El Gran Buda se desmorona
Análisis ·
Aunque los promotores dicen que no se rinden, el proyecto parece condenado por la falta de financiación y de sueloSería fácil subirse al carro de los que presumen ahora de haber tenido claro desde el principio lo que iba a pasar, pero no lo ... haré porque yo también llegué a creer en algún momento que, a lo mejor, el proyecto Gran Buda no era tan descabellado como sonaba al principio. Se dieron algunos pasos que parecían convincentes, entre ellos la cesión por parte del Ayuntamiento de terrenos en el monte Arropez, que se llegó a consagrar al budismo, o la aparición en Cáceres de organizaciones asiáticas que aseguraban estar dispuestas a invertir. Tras el 'shock' inicial de saber que alguien pretendía construir en estas tierras un enorme complejo turístico-religioso con estatua gigante de Siddhartha Gautama, una decena de templos, residencia para veinte monjes y miles de metros cuadrados de jardines, poco a poco el estupor y la incredulidad fueron dejando paso a la duda razonable, sobre todo por el entusiasmo con el que apoyaban el proyecto el entonces presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, y el alcalde Luis Salaya.
Cinco años y medio después de aquellos primeros anuncios, el Gran Buda parece condenado una vez que los promotores, la Fundación Lumbini Garden, han renunciado por falta de financiación a comprar el suelo donde estaba previsto construir el complejo. Aseguran que no tiran la toalla y que seguirán buscando inversores, quizás en China, pero a la dificultad de conseguirlos se suma otra incluso mayor, y es que apenas quedan en los alrededores de Cáceres terrenos privados que carezcan de protección medioambiental y reúnan las condiciones que requiere el centro budista.
El PSOE ha culpado a Rafael Mateos de no respaldar el proyecto y dejarlo morir por la vía de la inacción. Exagera, aunque no es ningún secreto que al alcalde nunca le entusiasmó el Gran Buda. Ya cuando estaba en la oposición criticaba que se diera suelo público y se pretendiera rebajar la calificación ambiental para un complejo budista que a una gran parte de los cacereños ni les gusta ni entienden qué tiene que ver con la ciudad. Desde que asumió el Gobierno municipal, Mateos dejó claras dos cosas: que el Ayuntamiento solo tramitaría los permisos para el proyecto si se hacía completo –no a medias como se llegó a plantear–, y que toda la inversión, incluida la compra del suelo, debería ser privada. Como se ha visto, los promotores no estaban en condiciones de cumplir con ninguna de las dos.
Y por cierto, es mentira que todo esto no les haya costado nada a los contribuyentes extremeños, como pretenden hacer ver algunos para intentar salir del paso ahora que el proyecto se desmorona. La Fundación Lumbini recibió en 2021 una subvención directa de la Consejería de Cultura de la Junta por importe de 281.229,20 euros con motivo de la organización de las jornadas budistas que se celebraron en abril de ese año en Cáceres. A eso hay que sumar el coste de los tres viajes oficiales que se hicieron a Nepal, en uno de los cuales hasta participó el CP Cacereño para jugar unos partidos amistosos en el país asiático. No entro en si esos gastos estuvieron o no justificados. Puede que sí, en un momento en el que establecer relaciones con los posibles inversores y las autoridades nepalíes se presentaba como necesario para hacer aterrizar el Gran Buda, pero que no intenten ahora marearnos al trile, porque todo el que haya seguido desde el principio el desarrollo del proyecto sabe perfectamente bajo qué cubilete está la bolita.
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