El rapto de Europa

Solo hay que comparar a este sheriff histriónico con el porte de alguaciles legendarios como Clint Eastwood, John Wayne o el estilosísimo aunque algo soso Gary Cooper, y sacar conclusiones.

Lo grave es que se ha permitido a este sheriff de spaghetti western protagonizar una versión bizarra de 'El rapto de Europa'. Y no transmutado en imponente toro blanco, sino en becerro taheño. Y no para llevarla al paraíso de Creta, sino a los peñascos inhóspitos del ostracismo, a una metáfora de la isla de Perejil.

¿Y qué ha hecho Europa ante tamaño desaire? Lo que mejor se le da: nada. Quizá se perdieron el episodio de Los Simpsons 'Cómo se ganó la prueba', donde Skinner, para salvar a Ralf, se encarama en la barandilla de un puente y declara solemne: «Es hora de hacer lo que nunca hice como director», y ante la expectante mirada del resto de alumnos proclama: «¡Algo!».

Porque hasta ahora, el principio acción/reacción ante las acometidas del sheriff se ha convertido en acción/indolencia estupefacta por parte de Europa, al margen de declaraciones tan pomposas como yermas.

Decía el ajedrecista Frank Marshall que es mejor tener un mal plan que no tener ningún plan. Y Trump tiene un plan (bueno o malo, ya se verá): pactar con el malo de la película en vez de enfrentarse a él, y juntos repartir mercados, reconstrucción y tierras raras. Ya veremos cómo funciona esa alianza de granujas.

Por eso, me permito proponer a Von der Leyen y su panda apocada un plan, no sé si bueno o malo, pero un plan al fin y al cabo: hay otro actor en toda esta tragedia bufa que también ha sido relegado. Se llama China. ¿Qué tal si Europa empieza a coquetear con Xi Jinping en temas como desarrollos de la inteligencia artificial, 5G y 6G o pactos comerciales? ¿Y qué tal si se hace lo mismo con una potencia tecnológica en ciernes como India? ¿Y con Centro y Sudamérica?

¿Quién pasaría de aislador a aislado? Sumemos población: alianza USA-Rusia: 500 millones; alianza Europa (con Reino Unido)-China-India-Centro y Sudamérica: 3.900 millones. Sí, ya sé, es una coalición compleja, pero tampoco es preciso que se plasme al cien por cien. Bastaría con empezar a desbrozar caminos, amagar acuerdos, promover reuniones de alto nivel simbólico, mostrar disposición al diálogo… Quitémonos de encima el 'sin ti no soy nada' de Amaral y veremos que Europa es un mercado apetecible, por su madurez y nivel de renta.

Aprovechemos la inseguridad que subyace en la personalidad de un baladrón como Trump, que se vea como un Gary Cooper de cuchufleta 'Solo ante el peligro'. ¿Qué tal una orden de desahucio de la base militar de Rota (espero que Sumar no se oponga por considerarlo inquilino vulnerable) porque hay un nuevo arrendatario interesado llamado Xi Jinping? ¿Qué tal firmar el acta de adhesión de Ucrania a la UE este Sábado Santo, al modo Adolfo Suárez? ¿Una locura? Lo que es una locura es seguir de brazos cruzados.

Claro que, como decía Tikkanen, «una locura verdaderamente grande no puede lograrse sin una significativa inteligencia», y apostillaba Cortazar: «No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas». Ahí es donde le duele a Europa.