Un almacén en El Nevero guarda los tesoros ocultos del Arqueológico
Dos naves con mil metros cuadrados en el polígono industrial de Badajoz almacenan el 90% de los tesoros del Museo
M.F.R.
Domingo, 2 de abril 2017, 09:15
En El Nevero, el polígono industrial de Badajoz, detrás de un puerta sin letreros ni ningún distintivo que dé pistas de su interior, se esconde el tesoro que el Museo Arqueológico Provincial no muestra al público.
Es su almacén principal -tienen otro más pequeño en el Polvorín de la Alcazaba- y aunque no es como aquel de la escena final de la primera aventura de Indiana Jones, 'En busca del arca perdida', entrar en él es fascinante y abrumador. Lo primero porque puedes palpar piezas milenarias sin vitrinas de por medio, lo segundo porque son tantos los miles de objetos que se custodian que resulta imposible centrar la atención en uno.
En dos naves y con un total de 1.000 metros cuadrados, el almacén del Arqueológico alberga el 90% de los fondos del Museo. Hay dos partes diferenciadas: las estanterías de grandes piezas de piedra, que están a la vista y al alcance de la mano, donde reposan escudos, capiteles, basas, inscripciones funerarias de distintas épocas, lápidas funerarias romanas, piedras de moler... Y las estanterías de cajas, donde se guardan en bolsas una cantidad ingente de, fundamentalmente, cerámicas halladas en toda la provincia. De ahí el intenso olor a polvo y tierra que desprende el almacén.
Un escudo de Carlos V, otro de Felipe II, hallados en La Galera, un hito romano que marcaba la diferencia de territorio entre la zona emeritense y no emeritense, la campana de Espantaperros -que sigue pendiente de rehabilitar-, los leones que lucía antiguamente Puerta Palmas son algunos de los tesoros que no podemos ver pero que están a salvo. Hay también piezas más modernas como la placa de piedra del Paseo General Franco que estaba en San Francisco o el rótulo del propio Museo Arqueológico de su etapa en La Galera, rescatado de un contenedor.
Y es que cuando se produce cualquier hallazgo arqueológico en una excavación, las piezas llegan directamente a este almacén, donde se procesan, se catalogan, se ordenan y se clasifican. De hecho, es el almacén el verdadero centro de trabajo del Arqueológico. «Este es el núcleo del museo, nuestro lugar de trabajo fundamental y también donde vienen los investigadores a consultar materiales», explica el director Guillermo Kurtz.
Actualmente, solo el 25% de todo lo que custodia el centro está estudiado. No hay año que entren menos de cien cajas con restos de alguna excavación y esa cifra es baja, apunta Kurtz. La última entrada, las de las excavaciones de la última fase de intervención en La Alcazaba de Badajoz: 176 cajas que están a la espera de su turno.
Kurtz calcula que en cinco años el almacén se les quedará pequeño. «Nos queda muchísimo por saber y comprender y mientras eso siga así, el proceso de incorporación de piezas al Museo va a ir creciendo», prevé.