«La mayor aportación cultural de mi pueblo han sido los cencerros»
Es el maestro de capilla más veterano de España tras 61 años en el cargo y lo deja este mes, sin dormirse en los laureles. «No he perdido el ritmo, sigo hacia adelante»
isabel urrutia
Domingo, 15 de enero 2023, 00:26
Tiene 87 años, voz recia y cabellera abundante, «señal de buena salud según el peluquero», apunta Aurelio Sagaseta. Humor y talento no le faltan a ... este sacerdote nacido en el pueblo de Ituren, a 51 kilómetros de Pamplona. Desde 1962 ha dirigido con pulso firme el coro de la catedral de Pamplona. Este mes se retira pero seguirá profundizando en el archivo musical y publicando libros sin parar.
Es el maestro de capilla más veterano de España, con 61 años de trayectoria y más de una decena de discos. Ha tenido oportunidad de recorrer medio mundo y ganarse el aplauso en auditorios de Japón, Estados Unidos, Italia, Malta, Francia... Pero él no se duerme en los laureles. Siempre le gustó conducir (incluidos los autos de choque) y quemar kilómetros, muchos kilómetros. Aunque ahora no pueda porque le falla la vista, mantiene la dirección y el rumbo: «Sigo mirando hacia adelante. No he perdido el sentido del ritmo».
-Usted tenía nueve hermanos y todos con buen oído y habilidad para el baile. Me imagino que en su pueblo natal, Ituren, habría ambiente musical...
-¡Lo que había era ritmo! Siempre digo que la mayor aportación de Ituren a la cultura de Occidente han sido los famosos cencerros (que agitan los 'joaldunak' como heraldos del Carnaval).
-Ahí reside la base de todo.
-Ritmo, ritmo... A Beethoven se le atribuye una frase extraordinaria: «Al principio de todo era el ritmo... Así fue en la creación». De niños, imitábamos a los cencerros y eso hacía que tuviéramos un sentido connatural del ritmo.
-¿Siempre supo usted que lo suyo era la música?
-Muy pronto, sí. Piense que tuve grandes maestros. Gente de la categoría del organista José Urrestarazu, que enseñaba solfeo gratis y luego me pagó los estudios. Más adelante, fue muy importante Fernando Remacha, miembro de la Generación de la República, con Halffter y demás.
-¿Era amigo de Remacha?
-Sí, por supuesto. Era una bella persona, honrada y buena. Algunos le llamaban rojo, pero él había sido republicano sin más. Con Remacha estudié Composición y, cuando me fui a Roma para ampliar mis estudios, nunca dejó de apoyarme. No olvide tampoco que Remacha fue el fundador del Conservatorio Superior de Música Pablo Sarasate. ¡Gran hombre!
-Con el tiempo usted también terminaría dando clases en el Conservatorio y hasta fue director del centro.
-Así es.
«En un libro recojo los chascarrillos de la vida del coro. ¡Me fascina la mezcla de lo humano y lo divino!»
-En esa época, entre 1986 y 1988, animó y consiguió becas para alumnos y alumnas como la gran soprano navarra María Bayo. ¿Se acuerda?
-Le confieso que no. Pero hace poco la propia María lo ha contado y me alegra mucho haberlo hecho. Lo que sí recuerdo es que formó parte del coro de la catedral, como Raquel Andueza, Maite Beaumont, Iñaki Fresán... Todos ellos han hecho luego carrera, cada uno por su lado.
-¿Desde cuánto cantan las mujeres en el coro?
-Hará unos 40 años, en tiempos de don Fernando Sebastián, que fue cardenal y arzobispo de Pamplona.
-Así que usted ha sido un pionero al frente de las coralistas...
-Habrá quien me quiera ver así, pero me parece lo más normal del mundo. Hombres y mujeres somos parte esencial de la vida.
-De todos los auditorios fuera y dentro de España, ¿cuál es el que más le ha impresionado?
-¡La Mezquita-Catedral de Córdoba! He estado allí dos o tres veces y volvería siempre.
-¿Se considera usted 'el último mohicano'?
-¿Por qué lo dice?
-Ricardo Zoco, su sucesor en el cargo de maestro de capilla, es farmacéutico y seglar. ¿Acaso ya no hay curas que sean buenos músicos?
-Cada vez hay menos sacerdotes y estudiarán Teología pero, ay, dejan de lado la música. Pero Zoco lo hará muy bien. Tiene una formación musical sólida.
-¿Nunca se ha planteado publicar sus memorias?
-Me gusta que me haga esa pregunta. En una colección que dirijo, 'Música en la Catedral de Pamplona', he sacado un volumen dedicado al siglo XX donde me centro en los chascarrillos, riñas y tontadas de los cantores que alababan a Dios. Son anécdotas en la vida normal del coro.
-Curioso.
-¡Me encanta esa mezcla de lo humano y lo divino! Por algo será que Dios se hizo humano para venir al mundo y no tomó la forma de un ángel. ¿No le parece?
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