Conflictos de intereses
Análisis ·
El caso del concejal de Urbanismo de Cáceres sirve para recordar que, si no hay afán de beneficiarse, más vale pecar por exceso que por defectoLa polémica municipal esta semana, en la que Cáceres transita de los pasos de Semana Santa y los mantos de la Virgen a los ... tambores y las danzas del Womad, ha tenido como protagonista al concejal de Urbanismo, Tirso Leal, un hombre que se viene manejando con discreción toda la legislatura y se ha visto de repente bajo el foco mediático por un posible conflicto de intereses. En el pleno del pasado lunes se ausentó para no votar un trámite urbanístico sobre la ampliación de suelo industrial en Capellanías que afectaba a propiedades de su mujer. Sin embargo, fue él quien defendió ese punto en el debate previo, y además lo votó unos días antes en la comisión informativa que dictaminó a favor. Son dos cosas que, con el reglamento en la mano, no debería haber hecho en el supuesto de que se pueda considerar que él o su círculo cercano se pueden beneficiar personalmente.
Tras publicar este diario los detalles del caso, ha ocurrido lo previsible: que todo el mundo ha sacado el ventilador y se ha puesto a rebuscar en las hemerotecas situaciones similares que echar en cara al rival político. El PP ha sido especialmente concienzudo en esa tarea y ha recordado a la portavoz socialista, Belén Fernández, que en su día ella votó a mano alzada una modificación urbanística en Casa Plata que afectaba a su familia, o que el concejal Andrés Licerán fue denunciado por conducir sin seguro ni ITV cuando estaba al frente del área de Movilidad. También ha sobrevolado estos días lo que ocurrió en 2017 cuando Elena Nevado abrió expediente a su propia concejala de Medio Ambiente e Infraestructuras, Montaña Jiménez, por no abstenerse en una consulta de viabilidad para un parque comercial sobre unos terrenos de sus padres.
Todo este asunto de los conflictos de intereses y las incompatibilidades, salvo casos muy concretos y raros que se ajusten sin discusión a lo que dice la ley, es bastante confuso y depende mucho de las interpretaciones. Por eso, cuando no hay mala fe ni afán de beneficiarse más vale pecar por exceso que por defecto para salvaguardar la ética y, si existe la más mínima duda, abstenerse por completo de participar en procedimientos que involucren a familiares o amigos, y por supuesto a uno mismo. Cualquier otra cosa genera sospechas y puede sonar a excusa, como le ha pasado a Tirso Leal cuando ha dicho que se ausentó del pleno, pero no de la comisión previa, porque en esta solo se dictamina, no se decide, o que su matrimonio es en régimen de separación de bienes. También cuando el portavoz del gobierno municipal, Ángel Orgaz, ha recalcado que el voto de Leal ni siquiera era decisivo para que se saliera o no delante el trámite urbanístico, y aún así actuó con «ejemplaridad» al abandonar el pleno.
No sabemos aún si saldrán más detalles o si habrá algún tipo de consecuencia para el concejal de Urbanismo, pero está bien que estas cosas se pongan sobre la mesa de vez en cuando para que quienes ostentan cargos tengan siempre presente su obligación de ser rigurosos e intachables en la gestión de los asuntos públicos.
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