Lo que se perdió en el agua
A la última ·
No sé cómo estaría yo si un año después continuara escuchando versiones distintas de lo que hacía el presidente de mi comunidad cuando los míos se ahogabanNo sé cómo estaría yo si mi casa, mi calle, mi barrio, mi pueblo entero, mi vida entera hubieran sucumbido a la acometida salvaje del ... agua, si hubiera visto cómo las compuertas del cielo se abrían para arrasar todo lo que tengo y lo que ya, jamás, tendré, si cada nuevo anuncio de lluvia hiciera sonar una alarma sorda en mi interior que me dejara sin aliento. No sé cómo estaría yo si tuviera que hacer un inventario de pérdidas para demostrar que todo lo perdido existió, que esa foto sucia estaba colgada en una pared, que esa llave abría una cerradura, que en esa esquina aparcaba un coche.
No sé cómo estaría yo si me hubiera quedado encerrada en una ratonera viendo cómo el agua iba subiendo por mis tobillos, por mis rodillas, por mi cintura mientras rezaba a un dios al que había dejado de rezarle hacía tanto tiempo. No sé cómo estaría yo si mi voz hubiera sido una de esas voces entrecortadas por el miedo y la angustia que se escuchaban en las radios y en las televisiones buscando a un familiar, describiendo su altura, su ropa, el color de su pelo, preguntando si alguien tenía noticias suyas, contando en qué momento había dejado de hablar con él. No sé cómo estaría yo si nunca hubiera podido retomar esa conversación interrumpida.
No sé cómo estaría yo si un año después continuara escuchando versiones distintas de lo que hacía el presidente de mi comunidad cuando los míos se ahogaban, si la dimisión aún no hubiera llegado, si mi dolor siguiera cotizando como munición en el mercado de la política, si el lodo todavía impregnara las palabras y los actos. No sé cómo estaría yo, pero los que sobrevivieron al horror sí lo saben. Saben lo que se perdió, lo que perdieron, en el agua.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión