El valor de lo que no se ve
Análisis ·
Obras como el nuevo saneamiento de Cáceres son carísimas y apenas lucen, pero de ellas depende en buena parte nuestra calidad de vidaLa mayor inversión en obra pública programada en Cáceres se va a dedicar a construir algo que no se ve. Nada menos que 120 millones ... de euros tiene previsto gastar el Gobierno de España en renovar las infraestructuras de saneamiento de agua de la ciudad, cuyos trabajos han comenzado por fin esta semana tras bastantes años de retraso. Se incluye tanto una nueva estación depuradora de aguas residuales como una red de colectores que permitirán una gestión mucho más eficiente y moderna de las aguas sucias que genera Cáceres. Se reducirá el impacto ambiental y se devolverá a los cauces un agua más limpia.
La única parte de esta obra faraónica cuyo resultado quedará a la vista será la actuación integral que se va a acometer en la Ribera del Marco, en la zona de Puente Vadillo, donde se creará una franja verde con un canal naturalizado y un carril bici, una suerte de paseo fluvial del que hasta ahora carece esta ciudad sin río. Todo lo demás serán infraestructuras puramente utilitarias a dedicadas canalizar y depurar las aguas residuales. Este de tipo de inversiones son carísimas y apenas lucen una vez ejecutadas, pero de ellas depende en buena parte nuestra calidad de vida sin que tan siquiera nos demos cuenta.
Una vez en marcha los trabajos para renovar saneamiento, esencial para depurar y canalizar las aguas sucias, falta saber qué pasa con el abastecimiento. El nuevo trasvase que debe garantizar el suministro de agua de la ciudad es uno de los grandes despropósitos que ha sufrido Cáceres en materia de infraestructuras públicas, con decenas de millones de euros tirados a la basura en un proyecto, el de la canalización desde el embalse de Portaje, que se dio por irrealizable en 2014, siete años después de iniciadas las obras.
La solución que, según parece, se va a llevar a cabo finalmente es trasladar el actual trasvase desde el Almonte hasta el Guadiloba unos seis kilómetros río abajo, más hacía dentro del pantano de Alcántara, lo que en principio permitirá conseguir un agua de mejor calidad y no tan dependiente de los altibajos en la cota del embalse. El coste es también elevado, 24 millones de euros, pero el proyecto no deja de acumular retraso tras retraso por problemas administrativos y a día de hoy seguimos sin tener ni tan siquiera una estimación de cuándo pueden empezar unas obras tanto o más necesarias que las del saneamiento, puesto que repercuten directamente en el agua que beben los cacereños, cuya salubridad siempre anda al límite de los parámetros aceptables.
Al igual que la nueva depuradora y los colectores, la obra del trasvase depende del Gobierno de España, en este caso a través de la Confederación Hidrográfica del Tajo. Poco más puede hacer el Ayuntamiento que presionar y meter prisa, pero con amplitud de miras y sin partidismos, porque cuando de trata de infraestructuras de tanta magnitud que trascienden legislaturas no tiene sentido andar apuntándose tantos. Nunca sabe a quién le va a tocar en suerte salir en la foto.
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