Gallegos y extremeños
Amor autonómico. Una encuesta apunta que Extremadura ama mucho a Galicia y poco a Cataluña
Me contaba Guillermo Fernádez Vara el placer que había sentido caminando por las calles de Santiago de Compostela y cruzando la plaza del Obradoiro tras ... asistir a una reunión de presidentes autonómicos y el nuevo líder del PP, Feijóo, disfrutó en Mérida de una de las acogidas más entrañables y cariñosas de su periplo por comunidades autónomas antes del congreso de Sevilla. Además, Feijóo ha recuperado a Monago para el primer plano de la política y ambos manifiestan tener buena sintonía.
Los gallegos y los extremeños siempre se han apreciado. Un sondeo promovido por el Institut Català Internacional per la Pau (Encuesta ICIP/EsadeEcPol 2021 sobre 'Polarización y convivencia en España') apunta que los extremeños y los gallegos se quieren mucho. Es más, son los que más se quieren de España. Según este estudio, los extremeños valoran por encima de todos a los andaluces (68 puntos sobre 100) y a los gallegos (65 puntos sobre 100). Pero es que los gallegos, a quienes más valoran es a los extremeños: 60 puntos sobre 100, después aprecian a los vascos (58 sobre 100) y a los andaluces (57).
Además de en el amor mutuo, gallegos y extremeños coincidimos en que la comunidad autónoma que menos valoramos es Cataluña (34 sobre 100 en Extremadura y 46 sobre 100 en Galicia). Ese desamor nuestro hacia los catalanes es recíproco: ellos nos valoran con un 53, solo por detrás de Madrid, a quien solo valoran con 50 sobre 100. De todas maneras, nuestra valoración de Cataluña parece casi patológica: a pesar de que los catalanes son los peor valorados por todas las autonomías del estudio, en ninguna región bajan de 40 salvo aquí: ese 34 sobre 100 es la nota más baja de todo el sondeo.
Llama la atención que valoremos tan bajo a Cataluña a pesar de tener allí a tantos extremeños emigrados y de contar con un trasiego importante de viajeros y de relaciones comerciales, transporte aéreo incluido. Con Galicia tenemos menos relación, la única comunicación directa son unos autobuses nocturnos y, sin embargo, queremos mucho a los gallegos.
La conexión Galicia-Extremadura es histórica. Empezó con el rey Alfonso IX de Galicia y León, que está enterrado en la catedral de Santiago y arrebató a los musulmanes las tres ciudades principales de Extremadura: Cáceres (1229), Mérida (1230) y Badajoz (1230), falleciendo justo después de su triunfadora campaña extremeña, en 1230, en Sarria, cuando volvía de Extremadura hacia Santiago de Compostela para agradecer al apóstol aquellas conquistas.
De esos tiempos de reconquista y repoblación, quedaron ilustres apellidos en Cáceres como los Ulloa y los Figueroa, que levantaron en la ciudad hospitales, conventos y palacios como el que alberga el Parador de Turismo o acogerá el nuevo hotel de lujo de Atrio.
Hay una conexión gallega en Carbajo con su Magusto y su festival de música celta. En Herrera de Alcántara, según la tradición, se hizo la rejería de la Catedral de Santiago y después está el caso del Val do Xálima y a fala, ese dialecto en el que se mezclan el gallego, el leonés antiguo y el portugués. El valle se ha convertido en un lugar de peregrinación iniciática para los nacionalistas gallegos y fue objeto de una polémica en 2006, cuando se denunció desde Extremadura un intento de colonización gallega del valle. Todo se arregló con un encuentro en San Martín de Trevejo, presidido por Ignacio Sánchez Amor, entre jubilados extremeños y gallegos, que degustaron platos de aquí y 250 kilos de mejillones de allí. A los postres, banda de gaitas y amor, mucho amor entre gallegos y extremeños.
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