El falso volcán de Las Hurdes
Está en El Gasco, fue el primer Lugar de Interés Científico de Extremadura y hay varias tesis sobre su origen, una de ellas que surgió tras el impacto de un meteorito
Hace 18 veranos, el Diario Oficial de Extremadura recogía el «Decreto 153/2003 de 29 de julio por el que se declara Lugar de Interés ... Científico el 'Volcán' de El Gasco'». Esas comillas resultaban claves, porque permitían intuir que el volcán no era tal. Hubo un tiempo en el que se creyó que sí lo era, y aunque investigaciones posteriores confirmaron el error al denominarlo así, el paraje ha conservado el nombre. La erupción aún activa del Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, ha hecho que siquiera por curiosidad, algunos hayan vuelto su mirada hacia este rincón en el Pico del Castillo, al que se llega tras unos 75 minutos de caminata por los alrededores de El Gasco, pedanía de Nuñomoral.
Con esa publicación oficial de agosto del año 2003, lo que hizo la Junta fue escuchar a los científicos que habían estudiado el espacio y pedían poner coto al expolio que llevaba años sufriendo, ya que esas extrañas piedras eran usadas artesanalmente para fabricar las cazoletas de pipas de fumar y también industrialmente para conseguir el efecto de lavado a la piedra en los pantalones vaqueros.
«La singularidad geológica y la pequeña extensión del afloramiento de roca pumícea (impactita) obligan a su más alta protección como parte del reducido patrimonio geológico de impactos meteoríticos que existe en España, y cualquier extracción de material del lugar debería ser restringida y estrictamente controlada». Es un párrafo de 'Evidencia de un pequeño impacto meteorítico en Extremadura: 'El volcán' de El Gasco (Las Hurdes)', informe elaborado en el año 2001 por cuatro expertos (Enrique Díaz Martínez, E. Sainz Rubio, C. Fernández y J. Martínez Frías) del Centro de Astrobiología, organismo adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas.
Esta investigación hacía memoria para aclarar por qué al lugar se le llamaba volcán. «La única referencia encontrada haciendo alusión a esta roca –exponían los autores– es el trabajo de García de Figuerola (1953), quien lo consideró como resultado de una erupción volcánica». Según este geólogo extremeño, alrededor de lo que parecía un cráter de unos 50 metros de diámetro y poco profundo había fragmentos de roca dispersos, «dando la impresión de una erupción explosiva con pequeña cantidad de lava».
La descripción del lugar
En noviembre del año 2003, la Asociación Geológica de Extremadura organizó unas jornadas para debatir sobre el 'volcán'. Con motivo de ese encuentro, el colectivo recordaba en un artículo en HOY que «desde antiguo se conocía el paraje por una peculiaridad notable: la existencia de unas rocas de tamaño medio, de aspecto quebradizo, colores y tonos pardo-rojizos y grisáceos, que además, y esta es su característica más notable, presentan una gran porosidad, lo que se traduce en su baja densidad, que hace que puedan flotar en el agua».
Eran piedras pumíceas (pómez las llamó una mayoría durante años), que albergaban «cantidades mínimas» de ringwoodita, según constató el Centro de Astrobiología en el año 2001. Ese material se asociaba entonces a caídas de meteoritos desde una altura superior a los 600 kilómetros y a una velocidad superior a los 40 kilómetros por hora. Sin embargo, este
mismo organismo amplió la investigación en el año 2002 y concluyó que no parecía probable que el lugar surgiera tras el impacto de un meteorito.
Para el geólogo Juan Gil Montes, tanto la del volcán como la del meteorito son teorías erradas. En su opinión –y también en la de otros técnicos que han abordado el asunto en los últimos años–, lo que hay allí es «escoria de fundición». «El origen de este espacio –explica Gil– está en las rudimentarias explotaciones mineras asociadas a los castros que habían en la zona». «Los castreños –amplía– metían areniscas en un horno y obtenían hierro para fabricar herramientas y armas, y esas areniscas ferruginosas, al fusionarse, originaron esas rocas». «Restos de este tipo -concluye– los hay en muchos sitios, alguno en Badajoz«.
La declaración de LIC
El de El Gasco fue el primer Lugar de Interés Científico de la región, un título que le otorga, más en la teoría que en la práctica, una cierta protección, al prohibir en un área de 97.000 metros cuadrados acciones que mermen su valor, incluida «cualquier actividad extractiva».
La Junta no declaró más LIC hasta el año 2014, cuando añadió a la lista ocho: Sierra de los Olivos en Los Santos de Maimona, 'Piedra furada' en Olivenza, Sierra Utrera en La Zarza, 'El Guapero' en Navalvillar de Pela, 'El Sierro' en Almaraz, Dehesa del rincón en Mirandilla, Cañada de Sierra Calera en La Morera y por último, Sierra del Cordel y minas de Burguillos del Cerro. En 2017 se sumaron Las minas de San Marta (Santa Marta de los Barros).
Algunos de los últimos en hacer la ruta al volcán que no es tal advierten que no resulta fácil identificarlo, más allá de una depresión del terreno entre vegetación, y que es más llamativo el paisaje circundante que el lugar en sí. Cerca queda 'El chorro de la Meancera (o Miacera)', espectacular en época de lluvias.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión