Juanma y Chelo reabren el bar del pueblo más pequeño de Extremadura: «Es el punto de reunión»
El descenso continuado de estos establecimientos, sobre todo en los municipios menos poblados, convive con casos como el de reapertura del de El Carrascalejo
Seiscientos euros al mes de arrendamiento, más el pago de la luz, el agua y por supuesto el coste de comprar alimentos y bebidas. Las ... cuentas para Juanma Valiente y Chelo Cortés están claras. Cada mes este matrimonio, encargado del bar de El Carrascalejo, debe hacer frente a unos gastos más o menos fijos mientras que los ingresos que los compensen están mucho más en el aire. Y más cuando dependen de los clientes que acudan al único bar de un pueblo de 78 vecinos censados.
«De momento, en los dos meses que llevamos abierto, estamos en orden, no debemos nada», decía ayer Chelo con satisfacción al equipo de HOY desplazado a El Carrascalejo, a 14 kilómetros de Mérida. Es el municipio extremeño menos poblado.
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¿Se puede ganar uno la vida con un bar en un pueblo pequeño? La pregunta es evidente y Juanma la responde con optimismo. «Hay expectación para venir al bar. No solo de la gente de El Carrascalejo sino de pueblos cercanos y de Mérida, que vienen los fines de semana a comer», comenta el cocinero del Alkántara Plaza, que es como ha rebautizado al bar del albergue de El Carrascalejo. Es de titularidad municipal.
En Extremadura, 552 bares cerraron la década pasada. En lo que llevamos de esta, con la pandemia de por medio, la tendencia de la desaparición de estos establecimientos se consolida. Y más cuando hablamos de municipios pequeños.
El de El Carrascalejo lo había llevado hasta que se jubiló en mayo Agustina Lencero. «En el pueblo siempre ha habido un bar. Antes era el Teleclub, que llevaba Agustina. Cuando hicimos el albergue, que incluía un bar, le ofrecimos desde el Ayuntamiento que se quedara con él. Aceptó. Cerró el del Teleclub y se vino al del albergue», recordó José Antillano, veterano exalcalde (32 años, entregó el bastón de mando el año pasado) y uno de los consumidores fijos del Alkántara Plaza.
«Creo que este bar puede tirar a pesar de tener solo 78 vecinos censados. Cuando sacamos el concurso para gestionarlo se presentaron dos propuestas y la que ganó ofreció doscientos euros más que el precio de salida, que eran cuatrocientos euros», explica el nuevo alcalde, Javier Granjo. El matrimonio de Juanma y Chelo gestiona el bar con su socio Sergio Guillén desde mediados de julio.
«El bar se incluyó en la licitación junto al albergue, que tiene 24 plazas de alojamiento y eso ayuda a que hubiera dos interesados», admitió Granjo. Se refiere al albergue para peregrinos del Camino de Santiago que tiene este pueblo situado al pie de la carretera Nacional 630. Por él pasan decenas de personas cada año.
Ayer, al poco de llegar el equipo de HOY, una holandesa reemprendía el Camino tras pasar una noche en el albergue. Mientras, llegaba al bar un cicloturista peregrino para recibir el sello correspondiente. «Eso nos favorece porque los que vienen a hacer el Camino de Santiago muchos se quedan a dormir aquí y consumen en el bar, claro», remarca el alcalde. Juanma asentía ante la declaración del regidor pero intentó abrir el mercado de clientes para su nuevo negocio.
«Somos de Mérida y mucha gente que nos ha conocido en otros locales que hemos llevado (Alcandoria y Alkántara) vienen a comer aquí los fines de semana. Y también de los pueblos más próximos como Mirandilla o Aljucén. Y tenemos a nuestros vecinos de El Carrascalejo que no faltan cada día: José, Andrés, Fernando....Todo suma», enfatiza.
«Los bares en los pueblos pequeños son los puntos de reunión de casi toda la gente, sobre todo sábados y domingos», apuntala Javier Granjo (PP). «Si nos dan una ayuda por mantenerlo abierto, qué te voy a decir yo, que fenomenal«, agregó Juanma tras ser informado sobre la propuesta llevada a la Asamblea por Vox.
Al lado, uno de sus parroquianos se metió en la conversación. «He oído de poner una ayuda para los bares en los pueblos chicos. Ponga usted en el periódico que mejor la ayuda nos la den a los que vamos a consumir a los bares de los pueblos chicos», remataba la charla entre carcajadas.
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