Encinas y eucaliptos en Extremadura. La seca
Extremadura cuenta con aproximadamente cuarenta millones de pies de encinas y, según cálculos de los técnicos, hay unos tres mil focos de la enfermedad, a la que hay que poner freno de alguna manera
Cipriano Hurtado Manzano
Lunes, 2 de diciembre 2024, 08:03
Dos especies de árboles destacan en nuestro territorio: uno, la encina, árbol emblemático de la naturaleza extremeña, alabada por todos los defensores del bosque mediterráneo; ... la otra especie, el eucalipto, representa lo que podemos denominar el árbol maldito del ecologismo.
En el centro del escudo de Extremadura aparece una encina verde y vigorosa. Mientras que nuestra región está avanzando y progresando después de años adormecida, la figura central de su escudo está cabizbaja, decaída y enferma. Nuestro árbol simbólico no goza de buena salud. Su enfermedad, la seca, es grave y hasta ahora los tratamientos no han sido efectivos. Los encinares conforman un modelo único de ecosistema ecológico y de desarrollo sostenible, la dehesa. Encina y dehesa dos figuras indisolublemente unidas ¡Qué dos palabras tan hermosas!
Nuestra región allá por 1952 al 1975 tuvo una transformación muy importante con el desarrollo del conocido 'Plan Badajoz'. Supuso la conversión de 260.000 hectáreas de encinar en regadío. Paralelamente una enfermedad, a mediados de 1960, asoló y diezmó la población de cerdos, alcanzando cifras alarmantes en los años 1968-70. Todo ello se tradujo en el escaso valor del encinar, lo que provocó la eliminación de millones de encinas. La Asociación para la defensa de la Naturaleza (Adenex), fue la asociación ecologista pionera en Extremadura que alertó del drama que suponía la eliminación de nuestros encinares. De hecho su primera gran campaña, en el año 1981, fue 'Encinas, garantía de futuro, no las arranques'. En el logotipo de este grupo aparece también una gran encina.
Si en las décadas anteriores el protagonismo lo tenía el arranque de las encinas, en este momento es la seca la que está acabando con nuestro encinar. Extremadura cuenta con aproximadamente cuarenta millones de pies de encinas y, según cálculos de los técnicos, hay unos tres mil focos. Miles y miles de encinas están afectadas por la enfermedad. Rodales y rodales de encinas secas. Es un aumento exponencial al que hay que poner freno de alguna manera. Nuestro encinar está muy deteriorado. Decía Antonio Machado: «Encinas, pardas encinas, humildad y fortaleza». Ahora tendría que decir: «Encinas, pardas encinas, envejecidas y secas». El símbolo de la longevidad está avejentado. Hace años se iniciaron estudios sobre la seca en la finca La Orden, y ya alertaban de la gravedad de la situación. Se determinaron algunos factores favorecedores: podas agresivas, suelo, sequía, carga ganadera excesiva; aunque la verdadera causa está aún por determinar.
Los grupos ecologístas actuales tendrían que alertar con congresos, conferencias, charlas y foros de este problema, exigiendo la regeneración del arbolado en vez de estar, a veces, inmersos en el populismo. Deberían fijarse en los grupos que iniciaron el movimiento de defensa de la naturaleza que, con rigor científico, denunciaban agresiones y la problemática del medio ambiente. Es para mí el mayor y más grave problema ambiental que tiene Extremadura. Y la Terrona, la encina más grande y longeva del planeta, contemplado con sus más de 700 años el drama.
Los eucaliptos inician su expansión tras el proyecto de creación de las plantas de celulosa en Mérida y Navalmoral de la Mata. La primera gran repoblación comenzó en el año 1950, cerca de Badajoz. Su máxima expansión en los años 1960 al 1970 y la última repoblación importante en 1984. El eucalipto es dañino para la vegetación, ya que además de absorber agua con sus raíces las esencias que desprenden: eucaliptol y pineno al depositarse en el suelo sus filodios, eliminan toda la vegetación del suelo. En Monfragüe fueron 3.140 hectáreas de eucaliptos las que se plantaron y el promotor el Instituto de Conservación de la Naturaleza (Icona), Qué contrasentido. El encargado de proteger la naturaleza fue el artífice de la destrucción de tres mil hectáreas de bosque mediterráneo. No solo se plantaron miles de eucaliptos sino que se hizo de forma aterrazada. Todo ello provocó el Inicio del movimiento ecologista en Extremadura. A la cabeza, Jesús Garzón, verdadero propulsor del ecologismo en nuestra región y padre de lo que hoy es Parque Nacional de Monfragüe. Incomprensiblemente no ha sido galardonado con la Medalla de Extremadura. Según datos de la Junta de Extremadura, el número de hectáreas de eucaliptos era de 83.000 hectáreas en 2001. En el año 2017 la superficie de eucaliptos se redujo por el arranque de plantaciones a unas 59.000 hectáreas. En la actualidad se ha paralizado su arranque porque ha adquirido algo de valor la madera de estos árboles.
La Ley de Restauración aprobada por la Comisión Europea tiene como objetivo en los próximos años restablecer zonas. Trabajo no le falta a la Junta de Extremadura en eliminar eucaliptos y restituir la situación de nuestros encinares. Me consta que la Junta va a proveer fondos extraordinarios para intentar atajar el problema. Al menos son sabedores y conscientes del problema. Ojalá se pueda revertir esta situación.
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