Pasando por el Arco
Cuando el silencio se hace palabra ·
La estabilidad financiera nacional está tocada y si «la cautela» se despista, el efecto dominó puede llevar al traste hasta el propio sistema autonómicoToni Barquero
Domingo, 11 de agosto 2024, 07:58
Por el Arco del Triunfo de la capital catalana pasó 'El Gran Puigdemont', eso sí, cual Houdini o David Blaine. Quienes lo vieron y escucharon ( ... dicen que más de 3.000 personas) aseguran que estar, estuvo; pero debió ser un acto alucinatorio colectivo, porque quienes tenían que verlo, parece ser que principalmente los Mossos d'esquadra, no encontraron ni rastro.
En cualquier caso, no es cierto aquello que se supone que clamó en su discurso el líder de Junts sobre la débil democracia española, en la que según él no hay razón de estar; porque de débil nada, y si no que se lo pregunten al mosso, de intachable carrera profesional, que está respondiendo por la fracasada operación 'Jaula'. Vamos, que depurándose responsabilidades se están; y al fin y al cabo, lo importante, lo de la investidura de Illa, «ni tan mal».
La verdad es que he de reconocer que ando algo perdida, porque son tantos los acontecimientos que no despistarse cuesta. Vamos, que estaba yo más centrada en entender el significado de «financiación autonómica singular», «régimen común» o «déficit fiscal»; distinguir si justo es considerar que debemos ser solidarios con Cataluña porque según nos cuentan «no puede ser que sea la tercera comunidad en aportar recursos y la decimocuarta en recibirlos», o exigir que la justicia comience por mi casa, y quien dice casa, dice por esta «relegada Extremadura nuestra».
Aunque lo que más me cuesta es imaginar de dónde saldrá el dinero si ninguna comunidad debe perder económicamente después del acuerdo de financiación PSC y ERC; y a la vista de las futuras reformas; porque digo yo que, si las arcas bajan, entonces el Estado tendrá que reducir su gasto, disminuyendo las contadas prestaciones propias (mejor en defensa que en pensiones) o incrementarnos los impuestos. Y para que las arcas no bajen, las aportaciones de las comunidades deben estar determinadas y garantizadas; pero no es difícil pensar que si una comunidad, que aporta un 20% del PIB del país, tiene la llave de la totalidad de la gestión impositiva, y la posibilidad de legislar sobre la misma, sus aportaciones a la solidaridad y equilibrio territorial no se conviertan en moneda de cambio de constantes acuerdos políticos.
La estabilidad financiera nacional está tocada y si «la cautela» se despista, el efecto dominó puede llevar al traste hasta el propio sistema autonómico.
Pues eso, que en esa tesitura estaba yo y a Puigdemont se le ocurre volver por si a alguien se le olvida la fragilidad de los pactos de investidura(s), y a cargar contra la justicia española a la que acusa de estar politizada y ser la causa de la represión y daño de la población independentista catalana y, cómo no, a seguir instando a la lucha por una Cataluña libre, que la libertad solo se debe dar con la independencia.
En fin, si más de uno se enreda en este galimatías siempre puede contentarse pensando en el lío que tendrá el Juez Llarena, al que cuando no le cambian el código penal, le juegan al «veo-veo» con la inmunidad parlamentaria o le aprueban una ley de amnistía; o ha de plantearse la bondad en la malversación porque, al fin y al cabo, como ha dicho el presidente catalán hoy en su discurso de investidura, todos los expresidentes de la Generalitat han tenido siempre los intereses más nobles.
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