Un hombre bueno
Francisco Fuentes Gallardo
Exsecretario general del PSOE de la Provincia de Badajoz
Domingo, 5 de octubre 2025, 09:47
Hay gente que ingresa en el PSOE por motivos familiares: abuelos fusilados, familiares condenados. Otros se dirigen al PSOE por haber sufrido las injusticias, las desigualdades, y consideraban a nuestro partido el mejor instrumento para superarlas. Un último grupo lo conformarían aquellos que tienen una posición económica acomodada pero que piensan que los principios y valores del PSOE sirven para organizar de forma más justa, eficiente y equilibrada la sociedad.
Guillermo, pertenecía a este último grupo. Nació y creció en un ambiente conservador con una posición económica desahogada ajeno a las desigualdades sociales y optó ya siendo médico forense por ingresar en el PSOE. Su origen social explica en parte su afán por conocer de boca de los viejos militantes los recuerdos de sus humillaciones, las vivencias de los hombres y mujeres que no pudieron ir como él a la universidad, los miedos de los que lucharon contra la dictadura, los silencios de los vencidos tras la Guerra Civil, de ahí, también, su admiración y respeto por las Casas del Pueblo, por los militantes de base y por los viejos códigos del PSOE y la lealtad, el poner a la organización por encima de los intereses personales, el contacto con los militantes de base.
Nunca le conocí el rencor en la acción política ni aún teniendo motivos para ello. Incluso cuando compañeros relevantes que todo se lo debían a él le dieron la espalda o hicieron oídos sordos a las recomendaciones. Jamás le escuché una recriminación sobre ellos. Tal vez, su formación cristiana auténtica le llevaba más por el camino de la otra mejilla que por el diente por diente. Solamente en una ocasión le vi perder la calma: cuando estando en la oposición tuvo pruebas que desde la Junta de Extremadura se estaba investigando su vida personal pidiendo información en hoteles donde pernoctaba.
Fuiste consecuente con tus ideas hasta el final. Cuando ya conocías tu enfermedad fatal y algunos te aconsejaron tratamientos con médicos y hospitales de renombre decidiste que no, que te tratabas igual que cualquier extremeño en la Sanidad Pública de nuestra región a la que dedicaste toda tu vida a dignificar, primero como consejero de Sanidad, y luego como presidente.
Adiós, amigo. La vida será mucho más dura sin ti. Han sido muchos años de reuniones, congresos, asambleas, elecciones, confidencias. Todavía recuerdo tu cara de sorpresa cuando hace muchos años, siendo todavía Juan Carlos presidente y secretario general, te dije que, si un día se planteaba la sucesión, tú eras mi candidato para sustituirle.
Si tus creencias religiosas son ciertas, seguro que ya estarás en el cielo, en el reino de los justos y de los limpios de corazón.
Como no soy creyente, te escribo estas últimas palabras tomadas de la última novela de Manuel Vicent: «Tiene que haber un paraíso adonde habrán ido a parar todos los juguetes que tuve de niño. Allí estarán el caballo de cartón, el rompecabezas, el primer patinete, el primer triciclo. Tal vez ese cielo que nos prometen las religiones después de la muerte, consista en un lugar donde nos esperan los juguetes de nuestra infancia para seguir jugando».
Hasta siempre, compañero.