Borrar
¿Qué ha pasado este jueves, 4 de diciembre, en Extremadura?
El 'Golfus de Roma' dirigido por Daniel Anglès pretender ser una actualización de la comedia musical de los años 60 del siglo pasado. J. M. ROMERO

El nuevo 'Golfus de Roma': más que Latre para divertirse

A pesar de un inicio discreto, el musical 'Golfus de Roma' coge impulso gracias a la brillante partitura y al amplio reparto con el humorista como figura mediática

Viernes, 30 de julio 2021, 19:18

Comenta

Ni Carlos Latre es Javier Gurruchaga, ni Daniel Anglès es Mario Gas, ni la estructura del 'Golfus de Roma' de 1993 se parece a la que ahora se representa en el Teatro Romano. Tiremos de obviedades para poner en contexto una inevitable comparación que transita estos días por los fieles espectadores del Festival de Mérida. En el imaginario colectivo, ese Golfus de hace 28 años (además de Gurruchaga, lo hicieron José María Pou, Gabino Diego y Vicky Peña) se mira con devoción entre los fieles de las representaciones en el Teatro Romano. El de ahora sospecho que igualmente se recordará, aunque según el nivel de exigencia que se marque cada uno lo colocará en lo más alto del pedestal artístico o en un escalón bueno pero algo inferior.

Es lo que tiene las altas expectativas. Tan buenas para atraer al público y para engordar la taquilla como peligrosas por el nivel de decepción que conllevan si no se saborea lo previsto. Si algo se vende como muy bueno, la función debe alcanzar un nivel de excelencia para corroborarlo. No vale el aprobado raso.

Con el remozado 'Golfus de Roma' estrenado este jueves y que estará en cartel hasta el domingo 8 de agosto, salvo el parón del próximo lunes, la línea que separó la decepción de la gloria artística estuvo demasiado difusa en buena parte de la función. Demasiado para lo que se ofrecía como declaración de principios.

Un director con una voluminosa mochila de musicales a sus espaldas (Anglès); un humorista mediático, idolatrado, de mil registros (Latre); la actualización de una comedia musical mítica de la década de 1960 creada con éxito en Broadway; un público absolutamente entregado a la causa antes y durante el desarrollo de la función...

 

Vaivenes

Había pocos motivos en realidad, para poder pensar que este 'Golfus' podía ser un pequeño fiasco en la programación de la edición 67 del Festival. Un montaje que cuenta con un presupuesto sideral, un millón de euros (una coproducción del Festival con la compañía Focus). Y no, finalmente no lo fue. Pero hubo momentos en los que se acercó más a lo anodino o a ese citado aprobado raso que a lo memorable. Sucedió en fases de la primera parte del montaje, que dura 135 minutos y tiene un descanso de 15. El musical no acabada de ser redondo, aunque la puesta en escena y el trabajo de los músicos-actores nunca fuera cuestionado.

El 'Golfus' del siglo XXI navegó por las aguas de la atonía en esa parte inicial del espectáculo en la que los enredos no acaban de coger carrerilla, ni Carlos Latre se adaptaba a un exigente papel en un debú de altura en Mérida, ni la trama avasallaba por su comicidad salvo para aquellos espectadores que sueltan unas risas sonoras y se muestran felices con el simple vuelo de una mosca al lado de las maravillosas columnas del Teatro.

Pero llegó el intermedio y el espectáculo se desmadró. En el mejor sentido de la palabra. Ágil, chisposo, con el mismo extraordinario trabajo musical desde el inicio, con un reparto magnífico en su actuación colectiva...Este Golfus dinámico acabó con gracia y disfrute general.

Su estreno, ante unos 2.000 espectadores, dejó el mejor sabor posible y la certeza de que el musical irá ganando músculo a medida que coja rodaje.

A esa aseveración se suma otra: el montaje, su virtud, es mucho más que la actuación de Latre. Buena noticia para el público generalista, no para el que responde solo a un determinado actor. Tiene mucho mérito porque hay 22 actores en el escenario.

Chispa

Le costó ser convincente este 'Golfus de Roma' sustentado en un conjunto de payasos, de cómicos, que llegan a la Ciudad Eterna y a partir se desarrolla la trama clásica. Lo hizo con el favor por adelantado de buena parte del público, ese que llega al Teatro dispuesto a disfrutar sin apenas exigencias teatrales o musicales. ¡Qué agradecidos tienen que estar actores y directores ante semejante trato en Mérida!.

"Creíamos que íbamos a venir a Mérida a hacer feliz al público y ha sido el público el que nos ha hecho feliz con su respuesta", admitía al final del estreno el director del musical, Daniel Anglès.

Pero el musical se fue entonando, empezó a ganar ritmo, solvencia, hilaridad (ya saben, hacer reír bien es lo más difícil del mundo pero cuando se consigue tiene doble premio) y una majestuosa partitura. Maravillosa. Una sinfonía aderezada con la interacción de los integrantes de una orquesta convertidos también en actores.

Carlos Latre -cuyo fuerte no cantar- se fue ensanchando, se fue gustando, al igual que los actores, seguramente menos conocidos para el gran público pero mucho más eficaces. Con eso y con una música en directo cautivadora la función empezó a retumbar en toda su plenitud. De lo insustancial se pasó al gozo. De la risa forzada a la sincera. De lo regular a lo bueno o sobresaliente.

Que la gente venía a ver al humorista castellonense-tarraconense se evidenció en cuanto se le vio la cara. Recibió un atronador aplauso. Eso, seguramente, destensó a Latre, quien admitió que llegaba a Mérida con mucho respeto (también habló de miedo) a las piedras del monumento romano. Se notó en los comienzos del musical, con un guiño al Golfus de 1993 cuando puso su voz, imitando a Gurruchaga, en el tradicional aviso que se lanza a los espectadores antes de empezar cualquier función.

Pero Latre mostró lo que se esperaba de él en cuanto la comedia empezó a ser realmente comedia, con una sucesión de enredos y equívocos, y al él le empezaron a salir, entre texto y texto, las imitaciones de personajes actuales para decir breves frases. Por aquí en boca de Boris Izaguirre; por allá en la de Juan Carlos de Borbón o Peito, el 'cuñao del Risitas'. Así todo fue más fácil, más divertido, más logrado. Puede estar feliz.

Virtud colectiva

Quizás este Golfus de Roma del siglo XXI será recordado como el que protagonizó Latre (encarna al esclavo Pseudolus que busca su libertad) pero, siendo justos, la brillantez llega con un amplio reparto de actores, casi todos debutantes en el escenario del Teatro Romano emeritense.

Entre ellos, Diego Molero, en el papel del viejo Senex; Meritxell Duró (Lycus); Frank Capdet (Hysterium); Eloi Gómez (Eros); OriolO (Erronius); Eva Diago (Dómina) y Ana San Martín (Philia) y unos excelsos músicos que consiguen crear definitivamente una comedia- musical para recordar.

El director, Daniel Anglès, creó -aunque no hacía falta, sinceramente- un ambiente de mayor complicidad entre los integrantes del montaje y los espectadores con la interacción de los payasos con el público antes del inicio del espectáculo y durante el entreacto. Cuestión de más cercanía. Un motivo más para reír y aplaudir.

Al final a este 'Golfus de Roma' no le hizo falta guiños efectistas o simplezas textuales para provocar la carcajada fácil para conquistar y el aplauso sincero por la diversión conseguida. Fue el musical de las risas. Objetivo logrado para una de las mayores producciones del Festival.

Los cómicos, el circo, los payasos. Bajo ese marco se presenta el alocado musical estrenado anoche en el Teatro Romano emeritense. J. M. romero
Carlos Latre, en su debú en el Teatro Romano de Mérida.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy El nuevo 'Golfus de Roma': más que Latre para divertirse

El nuevo 'Golfus de Roma': más que Latre para divertirse