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Leonardo DiCaprio, en un fotograma de 'Una batalla tras otra'. R. C.

'Una batalla tras otra': la revolución nunca se acaba

Paul Thomas Anderson dirige este wéstern moderno, protagonizado por DiCaprio y Penn, una sátira desoladora de la sociedad estadounidense

Iker Cortés

Madrid

Jueves, 25 de septiembre 2025

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Tres ideas rondaban la cabeza de Paul Thomas Anderson cuando en el año 2000 comenzó a trabajar en 'Una batalla tras otra'. En primer lugar, el director de 'Licorice Pizza' quería hacer una película donde las persecuciones de coche tuvieran un gran peso, un asunto este al que regresaba cada dos o tres años. Le obsesionaba también que en el epicentro del relato hubiera una mujer fuerte y revolucionaria. Finalmente, tenía interés en adaptar 'Vineland', de Thomas Pynchon, una obra sobre los movimientos radicales y contraculturales de los años sesenta, que el autor escribió en los ochenta. Su intención era trasladar su significado al año 2000. Consciente de que la adaptación iba a ser «muy difícil», «robé las partes que realmente resonaban conmigo y empecé a juntar todas estas ideas con su bendición», explica el atípico cineasta en las notas de producción.

El resultado es 'Una batalla tras otra', una fábula sobre la familia y a la vez un ambicioso wéstern contemporáneo que desliza una feroz crítica contra el racismo imperante en la sociedad estadounidense, en estos tiempos en los que hemos normalizado las redadas antinmigración y los mensajes fascistas. Con 160 minutos de duración, el largometraje empieza con la operación de un grupo revolucionario –hay quien diría que terrorista– para liberar a decenas de personas de un centro de detención de inmigrantes ubicado junto a la frontera de México. Perfidia Beverly Hills, a la que da vida esa fuerza de la naturaleza que es Teyana Taylor, es la gran líder del movimiento, a la que sigue Pat (Leonardo DiCaprio), un experto en explosivos con el que tiene una relación romántica. Secundados por una docena de personas, la estrategia sale a pedir de boca, pero en el camino Perfidia se topa con el coronel Steven J. Lockjaw, encarnado por Sean Penn, que pronto se obsesionará con ella.

Justicia y adrenalina es lo que parece perseguir la pareja. Todo, sin embargo, se viene abajo cuando ella se queda embarazada de Willa. Cerrada a cambiar de vida y dejar en suspenso la revolución e incapaz de asumir sus nuevas labores como madre y de aparcar el ego a un lado, Perfidia abandonará a su familia y, finalmente, será apresada durante el asalto a un banco, momento en el que Pat tendrá que fugarse con la recién nacida.

Teyana Taylor da vida a Perfidia, Chase Infiniti encarna a Willa y Benicio del Toro es Sensei.
Imagen principal - Teyana Taylor da vida a Perfidia, Chase Infiniti encarna a Willa y Benicio del Toro es Sensei.
Imagen secundaria 1 - Teyana Taylor da vida a Perfidia, Chase Infiniti encarna a Willa y Benicio del Toro es Sensei.
Imagen secundaria 2 - Teyana Taylor da vida a Perfidia, Chase Infiniti encarna a Willa y Benicio del Toro es Sensei.

La acción se traslada entonces dieciséis años al futuro. Con el corazón roto y bajo una nueva identidad, Pat se ha vuelto alcohólico y drogadicto y vive con su hija, una joven enérgica y con carácter, a la que trata de inculcar la idea de permanecer siempre alerta, inmerso en una paranoia que se verá acertada cuando a su antiguo némesis, el coronel Steven, le ofrezcan la posibilidad de ingresar en un 'selecto' club de blancos y este se vea obligado a borrar sus huellas. Será entonces cuando, con la ayuda de una banda de exrevolucionarios liderada por Sensei (Benicio del Toro), padre e hija tengan que volver a escapar, mientras luchan contra las consecuencias de su pasado.

Fascinante

Es el punto de partida de una película fascinante, que podría dialogar perfectamente con la reciente 'Eddington', de Ari Aster, por la desoladora forma en la que plasma una sociedad, la estadounidense, marcada por el racismo y la violencia, y que aprovecha las vicisitudes de una atípica familia para hablar de las distintas formas de amar y de odiar. Con unas interpretaciones excepcionales –tanto DiCaprio como Penn bordan unos papeles complejos, tragicómicos y llenos de matices– y una fotografía soberbia, obra de Michael Bauman, que recupera el VistaVision ya visto en 'The Brutalist' y ensalza la escala del filme, Paul Thomas Anderson se suma así a la nónima de los pocos cineastas capaces de hacer un cine personal, político y a gran escala en Hollywood. La banda sonora de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead y colaborador habitual del cineasta, con ecos de alguno de los temas más reconocibles de la banda británica, no hace más que apuntalar una obra a la que solo se le puede afear que las 2 horas y 40 minutos de duración acaban pesando lo suyo. Y eso que uno se queda con ganas de saber más de Perfidia.

Sean Penn se mete en la piel del coronel Steven J. Lockjaw.

Drama, ligeros toques de humor –la pelea de DiCaprio con las contraseñas es sencillamente hilarante, así como la idea del pervertido coronel al que regala su cara Penn– y acción vertebran una cinta que echa el cierre con una espectacular y planificada persecución en una carretera a la que denominan el río de las colinas. Rodada con una gran destreza, el olor a goma quemada casi puede sentirse.

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