«Cuando mejor estaba mi hermano, ETA se lo llevó»
Víctimas del terrorismo extremeñas ·
Asexvite homenajea en Abadía, su pueblo, a Juan Bautista Castellano, militar asesinado por los etarras, y en Cerezo recuerda a todos los que sufrieron el terrorismoTreinta y seis años hace de la mañana en que dos etarras le dispararon tres tiros a Juan Bautista Castellanos, teniente de farmacia del ... Ejército de Tierra empleado en la botica del Gobierno Militar de Bilbao. Tenía 56 años y era extremeño. De Abadía (Cáceres), en el valle del Ambroz, al pie de la Ruta de la Plata. Este martes de verano que no lo parece, su recuerdo volvió a su pueblo.
No son aún las once y media, hora acordada para el inicio del homenaje, y el presidente de Asexvite (Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo) ayuda a colocar un ramo de flores naturales en honor del paisano asesinado por los terroristas. La idea era ponerlo justo bajo la placa de calle con su nombre, pero llueve y hace aire, tanto que el viento se lleva las flores. Mejor amarrarlas a la farola que hay justo al lado, donde quedan bien aseguradas, rodeadas por una cinta donde pone 'Asexvite, siempre con vosotros'. Ese 'vosotros' es la familia. Las familias, en plural. Principales destinatarias de actos como los dos, uno en Abadía y otro en Cerezo, que este martes devolvieron al presente a las víctimas extremeñas del terrorismo, que fueron 63, de ellas 55 a manos de ETA.
«Juan Bautista y vivió aquí hasta los veintitantos años. Éramos 9 hermanos. Él era el único militar»
José Castellanos
Su hermano fue asesinado por ETA
El primero en llegar ahí, al inicio de la calle Juan Bautista Castellanos, es José Castellanos, el único hermano vivo del militar asesinado. «Éramos nueve hermanos, pero ya solo quedo yo y mi hermana, que vive en Madrid pero ha venido, porque pasa los veranos en el pueblo», explica José, que no aparenta los noventa años que tiene. «Juan Bautista está enterrado en Bilbao, pero él nació aquí y vivió aquí en el pueblo hasta los veintitantos años que se fue primero a Madrid y luego a Bilbao. Y cuando mejor estaba, se lo llevaron. Él siempre mantuvo el contacto con el pueblo. Venía mucho. Primero a casa de mi madre, y luego se hizo una casa él. Ya la vendieron. Tiene dos hijas. Su viuda murió hace poco más de un año».
Historias de emigrantes
Cuenta José la historia de su hermano y suenan los ecos de tantos emigrantes que se marcharon de Extremadura en los años sesenta. Fueron cientos de miles, en un éxodo que le hizo un roto a la pirámide de población regional. El propio José se contó entre ellos. «Yo estaba en el aeropuerto de Barajas el día que mataron a mi hermano, que fue un 25 de abril», recuerda el hombre, certero en la fecha. Fue en el año 1989. «Iba a coger un avión para ir a La Coruña a trabajar –recuerda–. Yo he tenido trabajos duros, en sitios malos. En la metalurgia. He trabajado el aluminio y las máquinas de fundición. Me llamaron y me dijeron que me tenía que volver. Me engañaron. Me llevaron y luego ya me contaron que a mi hermano le habían matado».
«Después –sigue contando José Castellanos– yo hice mucha fuerza con el alcalde de aquí para que le pusiera una placa, una calle. Hace ya muchos años. Y al final se le puso. Y encima enfrente de mi casa, que aquella casa de allí –dice señalando con la mano–, era mía».
«Las víctimas del terrorismo sabemos cuánto se sufre, y por eso somos las primeras en defender siempre el diálogo», reflexiona José María Antón, presidente de Asexvite, que ayer fletó un minibús desde Badajoz con miembros del colectivo y familiares de extremeños víctimas del terrorismo. «Con estos actos –apunta Antón–, lo que hacemos es acompañar a las familias, ayudarles a sobrellevar su dolor, que siempre se lleva mejor en compañía. Las víctimas nos entendemos bien entre nosotros. Nos gustar estar juntos».
«Mensaje a la sociedad»
Y hay una segunda razón para seguir organizando actos como los de este martes en Abadía y Cerezo. «De esta forma –explica el presidente de la asociación–, le recordamos a la sociedad que el sufrimiento de las víctimas de terrorismo perdura. Porque una madre que pierde a un hijo no va a olvidarlo nunca, y lo mismo un hermano que pierde a un hermano, o quien se queda para siempre sin su pareja».
En Cerezo, a 25 minutos en coche de Abadía, en la Mancomunidad de Trasierra-Tierras de Granadilla, cerca del embalse de Gabriel y Galán, vive Antonio, una víctima del terrorismo que no pudo acudir al homenaje porque tenía una cita médica que llevaba mucho tiempo esperando y no debía perder. Sufrió un atentado que no le mató pero le mermó la salud de forma importante.
Ayer, le citaron en los discursos del acto celebrado en el parque dedicado precisamente a las víctimas del terrorismo. «Lo inauguramos hace un año y nos gustaría celebrar un acto de recuerdo y homenaje a ellas todos los años», explica Isidro Hernández, alcalde de la localidad. Él ayudó a izar la bandera de España, en un acto al que acudieron responsables de zona de la Guardia Civil y la Policía Nacional, y también Fernando Manzano, secretario general de Interior, Emergencias y Protección Civil de la Junta de Extremadura.
Subió la bandera, sonó el himno nacional, Asexvite y el alcalde y Manzano colocaron ramos de flores al pie del mástil. Y mientras el homenaje avanzaba, empezó a llover más fuerte.
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