Un sindiós sin días
Aza Zafra
Lunes, 25 de marzo 2024, 07:33
Siempre he pensado que celebrar un 'Día de…' no era buena señal. Tener que dedicarse a recordar algo durante veinticuatro horas es como sacar a ... alguien de una fila, señalarle y decir al resto: «Ahí lo tienes, pobrecillo», para después devolverlo a su lugar y olvidarlo hasta el año siguiente.
Cierto es que no todas las conmemoraciones son especialmente solemnes. Las hay bastante absurdas. Véase, por ejemplo, el Día Mundial de la Gente Peculiar (10 de enero), que uno mira alrededor y piensa «defíneme peculiar» porque, como dice mi amigo Antonio «qué poquita gente normal vamos quedando». O el Día Mundial del Infiel (13 de febrero), justo antes de San Valentín pues parecer ser que es cuando más infidelidades –declaradas– se registran. Y hasta el Día Mundial de los Calcetines Perdidos (9 de mayo), en honor al inexplicable fenómeno físico de la desaparición de los susodichos, quién sabe si en busca de otra pareja 'calcetinil' con quien celebrar el 13 de febrero.
La semana pasada, por ejemplo, estuvo cargada de días conmemorativos dedicados, casualmente, a evocaciones de buen rollo.
Empezamos el domingo con San Patricio. No hace falta ser anglosajón para saber que sus símbolos son el verde, el trébol y, sobre todo, una buena pinta de cerveza. Pareciese que el mismísimo santoral quisiera prevenirnos de la semana que se nos venía encima –Amnistía, elecciones catalanas, amistades peligrosas y amantes bandidos– conminándonos a que, a falta de encontrar un trébol de la suerte, nos diésemos a la Guiness, que buena falta nos iba a hacer.
Nuestros políticos celebran todo el año el Día del Teatro. Viven, histriónicos, en la obra de Benavente 'Los intereses creados'
El día 20, miércoles, hubo superávit de celebraciones. Además del Día del Gorrión –gorrión, no gorrón– comenzaba la primavera. Ese mismo día, en la sesión de control al Gobierno, nuestros dirigentes lo celebraron lanzándose todo tipo de flores –con tiesto incluido– y poniéndose más verdes que el patrón irlandés. El espectáculo ignominioso del «y tú mas», las descalificaciones sin medida y, normalmente, sin datos corroborativos y hasta amenazas chabacanas florecieron entre quienes 'aparentemente' nos representan, y digo 'aparentemente' porque servidora se niega a asumir parecido alguno con semejante tropa patibularia.
Resultaba ser, además, el Día Internacional de la Felicidad, concepto este tan contrario a la crispación y al descorazonamiento que sus señorías nos provocaron con dichas actitudes que más pareciese que estuvieran celebrando el Día Mundial del Váter (19 de diciembre) en vista de la porquería que expulsaron por sus ilustres orificios bucales.
Eso sí, el jueves, Día Mundial de la Poesía, contritos, aseguraron proponerse rebajar el tono tabernario siempre y cuando empezasen los demás. Es decir: «Me gustas cuando callas, porque estás como ausente». Y eso que, a juzgar por lo poco que se escuchan, callados no, pero ausentes…
Este miércoles 27 es el Día del Teatro. Nuestros políticos lo celebran todo el año. Viven, histriónicos, en la obra de Benavente 'Los intereses creados'. Solo les falta entrar en el Congreso y recitar aquello de: «He aquí el tinglado de la antigua farsa».
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