Una 'Cleopatra' anodina, un musical que no enamora
El montaje de Ignasi Vidal no entusiasma a pesar de que Natalia Millán y Álex O'Dogherty firman un trabajo correcto y una buena escenografía
Molan los musicales. Molan. De forma general. Desde hace unos años vivimos la eclosión o, quizás, la resurrección de este género que este año nos ... llega al Festival de Teatro de Mérida. Para ser exactos, se mantiene en la programación por lo vivido en otras ediciones. El año pasado se nos presentó como una «comedia musical» La Paz, con el humorista Joaquín Reyes en el elenco. En 2023 con 'Los Titanes', con Ramoncín, la emeritense Noemí Gallego y una treintena de niños integrantes del coro del Centro de Educación Infantil y Primaria 'Donoso Cortés' de Don Benito. Y en 2021, el nuevo 'Golfus de Roma' de Carlos Latre, que inevitablemente hizo recordar, a los más viejos del Teatro Romano, al de 1993 de Javier Gurruchaga y Mario Gas.
En Mérida estamos preparados para saborear (o atragantarnos, depende) dramas y comedias y, a este paso, también musicales. Musicales, teatro musicalizado, musical teatralizado... El repertorio empieza a ser amplio. Quizás aprovechando ese viento de cola de atracción musical, Jesús Cimarro, director del Festival emeritense, ha programado para esta edición otro, 'Cleopatra enamorada', echando mano de nombres históricos de tronío porque Cleopatra y Marco Antonio, la egipcia y el romano, dieron para mucho en su época y lo siguen dando dos mil y pico años después. 'Cleopatra enamorada, el musical', lo denomina el Festival, incidiendo en un nombre y en el género cultural. La realidad es que, por lo visto anoche en su estreno, presenciado por unos 2.800 espectadores, no va a pasar a la historia de los montajes memorables del Festival. Correcto sin más. Plano en gran parte de sus 110 minutos de duración. Y eso que la temática elegida promete.
Noticia relacionada
Fotos | Las mejores imágenes del montaje de 'Cleopatra enamorada'
La faraona, la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, es uno de los personajes históricos que más veces se ha representado en el cine y la literatura. Su tormentosa historia de amor con Marco Antonio quedó marcado para la cinematografía en la película que en 1963 dirigió Joseph Mankiewicz con Elisabeth Taylor y Richard Burton, dos actores que iniciaron un romance tan explosivo y apasionado como el de sus personajes.
Nuestra Cleopatra ahora festivalera es Natalia Millán y nuestro Marco, Álex O'Dogherty. Con dirección de Ignasi Vidal y dramaturgia del almendralejense Florián Recio. Lo de menos es el argumento, más o menos fiel a la historia. Lo de menos es si Cleopatra y Roma (Julio César primero y Marco Antonio después) es una relación de exclusivo interés político o de amor sincero entre personajes. O de las dos cosas. Se permiten las licencias argumentales. El hándicap es que el espectáculo, quizás, no responde a las expectativas. Porque, por elenco, hay buena bellota para hacer un buen jamón. Pero esta obra, una pieza teatral musicalizada más que un musical al uso, amaga pero no da. Anticipa chispa y nunca surge el fuego. Trata de implosionar los sentimientos del espectador pero se queda sin mecha. Sugiere pero no culmina.
De un lado, la madrileña Millán. Actriz, bailarina y cantante. Es una apuesta segura. Como actriz y cantante. Y si juntas ambas facetas, mejor que mejor. Durante su trayectoria profesional, Millán ha interpretado más de 35 personajes en teatro, cine y televisión. Ha actuado en montajes como Jesucristo Superstar, o Cabarety en el más reciente Billy Elliot. «Canta muy bien, canta muy bien», decía un espectador anoche cuando su acompañante le preguntó que le había parecido el espectáculo. El elogio se quedó ahí, en la actuación musical de Natalia Millán.
De otro lado, el humorista Álex O'Dogherty, que no canta tan bien pero no desentona. Y ofrece, además, varias caras en su actuación, desde la de un vulgar borracho y mujeriego a un hombre que se le cae las babas por una Cleopatra, que se presenta más como una mujer desgraciada en lo sentimental, anodina hasta en lo anímico, que astuta y gran política, que jugó con su belleza y su sensualidad con los romanos.
'Cleopatra, enamorada' se convierte durante unos segundos en una fiesta de música rave, fiesta musical electrónica que para los espectadores más jóvenes que acudieron anoche al Teatro Romano de Mérida supuso el momento más feliz del montaje. Para los más veteranos o para los cincuentones, poco entusiasmo supuso. Ni las composiciones musicales que guiaron el montaje, distribuido en nueve escenas. Composiciones simplonas aunque bien ejecutadas.
La presencia del coro (Martina Vidal, Vicky Condomí, María Gago, Urko Fernández, Alex Signoretti y Jesús González) vuelve a mostrar ese regusto porque su trabajo es más que efectivo, pero tampoco logra relanzar la cadencia de un espectáculo con mucho menos efervescencia, desde luego, que la historia de Cleopatra y Marco Antonio.
Tampoco desentona, más bien al contrario, la escenografía, de David Pizarro, que opta por colocar sobre la escena del Teatro una hilera de lo que vendrían a ser campos de cereales en Egipcio (fue el gran granero del Imperio Romano) y una esfera situada en medio del escenario que no lo afea en absoluto. Pero ni aún así. Ni con unos más que aceptables Iván Clemente (en el papel de Cesarión, el hijo de César y Cleopatra) e Habana Rubio (Selene, hija de Marco Antonio y Cleopatra). Que no.
'Cleopatra enamorada. El musical', en el Teatro Romano de Mérida hasta el próximo domingo, cumple sin más. Narra una de las historias más recordables por el gran público y que se presentaba en la edición 71 del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida bajo altas dosis de atractivo. Pasará como un espectáculo de aprobado escuetamente que se quedó muy lejos del sobresaliente que los dioses de Egipcio y de Roma podían aventurar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión