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El desequilibrio de una dieta equilibrada

El desequilibrio de una dieta equilibrada

Análisis agrario ·

Lo negativo para la salud no es comer demasiados alimentos poco sanos, sino pocos de los considerados saludables. Las tendencias en la alimentación tienen otro efecto a medio plazo, más allá de la salud, que es su enorme influencia en la producción de alimentos, en el sector agrario

Juan Quintana

Lunes, 15 de abril 2019, 10:18

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La única premisa alimentaria en la que por el momento parece haber consenso es que se necesita una dieta equilibrada para alargar la esperanza media de vida y tener mejor calidad de vida. Lo que sucede es que el concepto de dieta equilibrada no parece muy estable y la actividad científica y otras actividades adyacentes nos cimbrean de un lado a otro sin permitirnos encontrar el punto equilibrio. Todo ello con la premisa de que la ciencia es lo menos inexacto de lo que disponemos y, por tanto, debe ser la que nos sirva de referencia a la hora de que los legisladores regulen, y cada cual adopte sus decisiones personales de consumo.

Todo esto viene a propósito de los resultados del estudio publicado en la revista médica The Lancet titulado 'Carga global de enfermedad', financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates. En él se analizan las tendencias de consumo en función de quince factores dietéticos, en 195 países durante 17 años. El problema colateral de este tipo de estudios, necesarios por otra parte, es que hay titulares muy golosos; por ejemplo, que en 2017 uno de cada cinco fallecidos, 11 millones de personas, se produjeron por una dieta pobre, en concreto en cereales de grano enteros, frutas, verduras, legumbres, frutos secos, semillas, leche y ácido omega-3, además de por el exceso de sal. Sin embargo, les parece menos relevante el exceso de consumo de bebidas azucaradas, azúcar, grasas y carne roja. Curioso, ya que en los últimos tiempos el foco de la mejora nutricional había sido la reducción de azúcares añadidos, determinadas grasas, sal y, más recientemente, carnes rojas y leche.

Por cierto que España, según esta investigación se sitúa como el tercer país con menos fallecidos como consecuencia de la dieta, solo superada por Francia y por Israel, que parece ser la más saludable.

Lo más llamativo de este estudio es que afirma que lo negativo para la salud no es comer demasiados alimentos poco sanos, sino pocos de los que consideran saludables. Parece poca cosa, pero es un cambio sustancial. No es un contrasentido científico, pero sí un cierto movimiento pendular que mal explicado nos puede hacer perder la perspectiva, que no es otra que la de alcanzar el equilibrio, en todo, pero también en la alimentación, que es lo que nos ocupa.

Además, todos estos cambios, si al final marcan tendencia, tienen otro efecto a medio plazo, más allá de la salud, que es su enorme influencia en la producción de alimentos y, por tanto, en el sector agrario. Un alimento con alcohol es la cerveza. Para este sector, 2018 ha sido un año extraño, en el que parecía que iba a continuar creciendo el consumo, que cayó un 20% entre 2007 y 2012, pero no ha sido así. El objetivo del sector es recuperar el 65% del consumo en hostelería. Un logro que no solo beneficiaría a industriales y cultivadores de cebada y lúpulo, sino también a la hostelería, ya que alrededor de la cuarta parte de la facturación de los bares proviene de este producto. Con respecto a su relación con el sector agrícola, alrededor de un millón de toneladas de cebada son transformadas cada año en cerveza. En Extremadura se cultivan alrededor de 56.000 hectáreas de cebada de dos carreras, con una producción que ronda las 234.000 toneladas, prácticamente en su totalidad en la provincia de Badajoz; si bien es cierto que buena parte de ella se destina a pienso.

Por otro lado y tal como sucede cada vez más en el sector agroalimentario, este sector ha desarrollado un alto compromiso con la sostenibilidad. La semana pasada la Asociación de Cerveceros de España presentó sus compromisos medioambientales de aquí a 2025, plasmados en cinco pilares: reducción en el consumo de agua, reducción de consumos energéticos, circularidad del envase, reducción de la huella de carbono, innovación y sensibilización ambiental. El sector cervecero está avanzado con respecto a las exigencias de la Unión Europea en prevención y generación de residuos, envases, etc. Y para muestra un botón: cerca del 99% de los residuos de este sector son revalorizables.

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