi un tercio del territorio de Extremadura está sometido a alguna figura de protección medioambiental y se llega al punto de que trece municipios extremeños tienen el 99% de su suelo protegido. ¡El 99%! ¿La consecuencia? Que a la hora de la verdad no es nada fácil instalar nuevas empresas en nuestra comunidad, que todo son trabas, que todo son problemas y negativas… y que, además, cuando la Administración intenta dar los pasos que hagan posible un cambio real se encuentra con la oposición de los de siempre.
Porque nunca es suficiente. Para el ecologismo mal entendido que practican algunas asociaciones –de esas que subsisten únicamente por las subvenciones que reciben– lo ideal es que Extremadura se quede como está. Porque hoy rechazan las minas de litio de Cáceres y Cañaveral, el proyecto de ocio de La Siberia y la fábrica de diamantes como antes rechazaron la autovía Cáceres-Badajoz, la A-66, un sector como la caza e incluso la llegada del tren de la alta velocidad.
Son los del no porque no. Los del no porque –no nos olvidemos– han hecho de eso un medio de vida. Y mientras, nuestras ciudades y pueblos ven cómo sus jóvenes se marchan por falta de oportunidades y siguen mirando cómo se impone una minoría que es minoría pero también es la que más grita y la que más ruido hace. Ellos viven de esto, de defender a toda costa su «no» a todo lo que signifique cambio y progreso.
Como dijo el profesor Mora Aliseda en su brillante intervención en el Congreso Conservación, Caza y Cultura de Cáceres, a este paso el ser humano será una especie amenazada en Extremadura, nos declararemos en peligro de extinción y quizás entonces, solo quizás, seamos conscientes de que las cosas podían haber sido de otra manera.
Todavía estamos a tiempo de corregir el rumbo y de cambiar las cosas. No es tarde para que empecemos a apostar por un progreso industrial real, por hacer las cosas de otra manera y por ser conscientes de que necesitamos aprovechar nuestras oportunidades cuando se presentan. Sí, podemos hacerlo. O podemos seguir diciendo que «no» a todo el que quiera crear riqueza y empleo en Extremadura. Para algunos, no lo duden, ese es el escenario ideal.
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