¡Que viene el Real Madrid!
Jornada histórica. El partido del martes 3 evoca las visitas del Cordobés, Franco e Induráin
A la media hora de saberse que el Cacereño jugaría contra el Real Madrid, ya había recibido dos llamadas telefónicas pidiéndome entradas para el ... partido. Si a mí, que no soy nadie en el mundo del fútbol, me han pedido entradas, imagino la cantidad de peticiones y compromisos que deberán atender los jugadores y los directivos del club, por no hablar de los propios abonados, que, según me cuentan, acabarán enfadándose con amigos y familiares porque deberán escoger entre hermanos, cuñados y primos a la hora de comprar el cupo de entradas que tiene asignado cada socio.
El partido contra el Real Madrid ha sido el mayor y mejor regalo que la fortuna podía deparar al Cacereño. Un encuentro contra el equipo más querido, admirado y amado, en Navidad y en vísperas de Reyes. Porque uno es del club de sus amores para sufrir y del Madrid, el Barça o el Atlético para ganar (en el último caso, también para sufrir). Y en Cáceres, por mayoría, somos del Cacereño y del Real Madrid, así que la ciudad vive en estado de euforia y se avecina un caos inenarrable, indescriptible e imprevisible porque meter 20.000 personas donde ya con 5.000 había problemas se antoja un empeño imposible.
Al estadio se llega en el autobús urbano de la línea 5, pero solo circula cada media hora y cuando acabe el encuentro, ya no habrá servicio así que se impone un esfuerzo y un refuerzo. El aparcamiento exterior es grande, pero se llenaba ya en los buenos partidos de Tercera, así que habrá que dejar el coche en los lugares más inverosímiles. La llegada de automóviles será complicada, pero el regreso se anuncia como la más grande epopeya motorizada jamás contada en Cáceres.
Todas estas vicisitudes y perspectivas provocan un subidón de adrenalina colectivo que nos tiene en un sinvivir. Y a todo ello hay que sumarle la aparición de Cáceres en los medios nacionales antes del partido. Es raro que el Cacereño sea noticia fuera de Extremadura salvo algún breve si asciende. Ahora es diferente: cualquier tontería se convierte en gran exclusiva, los directivos y jugadores se han convertido en personajes mediáticos y hay reportajes sobre cómo vendrá el Real Madrid a Cáceres a sabiendas de que no hay aeropuerto, el tren es un riesgo y el autobús, un incordio.
En alguna emisora, se ha hablado del pueblo de Cáceres y los tópicos producto de la ignorancia se están desbocando y se suceden con tal de conseguir una buena historia cuyo argumento es: el gran Real Madrid se va a enfrentar al humilde equipo de un sitio sin aviones, con trenes decimonónicos y con una afición que lo más espectacular que ha visto en su estadio fue cuando los jugadores del Astorga lanzaron al público cajas de mantecadas.
Aunque hay algo que tiene descolocados a reporteros, corresponsales y especialistas. El Cacereño, ese equipo de un pueblo perdido, va a preparar el partido contra el Real Madrid realizando una gira por Nepal. Ahí sí que les hemos dado fuerte. Si en Cáceres no entendemos bien lo de Buda y menos que el Cacereño se vaya jugar a Nepal con un séquito de 50 personas a gastos pagos, imagínense la perplejidad que reina en periódicos deportivos como Relevo, As, Marca, Sport o Mundo Deportivo.
No estamos solo ante el partido del siglo en Cáceres, sino ante una fecha histórica que se sumará a las tres jornadas en que más mollejas se despacharon en el bar Rialto y más polos de limón con pipo se vendieron en la confitería Isa, a saber: el día que toreó el Cordobés, la tarde en que vino Franco y la etapa en que llegó Induráin. Y todo eso dando por sentada la derrota. Como ganemos...
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