Jarilla, un entorno de ensueño marcado para siempre por las llamas
«Los vecinos aún están alterados y costará volver a la normalidad», reconoce César Peña, el alcalde de este pueblo de 139 habitantes que ha bautizado a su pesar el peor incendio que se recuerda en Extremadura
Ahora tecleas 'Jarilla' en un buscador de Internet y solo aparecen imágenes del espanto que supone el incendio que asola el norte de Extremadura y ... sigue sin control. Pero no siempre ha sido así. El pueblo de Jarilla fue protagonista antes de empezar el verano cuando su alcalde, Ángel Peña, proclamó a principios de junio que la persona o familia que quisiera iniciar allí una nueva etapa tendría vivienda gratis. Este diminuto municipio da entrada al Valle del Jerte y está a solo veinte minutos en coche de Plasencia. Tiene todas las tiendas y servicios a mano por el sur y un paisaje de ensueño si miras al norte. Rápidamente surgieron candidatos.
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Aunque ya se hace vida normal en sus apenas veinte calles, el mayor incendio que se recuerda en Extremadura, que lleva 16.000 hectáreas arrasadas y decenas de pueblos confinados o evacuados, ha tomado el sobrenombre Jarilla, el punto donde prendió la primera chispa. Por eso este incendio forestal es etiquetado con fines operativos como #IFJarilla. Su alcalde reconoce que ahora les va a costar sacudirse una fama asociada a la destrucción.
Aunque el nombre de este municipio cacereño está dando la vuelta a España, allí solo hay censados 139 habitantes, casi todos sexagenarios. Las rutinas en Jarilla no escapan de esa España ganadera que se vacía lentamente (en 1950 había 631 habitantes). Por eso volvió a ser noticia - portada de este diario el 10 de agosto- cuando una mujer, Marta, dio el paso, abandonó su vida en Salamanca y reabrió allí el único bar que había y que echó la persiana cuatro meses antes. En la barra, junto a la nueva hostelera, el alcalde posó sonriente con cara de pensar que su plan para revitalizar Jarilla empezaba a dar resultado. Aquel bar abrió el jueves 7 de agosto, pero al cabo de cinco días, el martes siguiente, una tormenta eléctrica dio al traste con esa ilusión rampante de los pocos jarilleros y quienes los visitan por tener una nueva vecina.
Con el triple de su población habitual por ser verano y estar en plena sierra durante una soporífera ola de calor, uno de los rayos tomó tierra a la vista de decenas de estos vecinos. El alcalde lo recuerda perfectamente. «Ese martes se originó una tormenta como tantas otras. Fue rapidísimo todo. De repente salió humo, luego vimos las llamas... y hasta el día de hoy... Aunque fue lejos, en lo alto de la sierra, aquello lo vio todo el mundo, todos vimos cómo el fuego en ese momento corrió como la pólvora», rememora el regidor, que es de Cabezabellosa, pero vive en Jarilla desde 1990 y manda en este pueblito desde 2019. Alrededor de Jarilla hay, sobre todo, robles y encinas, y algunos de sus pocos habitantes se dedican a la ganadería, principalmente a las vacas y las cabras. «La gente ya se va tranquilizando, pero nos va a costar volver a la normalidad, estamos intentándolo dentro de nuestras posibilidades, pero las personas están aún alteradas y asustadas», relataba este miércoles Ángel Peña a HOY cuando solo ha transcurrido una semana y un día de aquel maldito rayo. «Nos evacuaron aquel mismo martes por la tarde y regresamos el viernes. Muchos vecinos se quedaron en casas de familiares, otros en La Bombonera de Plasencia, donde nos trataron de maravilla, y los más vulnerables a residencias, pero cosas así no se aceptan bien por la preocupación con la que se va uno de su pueblo, con esa incertidumbre. Ahora sabemos que nos decían la verdad, pero entonces surgían dudas. ¿Se ha quemado mi casa? Eso era lo que más se oía, imagínate», relata desde Jarilla su alcalde.
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Para animarse a sí mismo y de paso intentar contagiar a sus paisanos, una novedad positiva, señala, es que el depósito de agua que abastece al pueblo y que se nutre de los afluentes de la sierra vuelve a estar a tope después de que en los primeros días los bomberos forestales y personal de la UME lo dejaran casi seco en sus intentos desesperados por contener inicialmente el fuego. «Nunca llegó a faltar agua a los vecinos, pero saber que de nuevo el depósito está casi al cien por cien pues es una buena noticia». Las primeras necesidades están atendidas en Jarilla, recalca el alcalde, pero el ambiente se ve decaído y el paisaje alrededor es desolador, por no hablar del estrés que supone que algún tronco todavía humea, así que se entiende que haya pesadillas con la posibilidad de que el fuego reviva en el combustible vegetal que aún rodea Jarilla, que tiene su propia piscina natural, pero las conducciones que la llenan han ardido, por lo que el municipio aún tardará en volver a ser lo que era. «Por suerte no ha habido ningún daño a las personas, pero otros daños sí ha habido y los iremos valorando. Se han quemado algunas naves y una casa a la orilla del pueblo también y ese fuego ha dañado a dos o tres cocheras. Pero esos problemas toca resolverlos después, igual que la reforestación».
Además del entorno natural que supone estar en las mismas puertas de un valle como el del Jerte, Jarilla tiene una Iglesia Parroquial comenzada en el siglo XVI y continuada con posteriores construcciones en el siglo XVII. También se conservan restos de un pequeño templo romano en el cercano cerro de Piedraslabradas. Ángel Peña no sabe si dentro de un tiempo aflorará la curiosidad en la gente de saber cómo es, qué encantos guarda, el pueblo que, a su pesar, dio nombre a uno de los incendios más devastadores del verano de 2025, una macabra atracción que termina beneficiando a lugares marcados por la catástrofe. «Damos las gracias por todos los apoyos que hemos recibido. Pero si quiere venir gente que por lo menos tarden un año en porque esto ahora no está todavía para verlo», zanja su alcalde.
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