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Obama, el realista

Obama, el realista

Washington tiene relaciones con prácticamente el mundo al completo, pero los hermanos Castro, tras 55 años en el poder, aún suscitan un debate de acritud sin precedentes

ENRIQUE VÁZQUEZ

Jueves, 18 de diciembre 2014, 10:00

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En su voluminoso, imprescindible y nunca traducido libro sobre la revolución cubana de 1986 el norteamericano Tad Szulc reveló que cuando la revolución castrista tenía 20 meses de vida y estaba John Kennedy en el poder, "la CIA aprobó formalmente planes ultrasecretos para asesinarle". No lo hizo y nunca sabremos si porque renunció porque no pudo

Hoy, Fidel Castro es un anciano jubilado de 88 años retirado del poder desde hace casi seis y cuya opinión sobre lo anunciado ayer (el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el archi-enemigo norteamericano) sería un gusto oir. Un cubano viejo me dice que no habría sorpresa alguna: completa aprobación de lo que su hermano Raúl ha negociado durante año y medio.

El mundo, sí, USA, a medias

Saludado con un coro literalmente mundial de aprobación, el gesto de Washington parece rezumar el sabor inconfundible de un Barack Obama crecientemente asediado por el campo conservador como si fuera un peligroso agente anti-sistema. Respaldada sin sombra de duda por el campo demócrata-liberal (el editorial del New York Times es un poema al respecto) la decisión divide en dos campos irreconciliables a la clase política. Cuando busque el apoyo del Capitolio para cancelar el bloqueo (que no el restablecimiento de las relaciones, una prerrogativa presidencial), Obama tendrá serios problemas.

Así, los tres senadores de origen cubano (el demócrata Robert Menendez y los republicanos Marco Rubio y Ted Cruz) la condenan firmemente y entre los diputados, lo mismo: la mayoría de latinos no cubanos la respaldan, pero los de raigambre en la isla y vínculos con Florida, con la incombustible Ileana Ros-Lehtinen en cabeza, la consideran literalmente una inmoralidad política y una traición. Washington, por puro realismo diplomático, tiene relaciones con prácticamente el mundo al completo, pero los hermanos Castro, tras 55 años en el poder, aún suscitan un debate de acritud sin precedentes.

China y Vietnam

La especificidad del 'caso cubano' y la conducta norteamericana desde Eisenhower en 1960 hasta hoy se relaciona, sin duda alguna, con la geografía: Cuba está a novena millas de Florida y antes de la caída de Batista y el advenimiento del régimen castrista era un feudo de los Estados Unidos a todos los efectos, incluido el de nido de gangsters popularizado por el cine de Hollywood con toda naturalidad. El nivel de audacia de unos guerrilleros desconocidos y fuera de control no podía ser premiado con la relación diplomática en nombre del pragmatismo y el cerco fue la consigna seguida hasta ayer.

No sucedió lo mismo con otros dos correosos adversarios de Washington: los Estados Unidos, equivocándose mucho, rehusaron reconocer el triunfo comunista (Mao Tse-tung) en 1949 y mantuvieron su embajada en el refugio de los nacionalistas en Taiwan en apoyo de Chinag Kai-chek. Y en Vietnam se negaron a aceptar a Ho Chi-minh, el comunista-nacionalista, y se dejaron 59.000 soldados muertos en una guerra impopular en el mundo entero (y que fracturó a la sociedad norteamericana) para terminar reconociendo a la República Popular China en 1979 y a Vietnam en 1995

Mirando al Vaticano

¿Por qué no ha sucedido lo mismo con Cuba? Queda dicho: por la cercanía física y la presencia de una diáspora activa y cohesionada que ha sabido jugar su baza, sin excluir cierto chantaje a los partidos en sus feudos, Florida en cabeza. Por eso, lo único que queda por saber es cómo reaccionará la comunidad americano-cubana en su dimensión social, la de la segunda generación tal vez menos categórica que sus representantes en el Capitolio.

Washington solo puede ganar con el gesto de Obama. Podría haberse ayudado antes del Papa, que ahora ha ayudado decisivamente entre bastidores, y dado una lección. La de que más vale aplicar el adagio clásico: "cuando no puedas convencer, asume" El Vaticano creyó en el régimen castrista duraría y el arzobispo de La Habana, que es cardenal por definición (ahora el arzobispo Jaime Ortega, hecho cardenal en 1995 por un Papa polaco) siempre ha estado en buenos términos con el poder y podido llevar a cabo su misión en términos razonables.

El papa Francisco, un argentino, ha hecho, o ha ayudado a hacer, su primer milagro diplomático.

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