La magia de la Navidad
Os animo a que recorráis las tiendas tradicionales de barrio y de vuestros pueblos, y os dejéis envolver por el trato cercano
Esperanza Mancera
Sábado, 21 de diciembre 2024, 23:30
En mi último artículo podría hacer un balance de este año, escribir acerca de lo bueno, lo malo, las noticias más impactantes o las que ... nos han llegado directas al corazón, pero no lo haré. Estamos en unas fechas en las que, de una manera u otra, nuestras vidas cambian y nos dejamos envolver por la magia de la Navidad.
Cada persona tiene un sentimiento distinto del significado de la magia de la Navidad; para los padres, la magia llega a sus hogares, cuando reúnen a sus hijos alrededor de la mesa; para los pequeños, cuando abren sus regalos bien el día de Navidad o en Reyes, depende de la tradición familiar; para los más jóvenes de nuestros pueblos, volver y reencontrarse no solo con su familia, sino con sus amistades y, como no, disfrutar al máximo; para los que juegan todos los años a la lotería, cuando su número es el agraciado en el sorteo de hoy; para los que padecen alguna enfermedad, cuando sanan; para los que no tienen nada, se conforman con el deseo de que algún día ocurra un milagro; para los que residen en asilos, recibir la visita de sus seres queridos; para los que han sufrido una pérdida, no habrá consuelo…, podría seguir, porque hay mil formas de ver, sentir y disfrutar de la magia de la Navidad. Luego están los que no creen en ella, aunque se suman al consumismo de estas fechas, a las cenas y a las fiestas, lo que agradecen las grandes superficies, la restauración y los pequeños comercios, ya que la cuesta de enero, y parte de febrero, está a la vuelta de la esquina. Os animo a que recorráis las tiendas tradicionales de barrio y de vuestros pueblos, y os dejéis envolver por el trato cercano. Como escritora, también os invito a que entréis en una librería, no hay mejor regalo que un libro para despertar la imaginación, sobre todo, para los más jóvenes que, por desgracia, han nacido en la era tecnológica.
Debido a ello, los buenos deseos se multiplican en redes sociales, mensajes por WhatsApp, videollamadas, correos electrónicos y, ¿sabéis qué?, echo de menos las postales navideñas, aunque yo sigo con la tradición. Suelo colaborar con alguna ONG o asociación, me encanta elegir la imagen ideal para la persona destinataria, así como dedicarle unas palabras con mis mejores deseos. Odio las felicitaciones impersonales que se comparten una y otra vez, así como los memes o gifs. Cada postal que recibo forma parte de mi rincón navideño, porque sí, soy de portal y árbol.
No nos dejemos deslumbrar por los destellos y busquemos la forma de hacer más felices a los que nos rodean. Olvidemos los retos que nos propusimos en 2024, los que no conseguimos, y miremos a 2025 con energías renovadas. Espero que este periódico siga contando conmigo. Me despido hasta el año que viene, como no podía ser de otra manera, con una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.
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