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Doña Sofía saca brillo a la Corona

Doña Sofía saca brillo a la Corona

La madre de Felipe VI seguirá residiendo y manteniendo agenda propia en la Zarzuela por deseo expreso del Rey, que ve en ella un activo

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Martes, 4 de agosto 2020

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Doña Sofía (81 años) se cobija estos días en los muros de Marivent, en Palma de Mallorca, del tsunami provocado por el anuncio de don Juan Carlos de marcharse de España. Se va solo. Ella se queda. Mantiene su residencia y despacho en la Zarzuela. La madre del Rey –es la única reina sobre la faz de la tierra que puede presumir de ser también hija, esposa y hermana de un monarca– conservará su estatus actual. Es para don Felipe, también para la princesa Leonor, –y sirvan las palabras que pronunció doña Letizia en noviembre de 2003 durante su pedida de mano–, «un ejemplo inigualable».

En la Casa Real son conscientes de que, de la misma manera que don Juan Carlos se convirtió en un lastre para la Corona desde el día de su abdicación, y más según iban trascendiendo informaciones que le vinculaban con dudosos negocios, doña Sofía sigue siendo un activo. La reina emérita tiene corte propia, siempre ha sido el miembro de la Familia Real más valorado. Y en ella se ha apoyado Felipe VI para representarle en algunos actos. Hasta que el coronavirus lo paralizó todo, doña Sofía había ocupado este año seis huecos de la agenda real.

El elogio más común que la ha acompañado a lo largo de su vida es que es «una gran profesional». Sufrió el exilio de muy niña, en 1941, cuando su padre, el rey Pablo y la familia real, se vieron obligados a huir por la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Le marcó de tal forma que aquello condicionó su papel de Reina. Sabía bien lo que le esperaba si salía mal la difícil instauración de la monarquía en la España postfranquista. Se empleó a fondo y construyó una imagen sólida de soberana impecable, con lo justo de distancia y amabilidad, pero siempre todo bajo control. Lo único que siempre se le ha reprochado es que jamás ha llegado a hablar castellano con fluidez. De hecho, con sus hijos, hablaba en inglés.

1. Doña Sofía y don Felipe, durante la boda real (2004). 2. La Reina Sofía saluda a los jugadores de la selección tras vencer a Alemania en el Mundial de 2010. 3. La Reina Sofía, con el actual Rey en brazos (1968). R. C.
Imagen principal - 1. Doña Sofía y don Felipe, durante la boda real (2004). 2. La Reina Sofía saluda a los jugadores de la selección tras vencer a Alemania en el Mundial de 2010. 3. La Reina Sofía, con el actual Rey en brazos (1968).
Imagen secundaria 1 - 1. Doña Sofía y don Felipe, durante la boda real (2004). 2. La Reina Sofía saluda a los jugadores de la selección tras vencer a Alemania en el Mundial de 2010. 3. La Reina Sofía, con el actual Rey en brazos (1968).
Imagen secundaria 2 - 1. Doña Sofía y don Felipe, durante la boda real (2004). 2. La Reina Sofía saluda a los jugadores de la selección tras vencer a Alemania en el Mundial de 2010. 3. La Reina Sofía, con el actual Rey en brazos (1968).

Reina perfecta, madre perfecta y esposa perfecta... hasta el incidente de Botsuana. Aquello lo cambió todo. Al menos, a los ojos de la opinión pública. El 7 abril de 2012 España se desayunó con la noticia de que don Juan Carlos había sufrido una caída cuando se encontraba de cacería, se había fracturado la cadera e iba a ser operado. Eran los meses en los que la crisis económica golpeaba con más virulencia en nuestro país. Doña Sofía se encontraba en Grecia, con su familia, celebrando la Pascua ortodoxa. No adelantó su regreso. Dos días después visitó al hoy rey emérito en el hospital, quince minutos de rigor y un toblerone de regalo.

Fue entonces cuando se supo que don Juan Carlos tenía una amiga entrañable. Raro era el día en que no se conocían nuevos detalles sobre la princesa Corinna –como se daba a conocer en sociedad– y hoy Corinna Larsen. Aquello supuso una humillación para la reina Sofía. Era la constatación pública de que el matrimonio entre los Reyes de España estaba roto.

La realidad era bien distinta. Don Juan Carlos y doña Sofía, se sabe ahora, llevaban vidas separadas desde los noventa. Es más, se ha llegado a comentar que en 1992, el año mágico de España, con la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, el monarca se planteó el divorcio. Doña Sofía se opuso firmemente, con el argumentario que hoy día le sigue acompañando: por encima de los sentimientos individuales está la Corona. Su obsesión entonces y ahora es la misma: proteger a su hijo, también a su nieta Leonor, salvaguardar la continuidad de la monarquía. Y un segundo aspecto que como madre no es menor: mantener unida a la familia.

De ahí que, aunque de puertas adentro apenas tuvieran relación, don Juan Carlos y doña Sofía mantenían buena sintonía en público. El gesto de lo que se podría entender como la reconciliación por el desplante de Botsuana se produjo en septiembre de 2013. En la escalinata de Zarzuela, ante los fotógrafos que aguardaban para inmortalizar el recibimiento de los Reyes a Guillermo y Máxima de Holanda, doña Sofía le dio un beso en la mejilla a don Juan Carlos. Días después se supo que la madre de don Felipe acababa de enterarse que el emérito tenía que volver a ser operado de la cadera.

Familia rota

Los problemas de salud de don Juan Carlos –hoy también se apunta a sus 'negocios'–, le llevaron a abdicar en 2014. Mantuvo, como se sabe, el título honorífico de rey, por lo que doña Sofía también lo retuvo. Lo que no ha logrado es la comunión entre sus hijos. Don Felipe rompió toda relación con la familia Urdangarin por el escándalo del 'caso Nóos' y, ya como monarca, retiró el título de Duquesa de Palma a su hermana Cristina.

La última vez que doña Sofía reunió a toda la familia –con la salvedad de Iñaki Urdangarin, ya en prisión– fue con motivo de su 80 cumpleaños, en noviembre de 2018. Alguna vez más congregó a sus nietos, pero los puentes entre don Felipe y la infanta Cristina sabe que están dinamitados.

Pese al rifirrafe que mantuvo con la reina Letizia en la catedral de Palma de Mallorca el Domingo de Ramos de hace dos años, fuentes de Palacio comentan que la relación entre ambas es cordial. Reconocen que vienen de mundos muy diferentes, pero que han llegado a un punto de entendimiento y que se complementan bien. De hecho, el 'traspaso' de funciones entre reinas fue modélico. Y la presencia de doña Sofía, al principio incómoda para doña Letizia por las inevitables comparaciones, es hoy un balón de oxígeno para la Zarzuela.

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