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JORGE REY

Las Carantoñas invaden de fervor Acehúche

El pueblo cacereño revive su ancestral tradición que rinde honores a San Sebastián

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Jueves, 20 de enero 2022, 11:52

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Las Carantoñas de Acehúche estrenaban en 2020 su título de Interés Turístico Nacional, un reconocimiento que en el pueblo apenas pudieron saborear el año pasado a causa de la pandemia. La pequeña localidad cacereña, con poco más de 800 habitantes y su propia denominación de origen protegida de queso de cabra, revivía este jueves con más fervor, si cabe, la ancestral tradición.

«Este año está la gente con muchas ganas al no habernos vestido el año pasado, aunque siempre hay una ilusión». Quien lo afirma es una de las carantoñas, José Emiliano Bueso, de 32 años, que se metía bajo la piel de la bestia por décima vez.

«Lo hago por promesa, pero es algo que te tiene que gustar», cuenta mientras le ajustan al cuerpo las pieles de cabra y una cincha a la cintura, su padre, Emiliano, y su abuelo, José Clemente Porras, quien lleva 30 años vistiendo a las carantoñas.

El ritual empieza a las diez de la mañana, cuando acude el patriarca. Junto al padre, le cubren primero las piernas. A continuación, colocan el zamarrón que, con la careta, confeccionada con una caja de cartón moldeada y recubierta de pieles de zorro y jineta, constituye una única pieza, de la que sobresalen unos afilados colmillos de jabalí. «No puedo describir con palabras lo que siento, es un sentimiento especial. Es para vivirlo desde dentro», añade el nieto.

La fiesta se ha ido heredando generación tras generación hasta consolidarse como reclamo turístico nacional. «Donde ha habido una carantoña, los hijos vuelven. Desde que tengo uso de razón ha sido así, porque uno lo lleva dentro», resume el padre de José Emiliano mientras reciben a familiares y allegados en el comedor de su casa.

Dulces caseros y chupitos de anís entonan el cuerpo en la fresca mañana antes de concentrarse en la casa de la familia del mayordomo, Dionisio Ginés, para dirigirse a la iglesia a encontrarse con su santo y sacarlo en procesión. Todo esto sucede después de que, bien temprano, el tamborilero haya despertado con sus sones en la 'alborá' a las carantoñas, que antes de ataviarse toman fuerzas con unas contundentes migas con café.

Si en Piornal dos mujeres se ponían este año el pesado atuendo de Jarramplas, en Acehúche la vestimenta de carantoña se reserva solo a hombres, mayores de 16 años y que desciendan del pueblo. Unos 60 adoran al santo, patrón de Acehúche, los días 20 y 21 de este enero.

La mujer, en su papel de 'regaora' y luciendo el traje regional, que aquí llaman 'bayeta', da alegría y colorido a la milenaria fiesta. Al igual que la música del tamboril y la flauta, que amenizan toda la celebración.

Jorge Rey
Imagen principal - Las Carantoñas invaden de fervor Acehúche
Imagen secundaria 1 - Las Carantoñas invaden de fervor Acehúche
Imagen secundaria 2 - Las Carantoñas invaden de fervor Acehúche

A las doce del mediodía, la comitiva de 'regaoras' y vecinos recogía al santo en la iglesia mientras las carantoñas aguardaban en el exterior del templo por su condición de máscaras. A la salida del mártir, disparos de los 'tiraores', vítores, confeti y mucha emoción en el gesto de los acehucheños.

Durante la procesión, reverencias de las carantoñas que, emparejadas, inclinan su cabeza y arrastran una retama de acebuche al tercer paso de su danza, ante la imagen de San Sebastián.

Pero el momento más emotivo lo viven los vecinos de este pueblo durante la loa, el acto de agradecimiento al santo que, en esta ocasión, recaía en la mayordoma Mercedes Amores. «Gracias por haberme dado fuerzas cuando lo he necesitado», pronunciaba. «No dejéis de inculcar esta tradición a vuestros hijos», pedía la joven a los acehucheños después de reconocer sentirse embargada de «emoción, alegría y felicidad» y de implorar al santo por las familias de las víctimas de la pandemia. «Gracias por un año más en el que ver como todo tu pueblo late al son de una flauta y un tambor», recitaba.

Convite popular

La situación sanitaria ha impedido este año celebrar el convite popular y realizar la degustación de 'papas' a las puertas de la iglesia tras oficiarse la misa. Tampoco se ha permitido al tamborilero entrar al interior de los bares como medida preventiva. Simbólicamente, las carantoñas ofrecieron las natillas caseras con las que agasajan a los asistentes durante la algarabía y el jolgorio que marcan el final de la ceremonia.

La 'vaca tora' aparecía minutos después de las dos de la tarde para dispersar a las fieras y poner fin a una festividad que hace 50 años tuvo visos de decadencia por la escasez de pieles y su alto coste. «Parecía que no iba a revivir la fiesta», comentaba la tía abuela de José Emiliano.

Y tanto si ha revivido, con todo un futuro por delante para exhibir su título de Interés Turístico Nacional, tras lograr en 1987 el distintivo regional.

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