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El historiador Alfonso Pinilla García acaba de publicar su segundo libro sobre el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. CEDIDA
«Todavía hay importantes zonas de sombra en torno al 23-F»

«Todavía hay importantes zonas de sombra en torno al 23-F»

Alfonso Pinilla García | Profesor titular del Departamento de Historia de la UEx ·

El profesor de la UEx publica 'Golpe de timón', su segundo libro sobre el 23-F, con documentos inéditos de la División Acorazada Brunete, la unidad militar que pudo decantar el destino de la asonada

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Domingo, 28 de junio 2020, 09:32

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El profesor de la UEx Alfonso Pinilla García (Montijo, 1976) vuelve al 23-F una década después de su primera obra sobre el golpe de Estado. Ahora lo hace con documentos inéditos y con una observación detallada sobre las semanas previas, en que, además de una fortísima crispación, había un vacío de poder como consecuencia de la dimisión de Suárez. En esta entrevista, Pinilla habla sobre su 'Golpe de timón', que ha llegado a las librerías en el peor momento por la crisis sanitaria, y señala las sombras que todavía se extienden sobre aspectos decisivos de aquel acontecimiento que estuvo a punto de tumbar la democracia.

–Usted escribió en 2010 'El laberinto del 23-F', en el que daba cuenta de las variadas salidas que se barajaban para hacer caer a Adolfo Suárez, desde el golpe duro hasta un gobierno de concentración. Ahora vuelve sobre ese acontecimiento con 'Golpe de timón'. ¿Qué aporta esta obra respecto a la precedente?

–Dos cuestiones fundamentales. En este libro me centro en el periodo de tiempo que va desde la dimisión de Suárez, el 29 de enero de 1981, al 23 de febrero. En esos poco más de veinte días hubo una aceleracion de los distintos planes previos que había para descabalgar al presidente del Gobierno y una interacción más intensa de esos planes, desde el 'golpe duro' a la 'solución Armada'. Es la fase final de la trama conspirativa. Ese periodo es interesante porque realmente hay un vacío de poder, dado que el presidente está dimitido y no hay sustituto. Tenga en cuenta que se tardan casi 15 días en que aparezca como candidato Leopoldo Calvo Sotelo. En aquel momento, además, hubo acontecimientos que subieron muchísimo la temperatura política, como el asesinato por ETA de José María Ryan, el ingeniero de Lemóniz, o el abucheo de los Reyes en Guernica. Había una gran crispación y se aventuraban diversas opciones para salvar la situación. Este momento es importante porque en ese fin de semana del 21 y 22 se produce una red de impulsos que conducen a la intentona. La segunda novedad de este nuevo libro es que aporto el análisis de una documentación prácticamente inédita de los archivos personales de José Juste, el general que mandaba el 23 de febrero la División Acorazada Brunete, y que su familia me ha permitido consultar. Son los mensajes secretos de los mandos de esa división, que fue fundamental, porque el plan del golpe tenía como hecho desencadenante el asalto de Tejero al Congreso y, seguidamente, que el Ejército se echara a la calle para controlar la situación. Fíjese el efecto psicológico que hubiera tenido en la ciudadanía y en el resto de capitanías generales si se hubiera visto a la Brunete ocupando la Castellana. Pero José Juste fue leal a la Constitución y consiguió que la Brunete no saliera.

«El general Juste escribe: 'Si me niego me pueden quitar el mando. O algo peor, como en 1936'»

ACTITUD DE LA BRUNETE

«El mensaje del Rey a los españoles era compatible con un gobierno de concentración»

AMBIGÜEDAD

–Habla de esos poco más de veinte días entre la dimisión de Suárez y el asalto al Congreso como 'la fase final de la trama conspirativa'. ¿Desde cuándo había tramas conspirativas contra Suárez? Usted menciona en su nuevo libro que ya en 1979, gente tan alejada de los círculos castrenses o desafectos a la Constitución como Josep Tarradellas hablaban de la necesidad de 'un golpe de timón'.

–Los últimos años de la década de los 70 fueron extraordinariamente convulsos. Había una crisis económica severa y mucha gente temía que la democracia descarrilara. Mucha gente pensaba que la situación tenía que cambiar, entre ellos Tarradellas, pero eso no significaba que tuviera que cambiar al margen o contra la Constitución. De hecho, una de las soluciones que tenía más predicamento y que era plenamente constitucional era la de un Gobierno de concentración nacional en cuyo Consejo de Ministros se sentaran representantes de todos los partidos y al frente del cual estuviera un presidente de prestigio e independiente del ámbito de la Universidad, etc. Sí es verdad que empieza a salir cada vez de una manera más clara que esa figura fuera un militar, un general, centrándose esa figura en el nombre de Alfonso Armada. La 'solución' que encarna este general pretende hacer desistir a los duros y, a la vez, agavillar a los políticos con un gobierno de concentración vía moción de censura. Pero Suárez, que ya sabe que ha perdido el apoyo del Rey tras mantener una entrevista con el monarca a primeros de enero, detecta esa operación y por ambas razones –lo cual es una de las hipótesis que desarrollo en el libro– presenta la dimisión y, de paso, desbarata 'la solución Armada'.

–Es decir, que Suárez sentía a Armada echándole el aliento en el cogote.

–Tanto, que era mucho más que un rumor, si no una noticia cierta. Hasta el propio Sabino Fernández Campo, secretario general de la Casa del Rey, declaró más tarde que ya en octubre de 1980 llegó a La Zarzuela un informe firmado por un prestigioso constitucionalista señalando que era posible sustituir a Adolfo Suárez mediante una moción de censura y para que le sucediera un gobierno de concentración capitaneado por un militar con el fin de apaciguar a los duros. Ese informe lo envía a La Zarzuela precisamente Armada. Pero eso no es el 23-F, eso es la antesala.

«Hay una reunión entre el Rey y Armada el 13 de febrero y de la que nada se sabe»

ASPECTOS OCULTOS

«El 23-F es la última ocasión en que el siglo XIX se cuela en el XX. Fue un golpe decimonónico»

ANACRONISMO

–Es verdad, pero todavía hay mucha confusión en torno al 23-F. Todo lo que toca Armada lo contamina. Porque en ese gobierno de concentración, y lo cito a usted, Felipe González iba de vicepresidente. Aún hoy parte de la opinión pública cree que el golpe era conocido por todo el arco parlamentario de entonces; también por el PCE.

–Es cierto que todo lo que toca Armada lo contamina, pero hay un documento también histórico de puño y letra de la médico del Congreso, Carmen Echave, que oye por causalidad una conversación muy ilustrativa entre Armada y Tejero. La doctora cuenta, y así consta en la sentencia del caso, cómo aquella noche del 23-F Alfonso Armada va a las 12 de la noche al Congreso a ofrecerse como presidente. Armada comunica a Tejero el plan que tiene para salir de la situación y ese plan es el gobierno de concentración. Cuando Tejero ve que el vicepresidente de ese gobierno que se presenta como solución al golpe es Felipe González, y que incluso hay algún comunista, el teniente coronel le dice que para eso no ha asaltado el Congreso y no deja entrar a Armada en el hemiciclo. Armada se va y en ese justo momento fracasa el golpe.

No obstante, es necesario precisar que una cosa es 'la solución Armada' antes de la dimisión de Suárez, y otra 'la solución Armada' después. En el conjunto del acontecimiento que supuso el golpe de Estado, la dimisión de Suárez es crucial. A partir de ella, la primera 'solución Armada' no tiene sentido, porque no se puede llegar a un gobierno de concentración partiendo de una moción de censura. Suárez se ha ido y lo que se propone desde UCD es un gobierno monocolor capitaneado por Calvo Sotelo.

–Armada, entonces, se pasa al 'lado oscuro', al inconstitucional.

–Exacto. Activa la versión no constitucional de su plan. Y eso sí es ya el 23-F. Esa versión consiste en crear lo que en términos militares se llama 'un supuesto anticonstitucional máximo', es decir, una situación de máxima gravedad y, cuando eso ocurre, presentar el gobierno de concentración con él de presidente.

–¿Por todo lo que dice cabría deducir que una manera de abordar el 23-F es a partir de la ambición de Armada?

–No me atrevo a simplificarlo tanto. Yo diría que es un factor precipitante clave, aunque las causas del golpe hay que buscarlas en el difícil contexto de 1980. Armada, según las sentencias, es quien pone en marcha el plan y, evidentemente, sus ambiciones personales tienen mucho que ver en ese movimiento pero, como titularía Diario 16 después del 23-F: 'El antisuarismo excesivo hizo extraños compañeros de cama'. Por otro lado, hay que tener en cuenta que Armada es un hombre muy monárquico y cabe preguntarse si haría algo al menos sin el beneplácito tácito del Rey. Esta es la gran pregunta que no podemos resolver. Lo que ocurre esa noche es que Armada se presenta en el Congreso como el salvador con el beneplácito de la Corona.

–¿Con el beneplácito de la Corona o diciendo Armada que tiene el beneplácito de la Corona?

–No, no, él va al Congreso con la solución del gobierno de concentración bajo el brazo y con dos autorizaciones: una, la de su inmediato superior, el jefe del Estado Mayor José Gabeiras, y otra con la de La Zarzuela. Sabino Fernández Campo tiene declarado que a las 12 de la noche le dijo textualmente: «Si tú crees que dentro del barullo que hay, dentro de este golpe que se ha producido, tienes capacidad para llegar allí y obtener la libertad de los que están, ofreciéndote como presidente o lo que sea, vete para allá. Luego ya veremos lo que pasa. Pero que quede claro que esto lo haces por tu cuenta y no vas en nombre del Rey». Esto quiere decir que el Rey autoriza el gobierno de concentración sin mezclar la Corona en ello. Por eso digo que Juan Carlos es el Rey de cristal, porque el 23-F pasa por la Corona como la luz por el cristal, sin romperlo ni mancharlo.

–¿Pero eso es constitucional? ¿Puede el Rey hacer eso?

–En esa situación de urgencia, lo que le dice el Rey a Armada es que vea si puede solucionarla. Constitucional es cualquier solución que salga del Parlamento, una vez quede liberado. El plan de Armada era sacar a Tejero del Congreso, ponerle un avión para que se fuera de España y que el Parlamento apruebe el gobierno de concentración.

–Pues aún prevalece en la memoria de los españoles que el golpe fue contra la democracia.

–Es verdad, la idea más extendida es que se trata de un golpe ideológicamente franquista y puramente militar. Sin embargo, a las 12 de la noche del 23 de febrero lo que se propone como solución es un gobierno de concentración con todas las fuerzas parlamentarias. Y si no acaba proponiéndose es porque Tejero echa a Armada y no le deja entrar en el hemiciclo.

–Volviendo a la posición del Rey. ¿No debería haber dejado meridianamente claro que su candidato era Calvo Sotelo y el resto de alternativas escapaban al trámite previsto en la Constitución?

–Pues sí, debería habérselo dicho, pero ante la situación extraordinaria no se lo dijo, como demuestran las declaraciones de Fernández Campo. Hay que ponerse en las circunstancias del momento para entender las conductas de todos. El Congreso ha sido asaltado, ha habido disparos en el hemiciclo, Tejero y su superior, el general Aramburu Topete, han estado a punto de tirotearse mutuamente. En esas circunstancias es cuando se produce la conversación de Fernández Campo: «Vete tú y si eres capaz de solucionarlo, adelante». Armada, en ese momento, puede actuar por ambición personal, pero también como un intento de salvar a la Corona. Otra cosa es que con ese intento esté a punto de cargársela.

–¿Se conoce todo del 23-F o todavía hay zonas de sombras de aspectos significativos?

–Hay sombras sobre asuntos nucleares. Hay una reunión crucial el 13 de febrero entre Armada y el Rey de la que no sabemos nada. Armada intenta desvelarlo en el juicio sin éxito aunque en un libro asegura que avisó al monarca en estos términos: «Puede ocurrir algo y yo puedo reconducirlo». Otra laguna es acerca de los servicios de inteligencia. Sabemos cosas, y yo dedico en el libro un largo capítulo, pero ni mucho menos todas. Hay un sección en los servicios de inteligencia, la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME), dirigida por el comandante Cortina. El papel de la AOME es crucial en el 23-F, porque Cortina y sus hombres hacen dos cosas: una se puede probar, y es que algunos de ellos coordinan la llegada de los autobuses de Tejero al Congreso, aunque ningún militar salió condenado por este hecho; la otra no se puede probar. Se trata del plan de Armada para que Tejero aparezca como el iniciador de todo y él como salvador. El requisito para que eso parezca así es que el iniciador del golpe y el salvador de la democracia no pueden estar directamente relacionados. La operación de trampantojo que hace que Armada dé la orden a Tejero de que asalte el Congreso, pero que no aparezca en ningún lado ni haya forma de probarlo, lleva la firma de los servicios secretos. Y es el comandante Cortina, y esto es una hipótesis mía, quien pone en marcha esa operación. Cortina es quien conecta a Armada con Tejero, pero lo hace tan bien que los tribunales no pueden probarlo y Cortina sale absuelto.

–¿Cree que en España podría repetirse un golpe de Estado?

–No. El 23-F fue la última ocasión en que el siglo XIX se coló en el XX. Fue una asonada decimonónica. Hoy es impensable que el Ejército se subleve contra la Constitución. Otra cosa es que el desafío catalán pueda considerarse un golpe anticonsitucional, un golpe posmoderno, sin tanques y con movilizaciones de masas. Pero esa es otra historia.

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