«He reconectado con Cáceres gracias a Helga de Alvear»
Afincada en el País Vasco y residente durante 15 años en Estados Unidos, Inés Medina es la única cacereña con obra en este museo de arte contemporáneo
«Mi dedicación al arte es como una locura, porque ocupa el 100% de mi existencia, me va la vida en ello». Habla Inés Medina, ... destacada artista nacida en Cáceres en 1950. Ha llevado a cabo más de 40 exposiciones individuales en lugares tan relevantes como el Museo de Bellas Artes de Bilbao y en el Palacio de San Telmo de San Sebastián, además de mostrar su obra en Nueva York y Washington.
Su exposición más reciente y más completa ha tenido lugar en el centro cultural Montehermoso de Vitoria. Medina emigró con seis años junto a su familia hasta la capital vizcaína, en donde estudió Bellas Artes. Había venido solo tres veces a su ciudad en toda su vida pero la compra de una de sus obras por parte del Museo Helga de Alvear (gracias a la galería José de la Mano, destaca) ha sido, según cuenta en entrevista telefónica, «una especie de señal para reconectar con Cáceres». 'Solución espacial a la simetría plástica, a través de la medida' (1986) es la obra adquirida en la feria ARCO por la galerista alemana para el museo cacereño, que puede verse desde la pasada primavera en este centro de arte contemporáneo.
De lo poliédrica que es Medina como autora habla su dedicación a la pedagogía y a la investigación aparte de a la creación pura y dura, en la que ha ido experimentado con todas las técnicas y soportes del dibujo y de la pintura fundamentalmente, incluido el mundo digital, en el que ha sido una pionera.
–En la última feria ARCO Helga de Alvear compró una obra suya y a raíz de ahí volvió a visitar Cáceres.
–Tenía una enorme ilusión, yo quería conocer el museo, quería ver mi obra puesta y a raíz de ahí quedé con mis familiares de Valdefuentes, de allí procede toda la familia de mis padres por generaciones y generaciones, aunque yo nací en la ciudad de Cáceres, pero a los seis años decidieron emigrar al País Vasco. Mis familiares de Valdefuentes ya me han ofrecido casa allí, una casa muy apropiada para mí, porque es de unos familiares que también fueron artistas.
–¿Cómo fue encontrarse de nuevo con su ciudad natal?
–Yo había venido dos veces de niña y una vez más un poco más mayor, pero cuando entré en el arte, en el año 73, tuve una vida más intensa y ya solo fue arte e hijas y a partir de que mis hijas se independizaran, solo arte. Viviendo en EEUU fui a Bilbao a una exposición y me acerqué a Cáceres también para ver qué sentía y me pareció algo muy nuevo, muy distinto, una arquitectura y una luz impresionantes. Las dos veces que he estado en Cáceres visualmente me ha parecido algo bucólico y como una especie de sueño. Siempre he tenido muchos sueños de Cáceres, de un pueblecito muy pequeño donde vivimos mi hermano y yo, Casas de Don Antonio.
–¿Cómo definiría su carrera?
–Toda mi trayectoria artística se puede dividir en dos bloques fundamentales: el análisis formal plástico y en el análisis psicoanalítico plástico sobre la desigualdad y violencia de género, y paralelo todo el tiempo a la investigación, los ordenadores.
–Ha sido una pionera en la utilización de los medios digitales.
–Sí, absolutamente, de las primeras. Fui a Nueva York en el 95 y enseñaba mi obra creada con ordenador y en galerías muy importantes me decían que era muy difícil definirlo. A día de hoy sigue habiendo poco. En 2004 empecé un nuevo bloque de investigación psicoanalítico plástico y utilizo los medios tradicionales, un estilo más expresionista y simbólico. Ahora, en este tercer bloque voy a incorporar lo que más me ha impresionado en este viaje a Cáceres, que es la luz, una luz que no pide permiso, que es radical y convierte todo en blanco y negro, voy a utilizar la radicalidad visual.
–Otra pata importante de su carrera es la formación.
–Sí, imparto un seminario al año, centrado en la creación genuina, es decir, enseñar a que cada persona encuentre exactamente su creación, es lo que más me interesa enseñar, que salga del interior de la propia persona.
–Es clave de bóveda en su trayectoria la reflexión sobre la desigualdad.
–He sido consciente de la desigualdad que ha habido entre hombres y mujeres desde muy pequeña. Me daba cuenta de que el trato era muy diferente si eras niña o si eras niño. Lo he vivido en la familia, en los trabajos, en lo social, en el matrimonio, en todo. Suelo decir que yo he nacido siendo feminista y he sido rebelde y lo he denunciado allá donde fuera. Me parecía necesario entrar de lleno en ese análisis pero con metodología psicoanalítica para entrar con mucha profundidad en cada etapa y en cada vivencia. Inmediatamente después de sentir las propias vivencias se perciben las sociales. En mi exposición de 2021 en el centro cultural Montehermoso (Vitoria cada una de las series tiene cuatro etapas diferenciadas: lo sensorial, los sentimientos, la intuición y una restitución que me hago a mí misma que conlleva cambios muy importantes en el exterior, teniendo que tomar decisiones muy difíciles.
–A muchos artistas les cuesta mucho hablar de la parte mercantil de su creación. ¿Es su caso?
–Yo llevo exponiendo desde muy joven, y siempre me ha ido muy bien a nivel de críticas, pero las ventas han llegado sobre todo en el último año o dos, aunque yo nunca hablo de eso, para mí crear es algo necesario, no puedo dejar de hacerlo. Voy a exponer una retrospectiva en el museo Artium, de Vitoria, he tenido obra en Stampa y Arco. En este momento estoy pletórica y agradecida. Y recuerdo también a las galerías Lumbreras, Skoto Gallery y Fish Tank en EEUU, que son muy importantes para mí.
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