El campamento de los santos
Hoy, en Badajoz, 54 inmigrantes de Senegal, Mali, Mauritania y Ghana, rebotados de Canarias, aguardan que alguien sepa qué hacer con ellos
Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Viernes, 24 de enero 2025, 23:20
Hace unos días este periódico publicaba que 54 migrantes aguardan en un hotel de Badajoz que les hagan caso, situación que se repite en numerosos ... lugares a nivel universal y sitúa en nuestra propia casa un problema que no acaba de abordarse con decisión.
El fenómeno fue previsto hace medio siglo en una terrible distopía por el escritor francés Jean Raspail, quien en su obra 'El campamentos de los santos' (1973), título tomado del Apocalipsis de San Juan, en algunas ediciones llamada 'El desembarco', prevé lo que podía suceder ante la llegada masiva de inmigrantes incontrolados a las naciones prósperas del mundo occidental de no regularse la invasión. Fenómeno que ya había adelantado a su vez Ortega y Gasset cuando medio siglo antes aún avisó del peligro que supondría para Europa la agitación del magma islámico o la aparición sobre los Urales de la coleta de un chino. Tachado de alarmista y antirracista, Raspail fue repudiado, y la obra prohibida durante años.
Siguiendo la odisea del destartalado buque 'Aquarius' y otros cien que con un millón de ocupantes indigentes a bordo se dirige de Calcuta a Francia, el relato es espeluznante.
Al principio no se les presta atención, pero a medida que se acercan a la Costa Azul cunde el pánico y los gobiernos no saben qué hacer. Tras una penosa travesía en que se practica el canibalismo, y la mitad de los expedicionarios muere, llegan a la Riviera. Ante la inacción de las autoridades la población huye despavorida, quedando frente a ellos solo un pelotón de soldados inermes. Siguiendo el ejemplo de la aventura india por mar, un millón de chinos a pie invade Rusia por Siberia.
Únicamente Suiza se niega a abrir sus fronteras, aunque presionada por los organismos internacionales debe ceder también a la invasión. En una generación Europa es arrasada y sumida en el caos, hallándose los nuevos ocupantes peor que en sus lugares de origen.
Un solo párrafo de la novela, de la que manejamos la edición Plaza y Janés, 1975, primera en español, basta para penetrar en los hechos y la actitud internacional ante ellos.
«Se veía venir», exclama un personaje que pidió medidas contra la invasión ante la avalancha. «Los países más lúcidos cerraron las fronteras y fueron increpados, explotando la sensibilidad de la gente, en tanto que los demás, movidos por un humanitarismo de corto plazo las abrían abrumando a las clases medias prósperas con degradantes complejos (…) Habéis creado en nuestro mundo occidental un problema que lo destruirá» (página 33 ).
Algo después Soljenintsin escribió: «Vista la magnitud de las convulsiones de la sociedad occidental, se acerca al punto más allá del cual esa sociedad se torna «metastasable» y debe descomponerse».
Hoy, en Badajoz, 54 inmigrantes oriundos de Senegal, Mali, Mauritania y Ghana, rebotados de Canarias, aguardan que alguien sepa qué hacer con ellos.
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