… lo hacen las restauraciones
El león y la columna ·
A la vista de ciertas actuaciones, se podría decir que lo que no hicieron las invasiones lo hacen las restauracionesAlberto González
Cronista oficial de Badajoz
Sábado, 2 de marzo 2024, 08:39
En Badajoz, el patrimonio histórico artístico es tratado con diferente atención y resultado.
En el siglo XIX Valentín Falcato, Romero Morera, Vicente Barrantes o Romero ... de Castilla, y en el XX Cánovas Pesini, Rincón, Lino Duarte, Covarsí, Antonio del Solar, Antonio Juez, Pedraja, Terrón, Cienfuegos, este cronista, y otras voces, han clamado por su recuperación mientras algunos proponían el derribo de las murallas. La Comisión de Monumentos abogaba por conservarlas mientras el ayuntamiento atendía a otras cosas.
En nuestros días se avivó el interés por los monumentos y se abordaron numerosas restauraciones. Aunque no siempre con acierto, pues muchas se realizaron de modo que los menoscababan por la aplicación de criterios, técnicas y materiales inadecuados, siendo habitual que tras las intervenciones sobrevengan desprendimientos, grietas, humedades y otros perjuicios. Muchos fueron ignorados contra el criterio de historiadores, especialistas y grupos ciudadanos.
A nivel regional hay casos clamorosos. El castillo de Alburquerque se destrozó para adosarle con idea descabellada un ascensor sobre la muralla y una piscina pompeyana; el monasterio de Tentudía se quiso convertir en albergue juvenil; y en los castillos de Burguillos del Cerro, Alconchel, Medina de las Torres, Villalba de los Barros y otros, se utilizaron criterios y materiales que desvirtúan su imagen. Problema añadido es no saber qué hacer con los monumentos tras restaurarlos.
En Badajoz las restauraciones siempre han suscitado controversia. Recordemos como más repudiadas el arrasamiento del puente de Palmas y parques del Vivero y Ascensión; Cubo de la Alcazaba; fuerte de San Cristóbal para convertirlo en hotel; hornabeque del puente del Palmas; revellín de San Roque; baluarte de la Trinidad, o proyectos sobre las ermitas de la Alcazaba. Y más recientemente el asolamiento del yacimiento arqueológico del Campillo. O, por abandono, el puente de Gévora-Cantillana y el casco histórico de Badajoz.
Frente a ello hay que señalar que las actuaciones acertadas han sido también numerosas. Recuérdense el Palacio de los Duques de Feria, hoy Museo Arqueológico, Plaza Alta, Puerta de Palmas, Mercado de Santa Ana, Torre de Espantaperros, Galera y sus jardines, Casa del Cordón-Palacio Arzobispa; Instituto de Segunda Enseñanza, Casas de la Audiencia y Mudéjares, colegio jesuita, iglesia de Santa Catalina, catedral de San Juan Bautista o Las Tres Campanas.
A mitad de camino quedan la Alcazaba, casa de Morales y hospital San Sebastián. Y como última, en nuestros días, el foso entre los baluartes de San Roque y Santa María, con paso en la muralla de diseño inadecuado y terreno que se inunda.
En la Italia del barroco, ante los derribos realizados en la antigua Roma Imperial para erigir nuevas obras por la familia Barberini, entonces gobernante, que encabezaba el papa Urbano VIII, se decía que lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini.
Hoy, aquí, a la vista de ciertas actuaciones, se podría decir que lo que no hicieron las invasiones lo hacen las restauraciones.
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