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Un momento de la fiesta celebrada esta mañana. PALMA

Piornal castiga al primer Jarramplas femenino de su historia

El pueblo recupera su fiesta tras un año sin ella, y celebra una edición para el recuerdo, ya que por primera vez una mujer encarnó al personaje al que el pueblo 'lapida' a golpe de nabo

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Miércoles, 19 de enero 2022, 14:22

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A los cinco minutos de que el tercer Jarramplas de la mañana se meta en casa tras recibir la tunda de nabazos que deseaba desde que era chico, asoma por la calle sembrada de restos del tubérculo un repartidor de Amazon con una caja en la mano. «¿No está por aquí, verdad?», pregunta el joven. Hombre precavido vale por dos. «No, no», ya se ha ido, le tranquilizan los familiares y amigos de Sergio Prieto Moreno, que está en el baño, dándose una ducha. Tiene 28 años, es ingeniero de caminos y está reponiéndose de la batalla voluntaria recién librada. Acaba de ser festivamente lapidado a golpe de nabo. ¡Y qué nabos! «Ese pesa más de un kilo», coinciden dos vecinos a la vista de uno que ha quedado en el suelo y que cuesta coger con una sola mano.

Todo esto ocurre en Piornal (1.485 vecinos), a 1.175 metros, el pueblo más alto de Extremadura, uno de los pocos que ve la nieve cada invierno. Cuando más turistas recibe, de hecho, es cuando su paisaje blanquea y en los días en que se celebra Jarramplas, fiesta turística de interés nacional en la que algunos vecinos elegidos se disfrazan, se protegen el cuerpo entero (espinilleras-rodilleras de hockey, peto, coquina, máscara con forro interior de esterilla, guantes, unos 40 kilos de carga en total) y salen a la calle a saltar, bailar y tocar el tambor incitando a sus paisanos a lanzarles nabos comprados para la ocasión. Cuanta más fuerza y puntería, mejor.

La de este año, además, ha sido una edición histórica: por primera vez, una mujer ha sido Jarramplas. La pionera es María Hernando, 27 años, periodista, reportera de Canal Extremadura. Y por la tarde también recorrió la localidad cacereña María Torralvo, 27 años, trabajadora del Carrefour y aspirante a entrar en el Cuerpo Nacional de Policía.

Hasta ahora, las mujeres se habían disfrazado solo para la sesión infantil del día previo a los dos grandes. Pero ninguna lo había hecho para exponerse a los adultos y experimentar en primera persona en qué consiste ser el rey de esta fiesta.

La cabeza bailando

Recibe tal paliza de vegetales el protagonista que a veces, esos misiles comestibles que le impactan en la máscara hacen que la cabeza le baile, arrítmica, como a esos muñecos cabezones de El Fary que tunean los salpicaderos de ciertos coches. Bajo el disfraz de colorines y la máscara cónica de fibra de vidrio hay una persona –con todos sus órganos y huesos y músculos y todo lo demás en su sitio– que elige echarse a la calle y someterse voluntariamente al linchamiento hortícola. El viaje es corto, unos quince minutos andando por la calle perseguido por una turbamulta de jóvenes y no tanto que ponen lo mejor de sí mismos cada vez que sueltan el brazo. Pero esos pocos minutos resultan suficientes como para dejar exhausto durante un rato a cualquiera.

El testimonio

«El que está dentro del disfraz quiere que le tiren, que para eso se ha vestido, y con la emoción apenas sientes los golpes»

SERGIO PRIETO

Mayordomo de Jarramplas 2022

También a Sergio Prieto, claro, por mucho que luzca buena forma física. El joven recibe los últimos nabazos y se mete en casa, donde le espera su gente. Le quitan el disfraz, le sientan en una silla, le echan colirio en los ojos, dañados por los restos que se cuelan por los agujeros de la máscara, y él, botella de agua en mano, queda en calzoncillos y con su prenda fetiche: una camiseta del Atlético de Madrid. De las del escudo antiguo, no el de ahora, ese que muchos colchoneros con pedigrí desprecian llamándole logo. «Esta tenía claro que quería llevarla en este día», cuenta el joven ya duchado y repuesto. «El que va dentro del disfraz quiere que le tiren, que para eso se ha vestido, y con la emoción, vas disfrutando y apenas sientes los golpes», asegura Prieto, que trabaja en una consultora de ingeniería en Madrid y se ha pedido toda esta semana libre para poder disfrutar como está mandado de la fiesta grande su pueblo.

Para eso y para ayudar a Julio Antonio Rubio Moreno y Ernesto Antonio Salgado, sus dos amigos, los dos Jarramplas de este año. Ellos son los únicos que desfilarán por el pueblo este jueves. Para poder serlo, hace lustros que se apuntaron a una lista que ya está ocupada hasta el año 2048. Nadie más que Julio y Ernesto se expondrá a que le tiren los recios tubérculos en el segundo día de fiestas. Así está escrito en las normas de la celebración, que también les conceden otro privilegio: ser los primeros en asomar por la calle tal día como este miércoles, en el que salen ellos primero y luego los mayordomos y ayudantes, en total una treintena de personas que se encargan de organizar y pagar los festejos.

Risas y nervios

El tercero en salir ayer fue Sergio Prieto. Y el cuarto, Eric. «¡Un nabo grande para Eric Fernández!» grita la multitud antes de que el joven ponga un pie en la calle. Él recibe la rima con una sonrisa. Pero seguro que está nervioso. Fijo que el corazón le palpita a más velocidad de lo normal. Ya en la calle, en treinta segundos los mayordomos le ajustan la máscara. Los que esperan con el tubérculo listo respetan ese momento, pero en cuanto el joven piornalego empieza a andar, le cae encima un diluvio de nabazos a mano llena.

Un  joven se quita la máscara y muestra la cara llena de restos de los nabos que le acaban de lanzar.
Un joven se quita la máscara y muestra la cara llena de restos de los nabos que le acaban de lanzar. PALMA

El pueblo le sigue, y en menos de un minuto la calle queda en silencio, vacía y alfombrada con trozos del vegetal. Más adelante, aquí y allá, en cada esquina hay una montaña de más ejemplares de esta planta, dispuestos para que a los lanzadores nunca les falte materia prima. Este año, el Ayuntamiento se ha gastado unos tres mil euros en comprar diez mil kilos de nabos criados en Jarandilla de La Vera y trece mil salidos de una finca de Segovia. En el primer día se gastaron ya unas cuantas toneladas, y otras quedan para el día grande, preparadas para seguir castigando a Jarramplas, la figura humana que recuerda aquella historia del ladrón de ganado y de huertos al que se cuenta que el pueblo quiso lapidar.

Por San Sebastián, en el pueblo más frío de la región, esa lapidación se cumple. Pero de buen rollo, entre risas y cervezas, la mayoría de la gente con la mascarilla puesta. Y este año, con una novedad de la que se hablará siempre: el primer Jarramplas femenino. María Hernando se ha ganado un capítulo en el libro de la historia de Piornal. Y María Torralvo otro. Las dos de la misma quinta, la del año 95, la de las piornalegas valientes.

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