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Adiós a tres décadas de cuota láctea

En un mercado sin cuotas, la industria va a tener que ajustar mucho los precios para poder ser competitiva. Por eso, es previsible que desaparezca una buena parte de las pequeñas explotaciones alejadas de plantas lácteas

JUAN QUINTANA

Martes, 7 de abril 2015, 10:28

Desde el pasado 1 de abril y tras más de tres décadas de cuota láctea, el mercado de la leche ha dejado de estar sujeto a contingentes máximos de producción por país. Este sector ha sido una referencia a la hora de interpretar lo que supuso la entrada de España en la actual Unión Europea y, por tanto, en el gestión de la Política Agraria Común (PAC). Es bien conocida, no solo por los ganaderos, la paradoja española de la leche, por la que Bruselas nos asignó una cuota de producción muy por debajo de nuestro consumo, lo que nos obligó a reducir la estructura productiva y a empezar a importar leche de otros países europeos. Una de no pocas singularidades, a cambio de las enormes ventajas que ha supuesto la PAC para nuestro sector agrario.

Pero eso es historia, ahora entramos en un nuevo escenario donde cada ganadero decide lo que produce en función del mercado. Qué duda cabe de que hay muchas incertidumbres sobre el impacto que va a tener en nuestra ganadería y en nuestra industria. Pero no se trata de una decisión repentina, sino que procede de un intenso debate político y económico que ha gestionado esta transición desde hace muchos años. No es sorpresa para nadie y ha habido tiempo para tomar decisiones que permitan adaptarse de una u otra manera a esta nueva situación.

En este sentido, lo que seguro va a desaparecer es la inseguridad que generaba la entrada de leche de otros países fuera de cuota a unos precios exageradamente bajos. No es que ahora no se pueda producir, pero será más previsible, en función de la oferta y demanda y no condicionado por un factor externo como es la superación o no del contingente nacional.

Sobre el futuro del sector ganadero, es previsible que se sostenga la producción en los territorios próximos a las industrias lácteas, desapareciendo buena parte de las pequeñas explotaciones alejadas de estas plantas. En un mercado sin cuotas, la industria va a tener que ajustar mucho los precios para poder ser competitiva, y en estas cuentas empresariales, el factor materia prima, en particular los costes de recogida, van a marcar su cuenta de resultados. La excesiva atomización de pequeñas explotaciones, en zonas de no fácil acceso, va a dificultar notablemente el juego de números.

También es de esperar que la industria láctea se concentre y se produzcan fusiones que la permitan ser más competitiva, con el peligro que eso supone para los ganaderos, con menos capacidad de negociar precios.

El paquete lácteo, tanto a nivel europeo como nacional, puede ayudar a que se produzca un reequilibrio, pero va a depender de la voluntad y capacidad de organización de los propios productores. La posibilidad de concentrarse en organizaciones de productores plantea un escenario ideal de concentración de oferta, que podría compensar la presión industrial, aunque dado el perfil de nuestro sector productor, no va a ser sencillo. La obligación y regulación de contratos lácteos también dará transparencia y aumentará las garantías al ganadero. Esta Ley obliga a respetar los contratos a la industria, a firmarlos por un año y con dos meses de antelación al comienzo de la recogida. Sin embargo, no evita el problema mayor, que es con cuántos y por cuánto se firman esos contratos. La nueva figura del mediador debe jugar un papel importante, pero no vinculante.

Tampoco ha contribuido a generar confianza la decisión de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) de sancionar a varias industrias lácteas españolas con más de 88 millones de euros por prácticas contra el mercado en materia de precios.

La realidad es que la industria láctea española, al contrario de lo que sucede con la del centro y norte de Europa, se ha especializado en leche líquida. Necesita modernizarse y potenciar el mercado de productos industriales, que por otro lado es el que marca los precios internacionales y, de esta manera, potenciar su estrategia comercial, pudiendo dar más salida a la leche nacional.

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