Regeneración en ojo propio
Pedro Sánchez alcanzó el Gobierno por la idea de una renovación ética de la política, y ahora debería aplicarse el mismo principio
Pedro Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno subido en la ola de una sociedad que exigía regeneración política, en un escenario en el que ... ya habían surgido Ciudadanos y Podemos para dar aire al sistema, cada uno a su modo, y donde la sentencia por la financiación ilegal del PP fue la puntilla. Ese fue su aval y el pegamento que permitió una suma de partidos improbable que hizo triunfar por primera vez una moción de censura.
Puede que sin esa seña de identidad original, Sánchez tuviera aún un margen de escapatoria, pero lo más probable es que se irá engullido por el tsunami que no ha hecho más que coger fuerza de Ábalos y Cerdán, nada menos que sus dos secretarios de Organización, ese cargo que en el PSOE es sinónimo de temibles mandamases que deciden quiénes salen en la foto. Y así fue hasta el muy reciente congreso de Sevilla, donde el propio Cerdán eligió, por encima de diferentes propuestas territoriales, quién rodearía a Sánchez.
Estas dos circunstancias, el haberse investido de adalid contra la corrupción de los otros, con un espíritu de renovación ética, y la cercanía extrema a su figura y a su proyecto del exministro de Fomento primero y del político navarro hasta ahora, son las que revisten de mayor gravedad si cabe las revelaciones de la UCO sobre el cobro de comisiones, y que dejan en muy insuficiente que Sánchez intente zanjar el escándalo con una auditoría, sin adelantar elecciones (lo correcto, pero suicida) y sin ni siquiera someterse a una cuestión de confianza que dé una mínima estabilidad a una legislatura en estado crítico en realidad.
Es imposible dar crédito a un mensaje de regeneración si alguien no se aplica el cuento a sí mismo, por mucho que en este país se haya producido una involución en términos de ética política desde que Borrell renunció a ser candidato socialista cuando un anterior colaborador en Hacienda fue acusado de delitos fiscales, lo que hoy quedaría reducido a un mero comentario sobre «ese señor del que usted me habla».
Con el anuncio de la auditoría se quiere negar la mayor, la última pieza de dominó de la que depende la estructura restante, para intentar demostrar que el PSOE ha sido ajeno, no se ha financiado de forma ilegal a través de las mordidas de los Koldo, Ábalos y Cerdán, y que todo responde a la avaricia de estos tres personajes. Se trata, sin embargo, de una débil trinchera que es probable que los futuros acontecimientos y revelaciones acaben por superar, pero a la que de momento se aferran los socialistas de bien.
España tiene un problema de corrupción ligada a la contratación pública que se debería atajar
España, en cualquier caso, tiene un problema de corrupción estructural vinculada a la contratación pública, y a las infraestructuras de modo particular, al que se debería poner coto de una vez si un caso como este sirve al menos de catarsis. La urgencia con la que estos tres personajes, muy pocos meses después de su llegada al Gobierno, activan la maquinaria de mordidas evidencia el conocimiento que tienen sobre el modo más rápido de enriquecerse y la conciencia de todos los agujeros del sistema para hacerlo con relativa facilidad. Koldo, Ábalos y Cerdán, en especial los dos primeros, puede que llamen la atención en la historia de la picaresca española por la zafiedad de su modo de vida, pero no porque hayan inventado precisamente un sistema de ganancia ilegal, al que contribuyen empresas que a menudo siguen contratando con las administraciones sin que episodios similares anteriores les penalicen de verdad a futuro.
Hemos comprobado con la pandemia que a la mínima que se relajan los controles, los más listillos aprovechan para lucrarse sin miramiento alguno. Pero no hablamos de situaciones excepcionales como aquella, sino de un funcionamiento cotidiano de la Administración, incapaz de frenar de modo eficaz a quienes están dispuestos a corromperse. Si no se actúa contra este problema endémico, los Koldo y compañía solo serán una línea más en la historia de la infamia.
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