La noche de San Fermín en que Diego Yllanes conoció a Nagore Laffage
Horas después de violarla y matarla telefoneó a un amigo para que le ayudase a deshacerse del cadáver, con un índice de la mano seccionado, y empaquetado en tres bolsas de basura
E. M. / P. O.
Viernes, 8 de diciembre 2017, 09:37
La madre de Nagore Laffage Casasola, Asun Casasola, siempre clamó por la brutalidad del crimen que acabó con la vida de su hija. Pidió que fuese considerado por la Audiencia Provincial de Navarra como un asesinato con alevosía, pero al final José Diego Yllanes Vizcay fue condenado a 12,5 años de prisión por un delito de homicidio con agravante de superioridad física sobre la víctima. Las asociaciones de defensa de las mujeres y contra la violencia machista pidieron una sentencia de no menos de 20 años, así como las acusaciones particulares, pero al final el tribunal tuvo en cuenta que Yllanes confesó el delito y lo hizo impulsado por un arrebato emocional, así como la atenuante de intoxicación etílica.
¿Cómo fue esa superioridad? ¿Qué ocurrió la noche de autos, en la madrugada del 7 de julio de 2008, según recoge el sumario del caso que acabó por sentenciar al joven médico? ¿Cómo acabó el joven licenciado en Medicina, con la especialidad en Psiquiatría, con la vida de la muchacha en su cuarto?
De acuerdo con las crónicas del momento y el sumario del caso, aquella madrugada ocurrió lo siguiente.
El joven médico de 27 años José Diego Yllanes Vizcay telefoneó a la una de la tarde del 8 de julio de 2008 a un amigo y le comentó: «He hecho algo muy malo. Tengo en mi casa a una chica muerta. Necesito que me ayudes a deshacerme del cadáver». La teoría desde el primer momento del joven médico, que ejercía como MIR de Psiquiatría en la Clínica Universitaria de Navarra, es que se le había ido de las manos la borrachera de la madrugada de San Fermín, y un «malentendido» que hubo en el ascensor de su casa, y posteriormente en la habitación de su piso en Pamplona. Ese «malentendido» fue el argumento que él repitió en el juicio celebrado por el crimen en 2009. Cuando el amigo al que telefoneó pidiendo su auxilio le dijo que se entregase tras el crimen, él contestó que no quería arruinar la vida de su familia. Pero lo hizo, al decir de Asun Casasola con dos familias enteras.
O quizás tres. Porque Diego Yllanes tenía novia, también médico ejerciendo en el mismo centro de la capital navarra. Nagore Laffage era una joven estudiante del segundo curso de Enfermería que estaba allí solamente para hacer unas prácticas. Al parecer, Diego Yllanes no había reparado prácticamente en su existencia, aunque a ella sí le sonaba de haberle visto por el hospital. No habían hablado con anterioridad a la noche de San Fermín. Esa madrugada, Diego y su pareja habían estado bailando y disfrutando de la juerga. Se habían pasado de copas, pero Diego dejó a su novia a buen recaudo. Hacia las seis de la madrugada, en un bar de copas, Nagore disfrutaba del postchupinazo con unas amigas. Entonces, conoció al médico de su clínica. Él le comentó que llevaba 36 horas sin dormir, entre el trabajo y la fiesta, y muchos combinados de ron en su haber.
Según recoge el auto, ambos muchachos simpatizaron en el bar, como tantos otros jóvenes, a altas horas de la madrugada. Decidieron sobre las 7.45 horas ir al piso en el que el joven y próspero médico ya se había hipotecado situado en la calle de Sancho Ramírez, en el barrio de San Juan.
En el ascensor, se besaron y acariciaron, según la declaración de José Diego ante la jueza instructora, de Aoiz (municipio de la merindad de Sangüesa). Él dijo en el juicio que creyó que ella quería mantener relaciones sexuales. Pero se produjo el mentado «malentendido» y Nagore, que se negó a practicar sexo, le acusó de pretender forzarla.
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