¿Están bien tus riñones? Descúbrelo a tiempo, protege tu salud renal'. Este ha sido el lema del Día Mundial del Riñón en 2025 y ... hace un llamamiento sobre el crecimiento de las enfermedades renales, una patología que afecta a cerca de 850 millones de personas (10% de la población mundial). Según el Informe Nacional de Diálisis y Trasplante, existen España alrededor de 65.000 pacientes en los diferentes tipos de tratamiento renal sustitutivo (TRS), de los cuales unos 31.000 (59%) están en diálisis y 23.000 (40%) trasplantados. En Extremadura los pacientes en diálisis se dividen, aproximadamente, en 900 en hemodiálisis, 60 en diálisis peritoneal y unos 20 en hemodiálisis domiciliaria.
Es cierto que la enfermedad renal crónica (ERC) es muy dura, bastante desconocida por la gente, y que constituye un importante problema de salud pública por su gran consumo de recursos sanitarios. La situación ideal, cuando se entra en TRS, sería poder acceder a un trasplante (de donante vivo o fallecido), pero la falta de órganos suficientes para los pacientes en situación de insuficiencia renal terminal hace necesario acudir a diferentes técnicas de diálisis.
Durante las primeras fases de la ERC, el nefrólogo tratará de frenar su progresión y la aparición de algunos síntomas mediante dieta y medicación. Más adelante, el paciente necesitará un tratamiento de diálisis que sustituya la función del riñón. Esta terapia, mediante la que se mantiene con vida, es la única opción hasta que le llegue un trasplante, la tierra prometida del paciente en TRS. Socialmente, la gente tiene poco conocimiento sobre el enfermo en tratamiento renal sustitutivo. En la diálisis, el paciente, además de recibir una medicación y una dieta estricta de bebida y comida, se conectará regularmente a una máquina durante unas horas para depurar su sangre y eliminar el líquido que le sobra. La decisión de cuándo hay que empezar este tratamiento depende de un conjunto de aspectos clínicos que el nefrólogo analiza y comparte con el paciente y su familia.
La diálisis salva vidas, pero al mismo tiempo, cambia vidas. La diálisis se realiza de dos formas: hemodiálisis (HD) y diálisis peritoneal (DP). La más común es la hemodiálisis, de la que, según los últimos datos de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), hacen uso casi 27.000 pacientes, realizándola en un hospital o centro concertado. Mientras un paciente está en hemodiálisis, tiene que desplazarse tres días a la semana desde su domicilio a un centro hospitalario, que puede estar a más de una hora de camino, para conectarse durante unas cuatro horas a la máquina que le permitirá vivir. El paciente dedica mucho tiempo a centrarse en su salud física y, aunque eso es importante, también lo son su bienestar mental y emocional. Una repetición de una 'rutina' de forma indefinida que conlleva problemas económicos y psicológicos. Por ello, en este artículo me propongo difundir un tipo de técnicas domiciliarias más cómodas e igualmente eficaces, para pacientes 'concienciados y preparados': la diálisis peritoneal y la hemodiálisis domiciliaria.
Desde hace algunos años, la industria trabaja en el desarrollo de nuevos sistemas de diálisis que permitan a los pacientes realizar sus tratamientos en su domicilio de forma fácil, segura e intuitiva. Las terapias de diálisis domiciliaria se hacen con un monitor portátil concebido y diseñado para ser usado en la propia casa. El soporte informático del monitor y la conexión telefónica las 24 horas del día con los especialistas de su centro médico de referencia, ayudan a resolver cualquier incidencia y dan la seguridad necesaria. Asimismo, permiten el registro de los datos del tratamiento, muy necesarios para realizar el seguimiento clínico de cada paciente por parte de su nefrólogo y su enfermera. Estos equipos de diálisis pueden ser transportados fácilmente por los usuarios, haciendo que los tratamientos sean más flexibles y puedan realizarse en cualquier lugar, por el propio paciente, al que se entrena previamente en su uso, o por algún miembro de su familia que se compromete a realizarlo en ciertos casos. En las residencias de ancianos o en centros asistenciales, en los que trabaja un equipo multidisciplinar, sería interesante llevar a cabo estas técnicas, teniendo en cuenta los principios de coste-beneficio y el principio de autonomía del paciente.
La diálisis peritoneal es una modalidad de diálisis en el domicilio que comenzó a hacerse a finales de los 70 y principios de los 80. Previamente a su inicio, el cirujano implantará en el abdomen un catéter (un tubo flexible necesario para la realización de la técnica), a través del cual se conecta a una máquina, llamada cicladora, que introduce en el abdomen un líquido que depura la sangre y después lo extrae, utilizando como filtro la membrana peritoneal. El tratamiento se suele realizar por la noche mientras duerme.
Los programas de hemodiálisis domiciliaria nacen en la década de los 50, estimulados por la escasez de estructura hospitalaria suficiente para atender al alto número de pacientes renales. En la HDD el paciente, en su domicilio, se conecta a una máquina portátil mediante una fístula o un catéter implantado previamente, para depurar su sangre. Las sesiones son más frecuentes y de menor duración que en un centro hospitalario (entre 4 y 6 veces por semana, en sesiones de 2 a 3 horas). La hemodiálisis domiciliaria (HDD) está poco difundida, y únicamente unas 500 personas la practican en España.
El paciente de ERC, siempre que haga las horas de diálisis requeridas, no debe dejar de hacer su vida normal, adecuada a su edad y situación clínica. Además, la realización de la terapia en su domicilio le proporciona la tranquilidad emocional de no tener que asistir con asiduidad a un centro hospitalario más impersonal y le permite ser más independiente en su día a día. Conozco a algunos pacientes que, desde el covid-19, cuando temían por su vida al ir a su sesión habitual, vieron con alivio el realizar este tipo de tratamiento. Estar informado y en su domicilio confiere mayor seguridad, evita situaciones de riesgo y genera un bienestar psicológico y físico.
La diálisis, puesto que es un tratamiento de duración indefinida, condiciona, pero no invalida la forma de vivir. Puede adaptar a su vida la diálisis domiciliaria y, según vaya ajustándose a la rutina del tratamiento, comenzará a sentirse nuevamente como era antes y a lograr una vida gratificante.
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